Chapter 1:
El Enlazador Definitivo
En la isla de Treguelio, una isla creada por un gran imperio neutral Llamado Endigoumo y dos países actualmente en guerra, conocidos como Maes, un reino que gana dinero a espuertas por medio del comercio de madera y comida, las cuales son sus principales fuentes de ingresos y un reino llamado Sodran, un reino que se gana el sustento a base de vender los metales y piedra de su tierra y del oro que extraen de debajo de sus tierras. En ésta isla transcurre la siguiente historia...
(Año 1190, Continente isla de Treguelio)
Lunes 31 de Enero por la mañana…
En la madrugada del mencionado día, sobre Tácigo, capital del reino de Maes, se desplazaban unos nubarrones de tormenta, las calles de la circular ciudad estaban vacías y el amanecer estaba cerca de llegar mientras la lluvia caía sin cesar y los rayos no paraban de brillar.
Las calles de la capital del reino de vapor estaban divididas en zonas, en el oeste es en donde se encontraba el distrito ferroviario donde se hallaban algunas posadas y la estación de tren a la que llegaban directamente las vías por la puerta oeste y norte, las cuales, tenían espacio para el paso del tren y de carros a vapor, todos los edificios estaban hechos de madera salvo la estación que era de piedra, en el sur de la ciudad se encuentra el distrito urbano donde se encontraban las casas de los habitantes y varias tabernas además de centros de estudio, todos los edificios resaltaban por ser mayoritariamente de madera salvo los centros de estudio que eran mitad madera y mitad piedra.
Al este de la ciudad se encontraba el sector industrial en donde se trabajaban los materiales y se fabricaba todo lo que estuviera relacionado con la tecnología de la ciudad, en esta zona también nos encontramos con la central generadora de vapor, la cual, normalmente generaba vapor de agua absorbiendo con bombas de vapor el agua de un río subterráneo para llevar dicho mineral, mediante tubos metálicos, a todas las casas y edificios de la ciudad teniendo así, para el que tenga contratado el servicio, vapor que mueva los motores de las lavadoras de vapor, calefacción de vapor, calentadores de agua de vapor… también la central de vapor llevaba agua potable para los lavabos y no potable para los retretes procedente de un lago pantanoso que se encontraba al este de la ciudad del cual obtenían el agua no potable usando unas potentes bombas de agua a vapor.
Finalmente dicha central también repartía un tipo de gas biológico que se transmitía por otro tubo aparte aunque podía contratarse en el mismo servicio que el del agua y servía para encender las lámparas y tener fuego en las cocinas de cada casa además de servir también para encender el alumbrado público, el cual, se trataba de candiles y lámparas que eran encendidas a mano por los barrenderos abriendo la llave del gas con unas llaves que solo tenían ellos, era una labor que se hacía antes de que terminara el día.
Todas las fábricas y la propia central estaban hechos de piedra y se encontraban dentro de la muralla.
En la muralla nos encontramos con unas escaleras que permiten subir a ella desde dentro con unos cañones de vapor colocados para la defensa de la ciudad que reciben la presión de vapor de la central además de tener su propio generador de vapor autónomo al lado de la muralla por si acaso la central no funcionase.
Las calles asfaltadas en ese momento se encontraban desiertas salvo por la presencia de algunas patrullas urbanas de mosqueteros, por lo que emitían una fuerte sensación de frialdad y seriedad militar.
Los aparcamientos de carros de vapor al lado de las casas estaban llenos y el viento soplaba con fuerza arrastrando el agua de lluvia por las calles.
En la parte norte de la ciudad, una zona con su propia muralla interior y su propia puerta, se encontraban el cuartel, un establo particular y el castillo pues el taller de maquinaria militar y los acorazados de vapor se encontraban en la zona industrial.
El castillo era un edificio de piedra y vidrio de arquitectura gótica que tenía a la entrada dos banderas izadas con el símbolo de Maes (una chimenea con dos engranajes a los lados sobre una bandera de color morado) y se encontraba dividido en tres zonas, la zona de la entrada en la que se encontraba el hall, a la izquierda las cocinas y a la derecha la sala de lavado de ropa y también las duchas y excusados para los sirvientes, en el pasillo de la entrada que daba al centro del castillo, había vidrieras de colores a los lados por las que entraba la luz, este mismo pasillo, tenía un pasaje subterráneo que daba al otro lado del pasillo atravesando por debajo el centro del castillo, en el centro se encontraba la sala de fiestas, una enorme sala con suelo de madera muy espaciosa y bien iluminada y adornada con candelabros en el techo, vidrieras llamativas a modo de ventanas y otros adornos.
El pasillo que iba de la sala central hasta la zona del final del castillo tenía a los lados las habitaciones de los sirvientes los cuales disponían de varias camas en varias habitaciones separadas dentro de cada habitación.
Finalmente la sala del fondo era la sala de habitaciones de la nobleza y la sala del trono.
La sala del trono se encontraba tras una puerta al fondo, se trataba de una sala espaciosa con vidrieras preciosas por las paredes, lámparas y candelabros de gas con mucho detalle y lujo en el techo, suelo de madera y una alfombra violeta que llegaba de la puerta, al asiento del trono.
A los lados de la puerta que daba al trono se encontraban las puertas que daban a las habitaciones de la familia real y para invitados especiales, las cuales eran seis, todas de un corte básico similar sin contar con la decoración personal que cada cual ponía.
Finalmente había dos puertas a mayores, una que da a un cuarto de baño para la familia real e invitados especiales y otra que da a un salón privado.
En ese momento de la madrugada, el joven rey de Maes, un chico de 20 años, dormía en su habitación, se trataba de un joven de 1,74 m de altura de piel blanca de mirada seria y pelo moreno algo castaño despeinado en este momento.
El joven rey dormía mientras su cara se retorcía por una pesadilla que acontecía en su mente:
-Soldado de Maes: ¡Apartaros de ese fuego! ¡Retroceded y recomponed la fila! Gritó un soldado blindado.
Los soldados blindados de Maes, pusieron sus escudos unidos en forma de barrera tratando de parar las flechas de los arqueros de Sodran los cuales lanzaban flechas como locos una cada 0,8 segundos, mientras tanto, la infantería blindada de Maes se defendía a su vez de los golpes físicos de la infantería de Sodran después de alejarse de la muralla para evitar la lluvia de fuego líquido del reino enemigo.
-Mosquetero: ¡Fuego!
