Chapter 3:

CAPITULO 1

Cronicas de Rigel


Un árbol de cerezo, o mejor dicho, un árbol sakura, estaba frente a su vista, parado en una vasta planicie que simplemente se burlaba de los límites.

—¿Por qué? —se preguntó Shiro en voz alta.

Ya no tenía ningún dolor. El polvo y mugre que tenía desapareció. El árbol tenía a su lado una leve cascada, con una pequeña cantidad de agua entre muchas piedras. Shiro caminó sin pensarlo mucho.

¿Todo lo que pasó antes ya no importaba? ¿Está soñando? ¿Esto es después de la muerte? ¿Puedo volver de la muerte?

Ahora estaba tan calmado que podía bromear en su mente. Se le escapó una leve sonrisa de los labios, aunque con todo lo anterior vivido, normalmente estaría vomitando y mirando a sus alrededores en busca de sus perseguidores.

Shiro caminaba hacia adelante tranquilamente. Frente al árbol de cerezos, vio una mesa de madera muy cuidada, con una hoja y un bolígrafo. Shiro… se agachó frente a ello y tomó el bolígrafo.

—¿Para qué es todo esto? —preguntó en voz alta.

Empezó a escribir. ¿Escribir qué? Él solo… pasaba el bolígrafo de forma incoherente. Shiro elevó la vista mientras hacía un garabato pobre.

—¿Una ventana…? —dijo, viendo al frente.

Una ventana sólida flotaba. Donde sea que estuviera, él estaba bien con su conciencia activa. Cuando la ventana se abrió, el viento pasó por esa aburrida ventana. Un viento raramente fuerte, que paró como si de una broma se tratase. Shiro frunció el ceño para ocultar su vergüenza.

Justo después de ello, todo se apagó, así de sencillo. Shiro solo podía escuchar voces de fondo, como si estuviera bajo el agua. Una voz femenina fue el primer ejemplo:

—¡¿E-espera, es él?! —esa voz fue interrumpida por otra, más seria.

—Veremos qué podemos hacer. Se ve interesante, supongo.

Voces que no le interesaban resonaban. Shiro, en estado prácticamente ciego, por más raro que le pareciera, recuperó la vista. Estaba volteado, flotando en un pasillo. En vez de paredes, había infinitas líneas que se movían de forma etérea.

—Fuiste difícil de encontrar —mencionó una voz melancólica a su lado izquierdo.

Shiro volteó como pudo la vista hacia ese lado: pelo negro largo, un mechón caía hasta casi sus ojos. Por alguna razón, le recordó a él. Esta persona tenía ojos verdes. Shiro habló en un tono calmado pero preocupado:

—Tengo náuseas, estar así es raro… ¿me bajas, por favor?

El hombre rió levemente. Volvió a hablar, con una voz rara comparada con su leve sonrisa:

—Darás un paseo. No tengo por qué darte explicaciones y estás obligado.

Aunque, después de unos segundos, añadió:

—Una persona que no podrás ver hoy quería decirte algo.

Lo dijo de forma desinteresada. Shiro, que no entendía nada pero que por alguna razón seguía calmado, respondió:

—Está bien… ¿qué cosa?

El hombre de pelo negro agitó sus dedos como si controlara una marioneta simple. Shiro fue lanzado fuera del pasillo, ahora ondeando junto a las líneas etéreas y moviéndose. Escuchó el mensaje:

—Ten un buen día… y una buena noche.

Fue lo último antes de salir lanzado por las líneas etéreas amarillas como si fueran olas.

—Espera… no te pregunté dónde esto… —dijo para sí mismo, empezando a girar entre una especie de mar que lo tragaba pasivamente.

Chaos
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