Chapter 0:
Renaissance
Desde hace un tiempo he sentido la necesidad de salir de mi zona de confort, pero era inútil para mí.
Acostado en mi cama todo el día, siempre me preguntaba por qué no podía salir del casillo donde me encontraba.
Me sentí como un vago al estar todo el día en la cama sin hacer nada; ya el cuerpo se me estaba entumeciendo por no hacer ningún esfuerzo físico.
Pero decidí que eso tenía que cambiar. Mientras salía de mi habitación, noté que las paredes estaban agrietadas, algo que no era muy raro viniendo de este reino.
Decidí ir donde mi padre, el rey, para reclamarle por qué no podía salir.
Cada paso que daba hacia la gran habitación se sentía como una gran presión que me ahogaba con el silencio de aquel lugar.
Al entrar a la habitación, bastó con una mirada fija de mi padre para arrodillarme al instante, mientras mi sudor corría sobre mi cuerpo.
¿Es la presión?
¿Miedo?
¿O preocupación?
Eran esas preguntas las que pasaban por mi mente al pensar en la estupidez que sería decir algo fuera de lo común.
"Padre, ¿por qué no puedo salir del palacio hacia el jardín?"
El silencio incómodo me hizo preguntar directamente para obtener una respuesta.
"Kurzo... ¿y para qué quieres estar en el exterior?" (El Rey)
"Este… solo preguntaba, nada más. No tenía intenciones de salir del castillo." (Kurzo)
"Sabes, ya es hora de que tomes el camino de la espada." (El Rey)
"Padre, ¿estás seguro? Solo tengo 15 años." (Kurzo)
"¿Y? ¿Algún problema?" (El Rey)
"Mañana empezará tu entrenamiento con Gabriel en la sala de entrenamiento." (El Rey)
"Bueno, su majestad." (Kurzo)
Me retiré lo más rápido que pude de la habitación, con un poco de rabia e impotencia, ya que no me atrevía a contradecirlo. Además, me resigné y me dirigí hacia mi habitación.
En la entrada de la habitación había un hombre alto, con una armadura, que me estaba esperando.
"Mi señor, creo que Su Majestad el rey le informó sobre nuestro entrenamiento, ¿verdad?" (Gabriel)
Gabriel Stuart Segundo es la persona al mando del ejército y de otras cosas que no son de mi interés, pero la verdad es que cae muy bien.
En ocasiones como esta, donde las conversaciones con mi padre se sienten monótonas, él me ayuda a desahogarme.
"Sí, ya recibí la orden de mi padre. Me voy a ir a mi habitación a descansar un poco." (Kurzo)
Me dirigí a mi habitación para seguir descansando. Últimamente siento que Gabriel está actuando raro; pasa peleando con mi padre todo el tiempo y nadie sabe dónde está.
"Chao, Gabriel. Nos vemos mañana." (Kurzo)
Primero me despedí de él antes de acostarme en mi cama. "Bueno, hasta mañana", respondió, seguido de una sonrisa siniestra.
Aunque no le di mucha importancia y me quedé dormido apenas toqué la cama.
En un oscuro pasillo, siluetas se movían como rayos de luz mientras un viento silencioso teñía el pasillo del castillo.
Un hombre caminaba lentamente por allí; tal era el silencio que solo se podían escuchar sus pasos, mientras la luz de la luna iluminaba un poco su traje.
“Veo que ha caído un poco de nieve y ha hecho que se vea la luna por la ventana”, (pensó Gabriel.)
La luna iluminó el rostro de Gabriel, quien se dirigió a un cuarto que conducía a unas escaleras directas a un sótano.
Al bajar, sacó un cristal parecido a un ojo y encendió una vela que se encontraba ahí cerca mientras caminaba por la oscura habitación. En el centro estaba un hombre atado a una silla.
Gabriel lanzó el cristal hacia el hombre que estaba en la silla.
Este se retorció de dolor y se convirtió en un monstruo gigante que comenzó a romper toda la habitación mientras crecía hasta alcanzar la altura del castillo.