Los mosqueteros de Maes con sus mosquetes a vapor (definición más adelante) abrieron tres ráfagas de disparos, dos contra los arqueros, de los cuales, cayeron la mitad y otra contra la infantería de los cuales solo cayeron tres por ser difícil apuntar hacia ellos.
-Rey de Maes: ¡¡Que los tanques colocados en la puerta avancen hacia este lado!! Destruiremos la muralla. Ordenó un hombre mayor de unos cuarenta y ocho años montado a caballo, de 1,78 m de altura, de ojos marrones claro, de pelo moreno peinado hacia atrás con barba, bigote y perilla con un casco que dejaba su cara al descubierto, una coraza blindada de color metalizado cubierta por una chaqueta de cuero negra de estilo victoriana y armadura de malla para las piernas recubriendo sus pantalones de cuero y calzado con botas de hierro sin pintar.
En ese momento, los recuerdos que aparecían en el sueño, se volvieron más turbios…
Los cañonazos de los acorazados se escuchaban y veían borrosos mientras reventaban la muralla al mismo tiempo que algunos de los acorazados caían ladera abajo después de ser empujados por la infantería de Sodran al avanzar por un terreno inclinado.
En ese momento, en el sueño empezaron a llover rocas incendiadas del cielo destrozando muchos de los acorazados, dejando solo unos pocos.
Las llamas se extendieron por el campo de batalla acabando con muchos soldados de Maes…
-Rey de Maes: ¡Replegaos! Les atacaremos desde la distancia.
-Soldado de Maes: ¡¡Señor!! No podemos continuar, ahora nos superan en número.
-Hijo del rey: Padre, retirémonos, esto no pinta bien. Sugirió entre lágrimas el joven príncipe.
El rey asintió con rostro serio algo molesto pero haciendo caso a las palabras de su hijo…
-Rey de Maes: ¡¡Nos retiramos!!
En ese momento los arqueros de Sodran empezaron a lanzar flechas de forma masiva y saltaron a la batalla unos guerreros enmascarados pertenecientes al bando de Sodran, los cuales, tenían la cara tapada con una tela enrollada alrededor de la boca, estos empezaron a asaltar a los mosqueteros clavando sus dagas en los lados descubiertos de sus armaduras aprovechando el humo para acercarse sin ser vistos.
Durante el intercambio de golpes, varias flechas alcanzaron a varios de los allí presentes incluido el rey de Maes, al cual, le dio una flecha en un ojo…
-Hijo del rey: ¡¡Padre!! Gritó cuando le vio caer de su montura.
Se acercó con su montura lo más rápido que pudo cuando de pronto una lluvia de flechas cayó sobre él y su padre.
En ese momento, un soldado blindado puso su escudo sobre ambos deteniendo las flechas…
-Soldado: Mi señor, tenemos que irnos.
-Hijo del rey: ¡¡No dejaré morir a mi padre!! Gritó entre sollozos el joven vestido con una armadura similar a la de su padre.
El rey no parecía dar signos de vida mientras yacía en el suelo desangrándose con la flecha aún clavada en el ojo derecho…
En ese momento, un grupo de guerreros enmascarados con trapos de tela y con armaduras de cuero y malla llegaron a su posición…
-Soldado: ¡Márchate!
El joven príncipe a regañadientes se subió a la montura y se retiró a toda velocidad con el dolor en el pecho de no haber podido ayudar a su padre y la impotencia de abandonarlo sin poder hacer nada mientras miraba hacia atrás y veía como el soldado con escudo y espada se enfrentaba a los cinco guerreros de Sodran armados con dagas, los cuales, se movían con agilidad a su alrededor, mientras el soldado trataba de golpearlos pero sus movimientos eran mucho más lentos por culpa de su pesada coraza de placas.
En ese momento, el sueño se emborrona de nuevo y el fuego de los cañones traídos por su hermana a modo de refuerzos resonaban dentro de su mente junto con los gritos de los soldados de Sodran los cuales volaban por los aires a cada cañonazo mientras los pocos que conseguían avanzar eran masacrados por los mosqueteros y los soldados blindados.
En ese momento los cañones y los pocos acorazados que quedaban arrasaron la muralla de la ciudad que estaban atacando y los refuerzos obligaron al ejército de Sodran a retroceder.
Los borrosos recuerdos terminaron en un empate técnico en el que ambos bandos lo perdieron prácticamente todo y finalmente…
-Príncipe de Maes: No puede ser… ¡Me estás mintiendo!
-Figura borrosa: Nuestra madre ha muerto…
-Príncipe de Maes: ¡¡NOOO!!
En ese momento el joven rey se despertó de su pesadilla al mismo tiempo que abría sus ojos marrón verdosos y los dirigía hacia la ventana de su habitación fabricada de preciosos vidrios de un ligero color azul/lila.
La lluvia caía de forma torrencial y el resplandor de los rayos iluminaba la habitación de resplandores teñidos del color de la vidriera al mismo tiempo que, segundos después, retumbaban los truenos haciendo temblar la habitación…
-Rey de Maes: Aghh… como me duele la cabeza…
El joven rey se levantó de la cama y se puso una camisa blanca, un chaleco de tela color violeta por encima, una corbata roja, unos pantalones negros de cuero brillante y una chaqueta victoriana negra.
La habitación del joven rey era la primera a la izquierda antes de entrar por la puerta del trono y su cama estaba al lado del ventanal de vidrio situado al oeste, al lado derecho de la misma se encontraba una mesita con una lámpara de gas y un ropero después de la misma.
Frente al ropero se encontraba un espejo de cuerpo completo y al lado derecho de este, justo al lado de la cama, se encontraba un escritorio con una lámpara de gas en una esquina.
El joven rey encendió la lámpara de gas empleando un mechero de aceite y abriendo la llave de paso del gas.
La habitación se iluminó tenuemente, dejando ver el suelo enmoquetado de seda y lana de color rojo borgoña que acariciaba los pies de cualquiera que lo pisara.
El chico se puso unos zapatos de cuero negros muy simples y después de echarse un vistazo a sí mismo ante el espejo, cogió su sombrero de copa del colgador que tenía al lado de la puerta y se dirigió al lavabo con un cubo de agua que tenía al lado de la puerta, después de peinar su pelo moreno y el flequillo un poco a un lado, cayendo por delante de su rostro, se colocó el sombrero y se dirigió a la salida…
En ese momento, mientras comenzaba a avanzar por el pasillo que iba a la zona central del castillo…
-Sirvienta: ¡Oh! Hola, buenos días majestad. Comentó con su suave y dulce voz haciendo una llamativa reverencia tirando elegantemente del vestido para luego hacer una ligera inclinación flexionando las piernas.
