Chapter 0:
El Reino de las Garras: Cuarta crónica, Batalla del Crepúsculo - Volumen 4
Imágenes borrosas llegaban a su visión, tal vez por la pérdida de sangre o el calor del desierto, pero no pensaba con claridad, iba a morir, y luego, oscuridad.
Sus parpados se abrieron lentamente, no entendía lo que pasaba, un choque recorrió su cuerpo, era el dolor de las heridas de la batalla, finalmente se abrieron sus ojos completamente y la vio.
Una joven descansaba bajo el sol dorado del mediodía, con una sonrisa apacible que parecía guardar secretos antiguos. Su cabello, largo y ondulado como las crines de un unicornio salvaje, caía en cascadas rojizas sobre su hombro, capturando destellos del sol como hilos de cobre encantado. Sus grandes lentes enmarcaban unos ojos cálidos, llenos de curiosidad y luz, como si pudiera ver más allá del velo de lo visible.
Su piel, tersa y radiante, brillaba con el resplandor propio de los elegidos por la magia natural. Dos profundos hoyuelos se marcaban en sus mejillas al sonreír, recordando a los viejos cuentos de hadas que hablaban de las doncellas bendecidas por los espíritus del bosque.
Vestía con sencillez, pero había una gracia innata en su porte, como si la naturaleza misma la hubiese tejido con delicadeza. Tras ella, las palmas parecían inclinarse con respeto, y una escultura en forma de corazón brotando flores sobresalía en lo alto, como si el mundo le rindiera homenaje en silencio.
Era evidente que no era una joven común: en su sonrisa había magia, en sus ojos, historias no contadas. Y aquellos que la miraban no podían evitar preguntarse si acaso sería una druida oculta, una princesa errante o una guardiana de secretos antiguos.
Aquella joven volteo a mirar al dueño de las múltiples heridas que ahora mismo se encontraba sentado en un cojín sobre el suelo.
- Oh, despertaste, buenos días dormilón.
Alistair no pudo evitar sonrojarse ante el saludo casual de la joven, su corazón latía desesperadamente, su calor corporal subió hasta las nubes y empezó a traspirar, la joven noto esto y rápidamente se puso de pie y fue por una toalla húmeda para enfriar el cuerpo de Alistair.
La chica puso la toalla húmeda en la frente de Alistair a lo que este la alejo de un empujó y trato de ponerse de pie sin ningún éxito, las heridas todavía no lo dejaban hacer movimientos bruscos.
- ¿Quién eres? ¿Dónde estoy?
Alistair se encontraba en una especie de tienda con algunos barriles de madera y un par de sillas mientras la luz del medio día entraba por una abertura que servía como tienda.
- Estas en la aldea del sol, o al menos así le decimos. Te trajeron aquí muy lastimado entonces mi abuela y yo decidimos darte primeros auxilios, curar tus heridas, realmente pensamos que no la contarías, pero aquí estas, despertando tan enérgico.
El cuerpo vendado de Alistair no respondia como el quería, asi que tuvo que sentarse.
- Mi nombre...
- ¿?
- Mi nombre es Alistair, ¿Cuál es el tuyo?
- El mío, Nilo Azul.
- Hermoso...
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