Gabriel salió rápidamente de la habitación y se dirigió hacia la habitación del rey.
Al entrar a la habitación, el rey no se encontraba en ella. La reina estaba sentada en el trono del rey, con una copa en la mano y las mejillas enrojecidas.
"Oye tú, ¿q-qué haces aquí vestido de esa forma? Enclenque malagradecido, basura humana… ¿dónde te has estado metiendo?" (La reina)
"Veo que no has cambiado desde que nos conocimos. Por eso hoy morirás rápidamente. Toma esto como una venganza por los tratos que me has dado." (Gabriel)
Gabriel desenvainó su espada rápidamente, y el brillo de la hoja mostró el cuello de la reina siendo cortado mientras caía al suelo.
Un grito se escuchó a las espaldas de Gabriel. La autora de aquel grito ensordecedor era una sirvienta que pasaba por la habitación, y también fue decapitada.
"No necesito testigos." (Gabriel)
Los pasos de Gabriel se hacían más fuertes cada vez, mientras se acercaba al lugar donde podría estar el rey.
"Pensar en lo que ellos me hicieron de pequeño me eriza la piel", pensó Gabriel.
[Hace 10 Años Atrás]
Sentía que el frío me carcomía la piel. El oscuro y tenebroso paisaje desolado de las calles y callejones me hacía pensar que pronto moriría de hambre o por el síndrome de Andrómeda.
Ya muchos de mis compañeros murieron y se convirtieron en esos seres oscuros que atormentan a los ciudadanos, y los Guardianes Soleados no hacen nada.
"Malditos, ¿cuándo harán algo bien?" (Gabriel)
"Cálmate, Gabriel, todo estará bien. Solo bastará con que nos abracemos más para que no nos dé hipotermia." (Madre de Gabriel)
"Okey, mamá." (Gabriel)
Mientras no nos pasara nada y mi madre siempre estuviera con nosotros, todo estaría bien. Era el pensamiento que más me pasaba por la cabeza.
Un gran ruido sacudió a todos los que estaban en el callejón, y la oscuridad que rodeaba la capital se desvaneció mientras grandes llamas quemaban todo a su paso.
El grito desesperado de los ciudadanos inundó toda la ciudad, mientras una silueta con corona flotaba sobre ella, quemándolo todo con llamas que salían de sus manos.
"Arnolf, ya quemé toda la ciudad como me pediste. Ahora cumple tu trato." (Rey)
"Okey, okey… solo falta una última cosa." (Arnolf)
En lo alto del cielo nocturno, el rey estaba acompañado por una nubecita negra con rostro, la cual le decía qué hacer.
"La última cosa que te pido es que destruyas la casa que está al lado del callejón donde están los vagabundos." (Arnolf)
"¿Para qué quieres que destruya esa casa en específico?" (El Rey)
"Tú solo hazlo y ya." (Arnolf)
"Okey, solo esto y ya." (El Rey)
Un brillante destello de luz se alza en el oscuro cielo, iluminando toda la ciudad. El destello se convierte en una espada que se dirige con rapidez hacia la casa, mientras el rey, apuntando con el dedo, se ríe sarcásticamente.
El impacto provoca una gran explosión que destruye la casa en pedazos, los cuales vuelan hacia Gabriel, que queda paralizado mirando los escombros venir hacia él.
Su madre lo empuja para que no se haga daño, mientras la casa le cae encima.
Gabriel, levantándose como puede, corre hacia donde estaba su madre, tomándole la mano mientras las lágrimas brotan de sus ojos.
"Tu madre ha muerto… Yo sé quién causó todo eso. ¿Quieres que te ayude?"
Una voz tierna, como si de un hada se tratase, invadió al pobre niño, que lloraba desesperadamente con el corazón vacío.
¿Quieres poder?
¿Quieres respuestas?
La voz se hacía cada vez más intensa dentro de su mente.
"Sí… quiero saber quién fue el que me quitó mi felicidad." (Gabriel)
“Eso me gusta, jejeje… Un gusto, soy Elisabeht”.