La sirvienta se trataba de una chica de diecinueve años de 1,68 m de altura de ojos castaño oscuro, pelo largo, moreno y ligeramente ondulado, en esos momentos algo despeinada pero que igualmente le caía de forma tal, que dejaba a entrever un peinado sencillo en el que el pelo le caía sobre los hombros y dejaba un flequillo simple sobre su frente.
Su vestimenta consistía en un vestido largo que la cubría de los hombros hasta los tobillos dejando la clavícula y la espalda al descubierto.
El traje era de lino y seda de tonalidades marrones claras y oscuras casi negras con detalles en color blanco, además, tenía pinta de ser demasiado lujoso y con demasiados detalles para una simple sirvienta.
Finalmente llevaba una gargantilla de tela de color marrón con bordes blancos, medias blancas y zapatos de tacón bajo de color marrón a juego con el vestido.
-Rey Venjeroy: Por favor Tervinsia, llamadme Venjeroy. Respondió cambiando su mirada seria por una más amable.
-Tervinsia: ¡Majestad! ¡¿Qué decís?! Jamás podría insultaros llamándoos por vuestro nombre de pila sin más. Respondió sorprendida y temerosa mientras volvía a hacer una ligera reverencia, de esta vez, poniendo sus manos delante de forma elegante y inclinándose un poco.
-Venjeroy: Haber… Tervi… soy un funcionario público, que me llamen “rey” da igual, como si me llamo primer ministro o presidente, he sido elegido tras la muerte de mis padres.
-Venjeroy: Es verdad que en parte fue porque nadie más quiso presentarse para el cargo aparte de mi primo, que además, dicho sea de paso, perdió las elecciones.
-Venjeroy: Pero de todos modos he sido elegido para ser el que esté a vuestra disposición como gobernante y no al revés.
-Venjeroy: Pero si te parece un insulto llamarme por mi nombre… entonces puede llamarme “Señor Venjer”
-Tervinsia: Entendido.
El dolor del recuerdo de su padre por la conversación hizo que se intensificara de repente su dolor de cabeza, le empezó a doler como si le hubieran golpeado en ella…
-Tervinsia: ¡Señor Venjer! ¿Se encuentra bien?
-Venjeroy: Si… no es nada… solo… tengo un dolor de cabeza muy estúpido eso es todo…
-Tervinsia: Le prepararé una infusión de té relajante. Comentó de forma diligente y agradable.
-Venjeroy: Gracias…
Entonces la sirvienta se marchó corriendo en dirección a la primera zona del castillo.
El joven rey electo continuó avanzando a paso ligero pero sin prisa hasta que llegó a la puerta…
-Tervinsia: ¡Señor Venjer! Su té está… ¡Ohps! La sirvienta se acercó corriendo hacia el joven gobernante tratando de alcanzarlo antes de que saliera.
Pero en su intento, tropezó pisando sospechosamente su propio vestido lo que hizo que perdiera el equilibrio y se fuera de morros contra el suelo tirando la bandeja y la taza en la que le traía el té, la cual, se rompió al contacto con el suelo esparciendo su contenido.
-Venjeroy: Jajajaja Tervi… ¿Qué haces? Comentó mientras se reía por la escenita que acababa de montar.
En ese momento, el joven gobernante después de hacer el comentario, se agachó y extendió su mano hacia la sirvienta para ayudarla a levantarse…
-Tervinsia: ¡Majestad! No… no tiene porqué…
-Venjeroy: Eh… nada de majestad, señor…
-Tervinsia: Señor Venjer, perdón… Cortó la sirvienta haciendo un gesto con la cabeza de decepción consigo misma.
-Tervinsia: No tiene porqué ayudarme… y menos después de haber montado este desastre. Comentó mostrando cierto arrepentimiento fingido con tono de víctima.
Sin embargo en ese momento miró de reojo al joven gobernante esperando una reacción por su parte…
-Venjeroy: No seas boba… ni siquiera le he echado nunca la bronca a ninguno de ustedes por algo tan trivial, no voy a empezar contigo. Respondió con una sonrisa mientras la ayudaba a levantarse y sacaba un pañuelo del bolsillo de su chaleco para limpiarle la cara a la joven.
En ese momento la sirvienta algo nerviosa pero decidida, iba a echarse hacia adelante esperando un beso cuando de pronto, antes de que lo hiciera, en lugar de eso el joven gobernante aprovechó para darle un toque cariñoso con el dedo índice en la nariz.
-Venjeroy: (risilla) Supongo que habrás hecho más de una taza, anda ve a la cocina y trame otra taza, ve con cuidado, andando y no corriendo a lo loco. Comentó con amabilidad
-Venjeroy: Mientras, voy a por la fregona y la escoba… Dijo para sí mismo en voz baja.
Después de un rato, el joven gobernante limpió los restos del desperfecto causado por la sirvienta mientras esta se quedaba de pie a su lado con el té en la bandeja.
-Venjeroy: Listo, hora de continuar con lo que iba a hacer. Comentó alegremente.
-Tervinsia: Lo siento, siento haberle hecho perder el tiempo.
-Venjeroy: Bah… no te preocupes… ya estoy acostumbrado a pasar tiempo contigo arreglando tus desastres jajajaja.
-Tervinsia: ¡Oye! No seas malo… pensé que me perdonabas. Replicó con tono de queja de niña pequeña.
-Venjeroy: Y te perdono, pero la realidad no la puedes cambiar y… tu torpeza se hace evidente casi todos los días para ser sincero.
-Venjeroy: De todos modos, no tienes de qué preocuparte. Comentó con una sonrisa amistosa en todo momento.
-Venjeroy: Porque en realidad, me alegra ver como de vez en cuando pones en práctica algunos de mis consejos para no meter más la pata, estoy convencido de que algún día haré de ti una buena sirvienta. Comentó guiñándole un ojo.
-Venjeroy: Es un reto que me he puesto a mí mismo, que quieres que te diga.
-Tervinsia: ¡Eh! No soy tan mala… ¿O sí? Preguntó tímidamente mientras ponía ojitos de corderito.
El joven gobernante se quedó embobado durante unos segundos con la inocente mirada de la chica…
-Venjeroy: En verdad… no lo eres, pero me gusta saber que puedo ayudarte a ser aún mejor. Comentó amablemente mientras sentía la mirada de la joven derritiendo su corazón.
