Chapter 0:

prólogo

The beginning of the Ice Hero vol 2| Rooftop #workverso


Martes 4 de febrero de 2014. Ciudad Granizo, Distrito Alud. Colonia Barba Negra. Calle Doblón. Gimnasio Barba Negra. 7:40 pm


El aire estaba impregnado de un penetrante olor casi rancio: sudor. Pero por favor, permítanme embellecer esto.


El aroma del esfuerzo, la sangre y las lágrimas llenaba las fosas nasales de los feroces participantes del noveno concurso de fisicoculturismo del gimnasio Barba Negra.


Aceitados hombres competían por demostrar quién lograba ser el más grande, el más fuerte y, sobre todo, el más sofisticado de todos.


La décima etapa decidiría quién se llevaría a casa el oro, la plata o el bronce. La prueba: levantamiento de pesas.


A sus pies, una imponente barra de hierro con discos metálicos. El peso total: 200 kilos. Prácticamente nada para estas masas de músculo… ¿no?


Este año, las reglas antidopaje eran más estrictas. Nada de físicos artificiales en el gimnasio Barba Negra. Si deseaban belleza escultural, podían ir al gimnasio Bonnie, en la otra esquina. Este era un lugar para verdaderas bestias.


El primer concursante en participar era Jorge Mandíbulas. Conocido por su férreo agarre y su limpia técnica, concentraba toda su fuerza en la mandíbula, capaz de levantar hasta 100 kilos por encima de su cabeza.


Pero… ¿sería capaz de levantar 200?


Jorge Mandíbulas toma la barra con sus manos llenas de talco. Intenta levantarla, pero la imponente barra no se mueve ni un centímetro, como si estuviera anclada al suelo.


Después de un par de tirones, aprieta la mandíbula y, con un grito gutural, logra elevar la barra. Es un titán esforzándose por levantar el mundo.


—¡Fuerza!


Con un esfuerzo monumental, Jorge Mandíbulas sostiene los 200 kilos sobre su pecho durante cinco segundos… y luego deja caer el peso con estrépito. El suelo tiembla.


Todos aplauden. Todos… excepto una persona.

—¿A eso le llaman fuerza? Les voy a demostrar cómo se hace.


Inesperadamente, el quinto participante se adelanta al resto y se dirige hacia la barra.

¡El participante número 5: Michael “El Músculo” Martínez!


Este joven de 22 años luce un aspecto totalmente diferente al del resto de los participantes.

De piel blanca pero bronceada, tiene un cuerpo escultural con brazos hinchados y músculos rodeados por cadenas.


Viste una playera negra sin mangas y un pantalón de mezclilla azul con cinturón café. En los pies lleva un par de botas de cuero negro.


—Apártense, niñitas —dijo, mientras se agachaba.


Sin hacer demasiado esfuerzo, tomó entre sus manos desnudas la barra de hierro y, en segundos, la levantó por encima de su pecho, sosteniéndola durante tres segundos sin mostrar signos de fatiga.


Posteriormente, dio un salto que le permitió elevar la pesada barra por encima de su cabeza, donde la sostuvo triunfalmente durante diez segundos.


Al terminar, bajó lentamente la barra y, como si no fuera suficiente, la dejó en el suelo sin hacer el más mínimo ruido.


Este participante estaba muy por encima de los estándares de fuerza requeridos. No solo tenía un cuerpo escultural, también poseía una fuerza sin precedentes y una técnica impecable.


Era de esperar que un talento como el suyo fuera notado, lo que le valió la medalla de oro en la novena competencia de fisicoculturismo del gimnasio Barba Negra.


Al recibir su premio, parecía desinteresado, como si nada de eso fuera una verdadera victoria para él.


Tras la ceremonia de premiación, se dirigió a las duchas para limpiarse el sudor, donde escuchó una conversación entre otros competidores.


—Ese tipo fue increíble, levantó 200 kilos como si nada.


—Lo sé, ¡no puedo creerlo!


—Carajo, ojalá pudiéramos ser como él.


Lejos de sentirse halagado, esos comentarios le causaron repulsión. Decidió tomar una ducha en casa.


Mientras caminaba por el vestidor, no pudo evitar pensar:


—¡Débiles! Otro gimnasio lleno de blandengues. ¿Cuándo podré encontrar a alguien verdaderamente fuerte?


Pronto llegó a su casillero, donde tenía un altar dedicado a un hombre morado y musculoso.


—Oh, Strong Purple... te he fallado una vez más. No encuentro a nadie que aprecie la fuerza tanto como tú…


Resignado, Michael golpeó el casillero, abollando el metal.


—¡Quisiera ser como tú, para motivar a estos blandengues a convertirse en hombres fuertes!


Cuidado con lo que deseas… porque nunca sabes quién podría estar escuchando.


Detrás de Michael, sobre una banca, reposaba un libro con una mordida en la cubierta: el Cosmic Book.

Este libro resonó con su deseo y, tal como lo pidió, buscó entre sus páginas al poderoso Strong Purple.


El sonido de las páginas girando a toda velocidad hizo que Michael se diera la vuelta, viendo accidentalmente el contenido.


Sus ojos se iluminaron con un color verde, y de inmediato comenzó a hablar en un idioma desconocido, hasta que gritó:


—¡Strong Purple!


Seguido de eso, el libro desapareció, dejando en su lugar a un hombre de tres metros de altura y piel morada.

El hombre era asombrosamente musculoso y vestía:


Una capa roja que llegaba hasta sus piernas. Guantes amarillos en las manos. Un pantalón militar negro con rayas verticales naranjas. Su calzado consistía en dos botas de cuero, similares a las de un luchador de lucha libre, con cordones amarillos.

Su corte de cabello era negro y estilo militar.


—¿Eh?... Soy… ¡¿Strong Purple?!


Un estruendo llamó la atención de todos los presentes. El origen era el vestidor.

Al llegar, todos vieron un gran agujero en el techo, cuyos pedazos seguían cayendo.


Mientras miraban el cráter, nadie notó el casillero de Michael… ni su altar personal a Strong Purple.


Ahora solo queda una pregunta:


¿Qué hará Michael con ese poder? ¿Realmente hará lo que dijo?