“Y espero que nos llevemos bien” añadió Elisabeht.
Un aura se desprendió del niño, que poco a poco dejó de llorar mientras se limpiaba los ojos. De aquella espesa aura emergió una hermosa mujer de cabello morado-rojizo, con un traje elegante y un símbolo extraño en uno de sus ojos.
"Desde ahora tendrás que cumplir mis órdenes al pie de la letra." (Elizabeth)
"Okey… vamos ya." (Gabriel)
[Actualidad]
Gabriel no pierde más tiempo y se dirige dónde está el rey, quien se encontraba en la herrería del castillo.
El rey, tomando una espada, se voltea y, al ver a Gabriel, le apunta con la hoja.
"Hasta que por fin eres digno de presentarte, escoria… ¿crees que no sé qué tienes a Elizabeth de tu lado?" (El Rey)
"¿Y eso qué tiene que ver? Tú tienes a Arnolf, ¿no? ¿O ya le dejaste de lamer los zapatos?" (Gabriel)
"Jajaja… creo que estás un poco arrogante. Te voy a enseñar a respetar." (El Rey)
"No lo creo, anciano." (Gabriel)
Un leve viento apagó las velas que iluminaban la habitación, y unos instantes después, solo una chispa se podía ver tras las estocadas que ambos intercambiaban.
Kurzo yacía durmiendo plácidamente en su cama… de no ser por los gritos y los grandes ruidos que lo despertaron.
Se levantó de golpe, abrió la puerta y observó desde allí el caos que estaba ocurriendo en el castillo. Al salir de su habitación, corrió en busca de sus padres.
Al escuchar ruido en la herrería, se dirigió hacia esa dirección.
Un grito gutural, que se fue desvaneciendo poco a poco, se oyó desde la habitación, poniendo fin a la batalla.
Un victorioso pero cansado Gabriel salió de la herrería, cubierto de sangre mientras cojeaba.
Al mismo tiempo, un devastado Kurzo entró a la habitación sin percatarse de quién acababa de salir y, al ver a su padre tirado en el piso, rompió en llanto mientras maldecía el momento en el que se encontraba.
¿Quieres venganza?
¿Poder?
¿Esperanza… y, sobre todo, venganza?
Esas palabras inundaban mi cabeza una y otra vez, tantas veces que ya no podía contarlas. Sentí que mi vida había terminado patéticamente, sin ambiciones ni mucho menos un objetivo. Solo quería otra oportunidad para rehacer mi vida, para tener una familia y metas que cumplir. Tal vez… solo necesitaba descansar.
Me tiré al piso y decidí esperar hasta morir de hambre o ser comido por las ratas, pero aquella voz no dejaba de atormentarme hasta que, al final, acepté.
"Sí… acepto recibir ese poder."
Era lo único que podía decir para poder relajarme un poco.
Cerré por un momento los ojos y sentí que alguien intentaba abrirlos. Al hacerlo, vi a una persona muy parecida a mí, pero más grande y con una venda en los ojos. Me tendió la mano para levantarme y luego se presentó.
"Hola, me presento, soy Curso." (Curso)
"¿Curso? ¿Cómo va a ser posible? Si yo soy Kurzo." (Kurzo)
"Sí, así es. Y de ahora en adelante te voy a entrenar para que obtengas mi poder más fácilmente." (Curso)
"¡Espera! ¿Cómo que tú eres Curso? Y segundo… ¿por qué te pareces tanto a mí?" (Kurzo)
"Es una larga historia, pero más adelante te la contaré. Ahora mismo vamos a entrenar." (Curso)
"Después de este entrenamiento voy a ir por los que me arrebataron todo." (Kurzo)
"Bueno, no perdamos más tiempo; vamos, entra ahí." (Curso)
Sin perder tiempo, aquel hombre creó un portal y empujó a Kurzo hacia él.
"No te preocupes. Aquí, en esta dimensión, van a pasar años, pero en el mundo real serán solo unos minutos" (Kurzo)
El Destino Esta A Punto De Cambiar...
Please sign in to leave a comment.