-Tervinsia: Gracias señor, sois muy generoso. Respondió amablemente con una muy ligera reverencia con la bandeja aún en la mano.
-Venjeroy: Vamos, sígueme hasta el cementerio familiar.
La sirvienta asintió con una confianza muy cómplice y ambos salieron por la puerta principal a la calle con un paraguas en mano cada uno, los cuales, cogieron en el paragüero de la entrada, en ese momento, ella también llevaba a mayores la bandeja en la mano derecha.
La lluvia había amainado bastante pero aún seguía cayendo una ligera llovizna cuando de pronto…
-Mosquetero: Buenos días Venjer ¿Qué tal? Preguntó amistosamente un mosquetero que estaba haciendo su patrulla por esa zona.
Los mosqueteros llevaban como vestimenta estándar una chaqueta de cuero con una coraza blindada de color metalizado cubriéndoles el pecho, botas de placas, guantes de placas y pantalones de cuero y también llevaban un casco metálico con forma de sombrero de conquistador, sin embargo, este no llevaba ni la chaqueta ni los guantes de placas en este momento...
-Venjeroy: Buenos días Daldoos, aquí, estaba de camino al cementerio familiar. (Nota: se lee Daldus como Venjeroy se lee Venyeroy)
-Daldoos: Ahh… entiendo… ¿Le gustaría que le acompañe? Preguntó amablemente pero con seriedad el joven mosquetero de 23 años de 1,71 m de altura de pelo castaño peinado hacia atrás algo alborotado en estos momentos por el casco y la humedad, con el flequillo sobresaliendo un poco por debajo del casco.
Sus ojos son de color verde claro y lleva una ligera barba que le da un toque maduro.
-Venjeroy: Claro, no veo inconveniente.
En ese momento, la sirvienta echó una mirada a un lado algo molesta…
Después de pasearse por los jardines cercanos al castillo y de rodear el mismo, llegaron a la parte de atrás del castillo en donde se encontraban enterrados los padres del rey…
La lluvia empapaba la tierra y al mosquetero mientras la sirvienta le ofrecía la taza de té al joven gobernante cada vez que este lo solicitaba…
-Venjeroy: No me puedo creer que… esta maldita peste haya matado a mi madre hace apenas tres meses… hoy soñé con la muerte de mi padre y de mi madre…
Comentó con rabia, melancolía y tristeza mientras se le saltaban las lágrimas al ver los retratos de sus padres que cubrían sus epitafios.
El nombre que figuraba en el epitafio de su padre era Rotbu Ánquima Ontisp y en el epitafio de su madre figuraba el nombre Linnetra Garnejane Itecea por lo que el rey y su hermana se apellidaban Ánquima Garnejane.
En el retrato del epitafio de la madre, se veía a una mujer de pelo moreno castaño, de ojos verdes de aspecto de mujer de mediana edad con su vestido favorito azul marino de volantes blancos en el cuello, un collar de zafiros y unos pendientes a juego.
-Daldoos: La verdad es que la situación es preocupante… ya ha muerto la mitad de la población de la ciudad y la gente superviviente que se ha quedado es porque no tienen otro sitio al que acudir.
-Daldoos: Por eso es más que razonable ver a la gente andar con miedo por la calle y también que no salgan de sus casas en los días de lluvia, puesto que esta peste se extiende por el agua.
-Venjeroy: Si… tengo suerte de que mi primo se esté alojando con nosotros y que haya traído a sus soldados para ayudarnos a defendernos además del agua de su territorio.
-Venjeroy: Hace dos días que salió a por otra tanda… debe de estar al llegar…
-Venjeroy: Lamentablemente he tenido que cerrar el flujo de vapor de la central distribuidora, dejando los cañones funcionando solo con su sistema autónomo y los retretes como únicos utensilios capaces de tener agua sin suponer un riesgo.
-Venjeroy: El resto del agua la sacamos de los barriles de mi primo para hacer de todo, para lavar, para beber, para cocinar…
-Venjeroy: Me sorprende que los mosqueteros continuéis con la patrulla como si nada. Comentó mirando sorprendido a Daldoos.
-Daldoos: Jajajaja bueno para esto nos hemos alistado, además yo no abandonaría mi puesto ni aunque no lo fuera, para eso somos amigos de toda la vida. Comentó con una sonrisa.
-Daldoos: Además, si el ejército fuera tan cobarde como para no salir a la calle a patrullar por miedo a la muerte… entonces ¿Para qué serviríamos? Comentó con convicción y ánimo.
-Venjeroy: Ya… pero es que además… ya no podemos ni lavar la ropa con nuestras lavadoras…
-Tervinsia: Si, eso es un poco molesto la verdad, el trabajo se ha vuelto más duro desde que no tenemos las comodidades del vapor pero… se puede vivir sin ellas. Respondió también con ánimo.
-Venjeroy: Jajajaja… gracias chicos…
Ambos le dirigieron una mirada y una sonrisa amistosa.
-Venjeroy: Pero hay que rendirse también a la evidencia.
-Venjeroy: Esta ciudad está prácticamente muerta sin vapor… no puedo arriesgarme ni siquiera a…
-Venjeroy: La última vez que bebimos del agua del río subterráneo o que dejamos abierto el vapor, una décima parte de la población murió a los pocos días.
-Venjeroy: Ha quedado claro que todo este problema viene de ahí… algo está pasando con el agua de ese río…
-Daldoos: Los que están en contra de la tecnología dicen que nos está bien empleado porque dicen que fuimos nosotros los que al extraer dicha agua, la hemos terminado contaminando y siempre salen al menos una vez al día a alarmar a la población diciendo que nos lo tenemos merecido todo lo que nos pase.
-Venjeroy: ¿Aún no los habéis detenido? Preguntó sorprendido.
-Daldoos: Hemos detenido a muchos de ellos pero al día siguiente aparecen más simpatizantes con la excusa de que “si los detienen será porque saben algo” ya sabes cómo es la gente, se creen todo lo que les dicen cuatro agitadores en los malos tiempos.
-Venjeroy: Ya veo… debería hablar con la gente y aclarar un poco lo que está ocurriendo… es una vergüenza que ni siquiera pueda dirigirles la palabra… ¡No! Que no pueda ni siquiera dar la cara porque no sé ni qué decir… Comentó en voz alta y frustrada.
