Chapter 1:

El titiritero

El titiritero


El titiritero duerme, con desasosiego acecha sobre mi sin romper su letargo. Es indiferente a mí, una indiferencia que pesa, pesa en mi su ligero descanso. No puedo yo devolverle su indiferencia. Su plácido descanso se alimenta de mi sentir, acurrucado en sábanas entretejidas con los hilos de mi ahora vacío pecho; reposa su cabeza en la almohadas aireadas, rellenas con lo que otrora fuere la voluntad que movió mi mano, que impulsó mis deseos.

Soy infeliz, y, favorecido, el titiritero se regocija en mi infelicidad. No es malvado, es solo un reflejo del lecho en el que yace. Si él emanó del lecho o el lecho es su obra, no es de mi saber; solo puedo saber que los hilos que lo componen me atan a la vez que son de mi mismo una parte.

Ocasionalmente despierta, arrastrado por la animosidad. Nunca sé qué lo desata. En su alza se abalanza, domina con sus brazos los hilos que me controlan, y ejecuta magistralmente su teatro. Drama o comedia, el titiritero es un maestro, sus extremas obras rebosan pasión inigualable, extrema y fascinante, y cual ola monstruosa arrasan todo a su paso; los chapoteos del Leviathan palidecen ante el tsunami de emociones que despliega, incontrolable para un mortal.

El acto es solo un juego para el titiritero. Como rápido empieza, igual de rápido termina su obra, y sin hesitar reposa de nuevo. Arrastrando consigo su opus, duerme otra vez.

Gran titiritero, en tu despertar lo traes todo y en tu dormir lo resguardas contigo. ¿Con qué he de quedarme yo? Con la responsabilidad de las impresiones que maravillosamente plantaste.

El titiritero