-Daldoos: Haber, claro que es necesario que sepan que el rey está de parte del pueblo y por lo de “no saber qué decir” no te preocupes, lo que importa ahora no es el mensaje sino la presencia, el hecho de poder decirle a tu gente “aquí estoy, tratando de resolver el problema” eso es lo que quieren todos en este momento.
-Daldoos: Ya sé que todo esto te pilla muy mal por la reciente muerte de tu madre y el hecho de que ha tenido que asumir la responsabilidad de dirigir un reino en medio de una guerra que empezó hace muy poco, para ser exactos, hace tan solo un año, pero…
-Venjeroy: El problema no es ese Daldoos… Cortó el joven gobernante.
-Venjeroy: El problema es que no sé qué decirles… porque no sé nada ¡No sé ni siquiera como empezar a resolver el problema! Comentó mientras su voz se volvía cada vez más amarga, triste y desesperada.
-Venjeroy: ¡Me sorprende! Sí, me sorprende de verdad que a estas alturas la gente no haya exigido mi destitución puesto que tienen el poder legal para hacerlo y me sorprende que no hayan elegido a otra persona en mi lugar que pueda hacerlo mejor.
-Vnejeroy: Porque yo en su lugar, lo habría hecho sin dudarlo un segundo.
-Daldoos: La razón por la que no lo han hecho es porque la gente está muy asustada y ni siquiera saben si merece la pena elegir a otra persona para el cargo.
-Daldoos: La gente no es tonta y también son conscientes de que lo que está pasando no es normal.
-Daldoos: Yo te recomiendo que hables con ellos y trates de darles una esperanza que es ahora mismo lo único que desean realmente.
-Venjeroy: Ya… pero aún así… está decidido… cuando venga mi primo hablaré con él y le pediré que celebremos de nuevo las elecciones… Comentó tajante.
Ambos acompañantes se quedaron sorprendidos por el comentario…
-Tervinsia: ¡¿No hablarás en serio?!
-Venjeroy: Absolutamente en serio.
-Tervinsia: Pero ¡No puedes decir eso! Acabas de empezar a gobernar como quién dice y ¿Vas a renunciar a la primera de cambio?
-Venjeroy: Por el bien de mi país y de mi gente debo hacerlo, debo apartarme si no me veo capaz de afrontar el problema, puede que sea la primera complicación que afronto pero… está claro que no voy a ser capaz de…
-Tervinsia: ¡Deja de decir eso! Cortó enfadada.
-Tervinsia: Este es el primer reto que te está tocando afrontar como gobernante ¿Y tu respuesta es rendirte? ¡No puede ser! Si esa es tu respuesta… entonces ¿Por qué te presentaste a las primeras elecciones? Eso ya para empezar.
-Venjeroy: Pues… porque…
-Tervinsia: Porque querías poner sobre tus hombros la responsabilidad de dirigir el reino entero ¿Verdad? Comentó bastante seria.
-Venjeroy: …
-Tervinsia: Este no debe ser el elemento que le saque fuera del cargo, sino el elemento que demuestre que usted merece ser el líder indiscutible de este país, es la prueba definitiva que debe afrontar para demostrar que realmente es merecedor de su puesto. Comentó con convicción.
-Tervinsia: Ahora no es el momento de convocar elecciones y retroceder abandonando el puesto cuando su gente más que nunca necesita una luz que los guie, ahora que todos necesitamos a un líder que pueda afrontar dificultades y aprender de sus errores para ser mejor en el futuro.
-Tervinsia: Ahora es el momento en el que necesitamos verle trabajar en resolver el problema y también es el momento de que sus palabras nos den esperanza y fuerza para seguir.
-Tervinsia: Necesitamos que seas fuerte para poder ser fuertes a tu lado. Comentó con calidez y confianza.
Ambos chicos se quedaron unos segundos pensativos…
-Daldoos: Tervinsia tiene razón, quizá debería probar a intentar resolverlo antes de abandonar y dejarlo todo patas arriba.
-Daldoos: Y si finalmente decide dar un discurso, debería tratar de fortalecer el ánimo de la gente tal y como ella dijo.
-Daldoos: No se trata siempre de dar una respuesta contundente e irrefutable, sino de ser capaz de hacer que la gente confíe y te de tiempo para resolver el problema. Comentó con confianza.
-Venjeroy: Garacias chicos… de veras os lo agradezco… ehm… quizá si pueda hacer algo antes de convocar elecciones… de hecho… ya lo he hecho…
-Venjeroy: Le he enviado una carta a un famoso investigador que se dice que es capaz de encontrar la fuente de cualquier problema… pero habrá que ver si es verdad o si se queda todo en nada…
-Venjeroy: Y luego, dejaré que la gente decida si quieren seguirme teniendo como líder o si prefieren a mi primo o a quién quiera que se presente. Comentó con rotundidad.
-Venjeroy: Yo… haber si puedo resolverlo… porque si sigo así… voy a perder la capital por culpa de esta extraña enfermedad… y posiblemente la guerra. Comentó de golpe.
-Venjeroy: Y ya conoces las normas de nuestro país, el que controla la capital, es el rey indiscutible, la capital es el corazón y los demás territorios son los brazos y las piernas por así decirlo.
-Venjeroy: Y yo he dejado que el corazón de mi país acabase envenenado literalmente… y ni siquiera sé cómo ha ocurrido ¡Pasó prácticamente de un día para otro! ¡Jamás había visto tal cosa! Gritó sorprendido y con impotencia.
El mosquetero se quedó paralizado sin saber bien que responder para animar a su líder…
-Venjeroy: Los únicos que mantienen a raya al enemigo son mi hermana en Pentano, mi tío en Tese y la fortaleza de Sinteriesca que los mantienen entretenidos para que no vengan de frente a por nosotros.
-Daldoos: Pero ten en cuenta que ellos necesitan rearmarse igual que nosotros, puesto que en la primera batalla nos lo hemos dejado todo por ambos bandos.
-Venjeroy: Lo sé… pero mira el lamentable estado en el que se encuentra mi ciudad, la que me toca controlar a ¡MÍ! personalmente… Respondió resentido señalándose a sí mismo mientras dirigía una mirada seria al mosquetero.
-Daldoos: Habeer… le estás dando demasiadas vueltas… relájate un poco. Respondió tratando de tranquilizarlo.
La llovizna cesó y entonces, la sirvienta y el rey cerraron sus paraguas…
-Tervinsia: Pero señor, el estado actual de la ciudad no es culpa suya… las circunstancias se han dado así sin más… Comentó tratando de animarlo.
-Venjeroy: Sí que es culpa mía, Tervi, si fuera un rey la mitad de bueno de lo que lo fue mi padre… este problema estaría resuelto.
-Tervinsia: Pero ya está haciendo lo que puede, ya ha puesto a Gervasio al frente de la investigación de la cura, además de lo de la carta que nos acaba de decir.
-Venjeroy: Sí pero ya han pasado casi cuatro meses desde que empezó este problema y aún no ha conseguido ni aliviar los síntomas. Comentó enfadado.
-Venjeroy: Y cuando mi madre estaba enferma por esta misma enfermedad ¡Tampoco supo detener los síntomas! Ni ayudarla de ningún modo a soportar la enfermedad. Comentó con rabia.
-Venjeroy: La dejó morir sin más porque no podía hacer nada y según él “necesitaba más tiempo” pse…
-Venjeroy: ¡Está claro que ese médico es un inútil! Por eso le mandé la carta a Adre, porque necesitamos ver qué está pasando, necesitamos saber qué está ocurriendo y cómo se supone que ha surgido este problema tan repentinamente. Comentó enormemente frustrado.
Todos se quedaron callados de nuevo a su alrededor…
-Venjeroy: Y aún por encima están esos bárbaros salvajes de Sodran que amenazan con destrozarnos en combate y arrasar todo lo que forma parte de nosotros, que es lo que harán si consiguen derrotarnos. Comentó con rabia.
-Daldoos: Eso no va a pasar, tenemos la superioridad tecnológica a nuestro favor, sólo sobrevivieron porque tenían el terreno y las murallas de Tarenfro a su favor. Comentó con fuerza y convicción.
-Venjeroy: Lo sé… lo sé muy bien… pero aún así... no estoy seguro de que tengamos muchas opciones… tenemos que pagar una enorme deuda de guerra a la Comisión de comerciantes por el dinero que hemos pedido para volver a armarnos…
-Venjeroy: Solo espero que a mi tío le esté yendo bien con su plan de compra de metales porque sea como sea vamos a necesitar hierro…
-Venjeroy: La verdad es que no tengo ni idea de donde lo va a sacar porque Sodran no está muy por la labor de venderlo barato precisamente… pero si consigue convencer a algún comerciante de que nos venda algo a buen precio… aunque sea un poco de hierro, bienvenido sea.
-Venjeroy: De hecho todo esto ha empezado precisamente por ese motivo, una guerra por el comercio de los recursos.
-Venjeroy: Todo por culpa de que la Comisión de comercio convenció a mi padre de que si ampliábamos nuestro comercio de alimento y madera al mismo bajo precio que aquí, nos haríamos de oro.
-Venjeroy: Todo con el pretexto de que serían beneficios limpios para nuestros comerciantes al no tener que pagar impuestos por comerciar en Sodran.
-Venjeroy: Un dinero que iría a parar luego a nuestros bolsillos al cobrarle a nuestros comerciantes nuestro propio impuesto como era costumbre.
-Tervinsia: Esa decisión fue un poco extraña… siempre nos hemos llevado bien con Sodran, especialmente desde que detuvimos la invasión del imperio Endigoumo uniendo nuestras fuerzas.
-Tervinsia: No sé cómo tus padres fueron tan imprudentes, era evidente que Sodran iba a tomar medidas drásticas contra eso pues seguro que lo vieron como un robo más que como un negocio.
-Venjeroy: El problema no fueron las medidas que tomaron… lo único que hicieron fue poner un impuesto de fronteras exagerado al comercio de comida y madera, solo a ese comercio para que dejáramos de vender barato y vendiéramos a su precio.
-Venjeroy: Por lo que ellos no querían llevarse mal con nosotros ni nosotros tampoco con ellos en un principio.
-Venjeroy: Mi padre nada más ver el impuesto a pagar a Sodran, ordenó la retirada del comercio de alimento y madera con Sodran pues no queríamos perder las ganancias que habíamos obtenido y pagar el impuesto no nos salía rentable.
-Venjeroy: La decisión fue tomada con neutralidad por ambas partes por lo que a ninguna de las dos familias reales nos sentó mal esa decisión.
-Venjeroy: Pero sin saber ni siquiera cómo, ocurrió algo extraño, se nos informó de que ciertas caravanas de comerciantes de nuestro reino estaban traficando con alimento y madera en las tierras de Sodran.
-Venjeroy: De algún modo, conseguían pasar los controles de pago de impuestos y introducían la mercancía de forma ilegal y vendiendo a precio regalado sin pagar impuestos y quedándose ellos con todo lo ganado.
-Venjeroy: Y digo que se quedaban con todo porque ni siquiera nosotros sabíamos lo que se vendía en Sodran por lo que no podíamos cobrar tampoco un impuesto por ello.
-Daldoos: Sí, de eso me acuerdo yo, se hacían guardias todos los días para identificar a los que salían de la ciudad en dirección sur pero no teníamos éxito en lo más mínimo porque todos decían que iban a otros lugares de Maes y no a Sodran, lo extraño es que luego traían todos notificaciones del pago de impuestos en Maes por el comercio en nuestro territorio.
-Daldoos: Nunca encontramos a nadie que no trajera dicho papel firmado y sellado.
-Daldoos: Y sin embargo, Sodran se seguía quejando todos los días del hecho de que existía tráfico ilegal de mercancías por nuestra parte.
-Daldoos: En ese momento nos indicaron que Sodran empezó a registrar carro por carro y barco por barco.
-Daldoos: Después de un tiempo, escuché en el cuartel que llegaban informes todos los días de los registros de los barcos y también escuché que el resultado era siempre negativo.
-Daldoos: Por último, misteriosamente, los registros de los carros no llegaron nunca a nuestras manos, pedimos explicaciones y la respuesta de Sodran era que sabían que había contrabando pero que aún no habían visto cómo lo logran hacer y por ese motivo no enviaban los registros de los carros.
-Daldoos: Y… entonces… continuaron las quejas y cada vez eran más fuertes.
-Venjeroy: Y tanto que se quejaban, como que el propio rey de Sodran, Yzuro Alumar, vino a hablar varias veces con mi padre y en una ocasión, casi acaban a golpes ellos dos, porque mi padre afirmaba tener el control total de lo que hacían sus comerciantes afirmando que nunca habían pisado las tierras de Sodran desde que nos pusieron el impuesto de fronteras.
-Venjeroy: Y los de Sodran afirmaban que entonces nosotros éramos los que dábamos la orden de hacer contrabando a propósito porque ellos sí vieron carros dirigirse hacia sus fronteras.
-Tervinsia: Y ahí fue cuando se lió la cosa, de eso me acuerdo yo, empezaron a asesinar a todo comerciante que cruzaba las puertas de Sodran sin permiso de la Comisión de comercio o del propio reino de Sodran tras pagar el impuesto.
-Tervinsia: Y como en Maes no éramos capaces de identificar quién hacía contrabando y quién no… pues… lo vimos como un montón de asesinatos indiscriminados porque sí.
-Tervinsia: Sin contar con que se hicieron con el control de Tarenfro, sitiándola y obligando al comercio de Maes a subyugarse a las normas de Sodran en esa ciudad o ser expulsados.
-Daldoos: De ahí que tuvieran el acceso a la ciudad para defenderse usándola como escudo.
-Venjeroy: Ya… el problema de eso fue que se pasaron tres pueblos, las normas de Sodran eran un abuso en Tarenfro, ahí ya pasaron a cobrar un impuesto altísimo no solo por entrar en sus dominios sino también por la venta de cada objeto.
Mientras continuaban la conversación, el rey dio un trago largo a la taza de té dejándola vacía en el acto, para luego dejar que su sirvienta bajara la bandeja y sostuviera la taza con la mano derecha por el asa mientras continuaba la conversación…
-Venjeroy: Además de que los comerciantes empezaron a protestar y a decir que no se sentían seguros pasando por cerca de la frontera con Sodran porque había habido varios ataques a gente que no quiso pagar solo por pasar cerca de la frontera.
-Daldoos: Según me dijeron, había patrullas militares de Sodran que rozaban el borde con nuestras fronteras y que se dedicaban al pillaje por impuesto.
-Venjeroy: Ya… ahí fue cuando mi padre decidió atacar directamente a Sodran y la primera ciudad que queríamos era Tarenfro precisamente por su valor fronterizo y comercial.
-Daldoos: Ahí empezó todo…
-Venjeroy: Si…
-Tervinsia: ¿Y no hay ninguna manera de que podamos explicar algo a alguien? No sé… quizá hablando con el rey de Sodran sobre este tema…
-Venjeroy: Ni lo sueñes… Respondió con tono y mirada seria.
-Venjeroy: Hace poco, me llegó una carta del rey de Sodran en la que decía que podíamos terminar con la guerra cediendo todos nuestros recursos a cambio de nada y también exigía tener el derecho de soberanía sobre nuestras tierras.
-Venjeroy: A cambio, prometió que la guerra se terminaría y que nadie más saldría herido pero tendríamos que ceder todos nuestros recursos, la soberanía y tendríamos que convertirnos directamente en sus esclavos.
-Venjeroy: ¡No voy a consentir eso! Prefiero morir libre que vivir como un esclavo de esa gentuza. Comentó con rabia.
-Venjeroy: La familia Alumar ya ha mostrado sus cartas… ya sabemos que están locos por ganar esta guerra… incluso su hija Iselia… esa niña con la que jugábamos cuando éramos pequeños también está a favor…
-Venjeroy: ¿Increíble verdad? Hasta fuimos aliados en la lucha contra Endigoumo y míranos ahora… no hay manera en la que podamos parar esto de forma unilateral.
-Venjeroy: No hay nadie allí que quiera la paz, solo quieren acabar con nosotros…
-Venjeroy: Y pensar que éramos tan amigos… que queríamos a Yiselao y a Iselia como si fueran hermanos nuestros…
-Venjeroy: Fue empezar a tener roces por el comercio de nuestras tierras y no hemos tardado nada en empezar a desearnos la muerte… sobretodo ellos que ¡Fueron los que empezaron!
-Venjeroy: Ellos empezaron matando a nuestros comerciantes, si nos hubieran dado tiempo les habríamos descubierto, no era necesario el derramamiento de sangre. Comentó con rabia y ira.
-Venjeroy: Y mucho menos el pillaje de impuestos por pasar cerca de la frontera, eso fue directamente un abuso de poder por su parte.
-Venjeroy: Ahora ya sabemos de qué pasta están hechos los Alumar… ¡No podemos fiarnos de ellos!
-Tervinsia: ¿Y qué me dices de Yiselao? A él no lo has mencionado.
-Venjeroy: Ese es un… un fracasado sin futuro, se dedica a hacer el vago todo el día… tiene menos poder en su propio país que una gota de agua en el océano.
-Venjeroy: Incluso si quisiera negociar la paz sería irrelevante por el simple hecho de que su palabra no vale nada… en todo caso la palabra de Iselia tendría algo de valor porque al menos es la niña bonita de la familia a la que miman a todas horas, en parte, porque es la pequeña de su casa.
-Venjeroy: Entonces aunque solo fuera por eso, la escucharían.
-Venjeroy: Pero tranquila… que ya he hablado con Iselia por carta… y si ves la cantidad de sandeces que ha escrito ¡Alucinas! Está claro que su papá se ha asegurado de lavarle bien el coco para que crea que nosotros somos los malos.
-Tervinsia: Ya veo…
Las nubes casi se disiparon tras la lluvia y los primeros rayos de sol se asomaban anunciando el amanecer mientras una fría brisa reducía drásticamente la temperatura aún con los tenues rayos de sol del amanecer iluminando el cielo…
-Venjeroy: Ehm… yo como que me estoy helando… vamos, emprendamos la marcha a dentro. Comentó dirigiéndose a ambos.
-Daldoos: Yo continuaré con la guardia. Comentó con firmeza.
-Venjeroy: ¿Pero qué dices? Si estás empapado… anda ve por lo menos al cuartel y cámbiate…
-Daldoos: Descuida Venjer, yo puedo con esto y mucho más, en medio de una batalla con lluvia no me va a dar tiempo a cambiarme de ropa, los soldados debemos acostumbrarnos a hacer nuestro trabajo en las peores condiciones posibles. Comentó con orgullo.
-Venjeroy: Estás como una cabra… haz lo que quieras anda… jajajaja si quieres cambiarte que sepas que tienes mi permiso, no quiero que mis soldados se pongan enfermos.
-Daldoos: Yo nunca he cogido un… ahh… ¡¡ACHUSS!! Ehm… vale… voy al cuartel a cambiarme antes de continuar…
-Venjeroy: (Risilla) Eres un caso perdido…
-Daldoos: ¡Nos vemos Venjer! Que te lo pases bien, emprenda bien la marcha.
-Venjeroy: Ya… igualmente…
Mientras el joven rey y la sirvienta continuaban su camino, caminando al lado de la pared del castillo, la sirvienta ya con el paraguas en la mano izquierda, la bandeja bajo el hombro y la taza en su mano derecha miró hacia el techo.
Observó que cierta cantidad de agua de lluvia se había acumulado en el borde del techo más próximo a ellos, entonces, aminoró el paso y disimuladamente se chocó con fuerza contra la pared.
-Venjeroy/Tervinsia: ¡¡Ouh!!
El agua cayó a plomo sobre el joven rey y la sirvienta…
-Venjeroy: Pero… ¿Qué ha pasado? Preguntó desconcertado y molesto.
-Tervinsia: No lo sé… Mintió con voz tímida e inocente mientras se secaba un poco con las manos.
Entonces el joven rey se quitó la chaqueta, la escurrió y se la puso a la sirvienta mientras la abrazaba tratando de darle calor…
-Venjeroy: Ahora sí que necesitamos calentarnos y cambiarnos.
-Tervinsia: Gracias mi señor… no… sé que decir… Comentó dulce y tímidamente mientras se recolocaba para abrazarse a él con una sonrisa tímida de victoria en su rostro.
-Venjeroy: Solo camina… y no preguntes… Comentó algo molesto.
Entonces la sirvienta aprovechó para abrazarse con más fuerza al joven monarca mientras llegaban a la puerta del castillo.
Después de llegar, entraron en el castillo y…
-Sirvienta 2: ¡Señor! ¿Qué os ha pasado? ¡¿Qué le has hecho niñata?! Preguntó molesta una sirvienta de aspecto de señora mayor a Tervinsia.
La joven sirvienta se acurrucó temerosa al lado del rey pegándose aún más a él…
-Venjeroy: No hizo naada… se nos cayó algo de agua del techo encima eso es todo…
-Sirviente 4: Qué raro que siempre que está con ella siempre le pasa algo a usted… algo que termina con un acercamiento muy conveniente para ella… Comentó un cocinero que pasaba por allí.
-Venjeroy: Veenga… no sean así… a todos os trato por igual… A todos os he mantenido dentro del servicio incluso en esta época de escasez…
-Venjeroy: No os quejéis por favor… que queda muy mal que digáis cosas así de un simple golpe de mala suerte como que se nos cayera agua del techo encima.
-Venjeroy: Anda ve a cambiarte… Comentó dirigiéndose a la sirvienta.
La joven sirvienta asintió y se fue a su habitación acompañada del joven rey el cual se fue a la suya después de separarse de ella.
Después de 10 minutos…
-Tervinsia: ¡Señor! ¿Puedo pasar? Preguntó golpeando la puerta de la habitación de su jefe ya vestida con un vestido de sirvienta blanco y negro de lo más normal, medias blancas y zapatos de tacón bajo negros.
-Venjeroy: Pase… Respondió desde dentro del salón privado.
En ese momento, la joven sirvienta cambió de dirección y entró en el salón privado…
El salón era un lugar espacioso con una chimenea de gas bastante potente al norte (al norte nada más entrar por la puerta) la cual estaba encendida, había dos sillones grandes rojos a los lados de una mesa circular y al sur estaba la puerta, el suelo estaba enmoquetado de la misma tela que las habitaciones y había varias lámparas de gas en estos momentos apagadas pues entraba suficiente luz por la vidriera de la pared norte de la habitación la cual se dividía en dos ventanales por culpa de la chimenea.
-Tervinsia: Ahh… discúlpeme… pensé que no tenía modo de entrar en calor y… venía a… darle un masaje… Comentó tímida e inocentemente.
El joven monarca el cual estaba sentado en el sillón de la derecha, estaba vestido con un suéter mezcla de lana y lino blanco, un pantalón negro de lino y un albornoz rojo de lana cubriéndolo entero además de unas zapatillas de cuero.
-Venjeroy: (Risilla) Siéntese ya que ha venido… Comentó moviendo la copa de vino que tenía en la mano haciendo un gesto invitándola a acercarse.
-Venjeroy: Proceda pues con el masaje. Comentó dándole la espalda a la sirvienta.
En ese momento la cara de la sirvienta se iluminó en una sonrisa amplia que el joven monarca no vio por estar de espaldas mientras ella empezaba a masajear su espalda con delicadeza y dulzura.
-Tervinsia: Si le incomoda mi presencia o mi manera de hacer las cosas dígamelo. Comentó con alegría.
-Venjeroy: No, no me incomoda nada de eso… por cierto, gracias por los consejos y los ánimos de antes… pero para mí en estos momentos eres sólo una sirvienta… no voy a darte ningún favoritismo, que lo sepas. Comentó secamente.
El silencio se hizo por unos segundos en la sala con una reacción de sorpresa en la cara de la sirvienta mientras seguía con su tarea.
Entonces, la sirvienta volvió a sonreír...
-Tervinsia: Lo sé, pero no me importa, soy feliz dando mi mejor esfuerzo por usted tanto a la hora de aconsejar como a la hora de pasar a la acción. Respondió cariñosamente.
-Tervinsia: Estoy segura de que algún día sabrás apreciarlo… Comentó esperanzada y “emocionada” en voz muy baja para sí misma.
-Venjeroy: ¿Umm? ¿Dijiste algo? Preguntó con expectación.
-Tervinsia: ¡Ah! No, nada. Respondió con nerviosismo y timidez.
-Venjeroy: Je… ten cuidado… los demás sirvientes te van a coger manía si me haces mucho la pelota…
-Tervinsia: Que piensen lo que quieran, no tiene nada de malo en que me guste mi trabajo. Comentó de forma amable y contundente.
-Venjeroy: Vale, ya no la necesito más… gracias por el masaje… puedes volver a tus quehaceres diarios. Respondió interrumpiendo a la sirvienta.
La sirvienta se puso en pie e hizo una reverencia nuevamente con una sonrisa amable.
-Tervinsia: Con su permiso, emprendo la marcha. Comentó de forma educada antes de marcharse.
-Venjeroy: Que emprenda bien la marcha pues.
-Tervinsia: Igualmente.
Mientras tanto, en Salro, capital de Sodran, justo en el amanecer del mismo día…
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