Chapter 8:

Capítulo 8 - El Héroe que Limpió el Infierno

Fantasía.exe HA DEJADO DE FUNCIONAR (Español - Spanish)


Aric no perdió tiempo. Después de comprobar que todo funcionaba como debía, completó la misión "Cuenta cuántas veces pestañeas en cinco minutos", obteniendo 30 PS.

Para su sorpresa, descubrió que pestañaba 573 veces , un récord mundial, según él.

Un logro sin duda épico, digno de inscribirse en los anales de la historia. Aunque, sinceramente, después de la misión de las sillas, esto le pareció un poco anticlimático.

«¿Quién lo diría? Mi ojo izquierdo es claramente un atleta olímpico»

—Voy en camino a convertirme en un ser divino y omnipotente... pestañeando. —murmuró con ironía mientras estiraba los brazos.

Pero no se quejaba, PS eran PS.

Con su recién adquirida fortuna, contrario a lo que cualquiera esperaría de un protagonista inteligente (o al menos mínimamente cuerdo), Aric no corrió hacia la salida para embarcarse en una nueva vida llena de trampas descaradas y giros argumentales ridículos.

En cambio, se dirigió nuevamente hacia el baño con la resolución de un héroe marchando al infierno a plantarle cara al mismísimo diablo.

Por dentro, su mente no dejaba de debatir consigo misma.

¿Qué era lo mejor de ahora en adelante? Si quería documentarse sobre este mundo y obtener algunas técnicas mediocres para arrancar, la mejor opción era permanecer en el colegio. Al menos por ahora.

No es que le emocionara la idea, pero era mejor que salir a la calle sin un plan y que cualquier transeúnte malhumorado lo mandara a volar de una bofetada.

Se podía considerar una suerte que ya tuviera un puesto aquí. Aunque fuera el más bajo en la jerarquía de empleados, esto le permitía acceder a información útil sin levantar sospechas. Y, siendo sinceros, esta era la clásica suerte conveniente del guion de la que tanto gozaban los protagonistas de novelas web. Siempre comenzaban en un sitio que parecía un completo desastre, solo para descubrir después que era un trampolín dorado hacia la grandeza.

Su nueva vida, sin disimulo alguno, cumplía con esta norma no escrita de los reencarnados.

Suspiró y cruzó la puerta del baño.

Y ahí estaban. Sus némesis.

Cubículos llenos de orina y mierda.

Su voluntad flaqueó.

El hedor golpeó su nariz como un ladrillo ardiendo en azufre. Las paredes de los cubículos tenían manchas cuya procedencia prefería no cuestionar. Papeles higiénicos en el suelo con dibujos de magas en poses eróticas. Y lo peor... lo peor... un inodoro cuya superficie estaba cubierta de algo que bien podría ser la huella digital de Cthulhu.

Tragó saliva. Su mente le gritaba que diera media vuelta. Su estómago se preparaba para la huelga del siglo. Pero no podía rendirse. Si quería salir de aquí con un mínimo de poder, debía aguantar. Con manos temblorosas y arcadas que parecían una sinfonía de terror, tomó el cubo y el paño.

En ese momento, el sistema, que hasta ahora había estado en un estado de coma inducido por la ira, pegó un grito de horror.

[¡NO! ¡NO PUEDE SER! ¡¿EN SERIO VAS A HACER ESTO?!]

—Cállate… —susurró Aric, respirando por la boca.

[¡¿SABES LO QUE ES ESO?! ¡ESO ES MIERDA! ¡ORINA! ¡MOCOS! ¡Y… Y… LO QUE SEA QUE SON ESAS MANCHAS EN LA PUERTA!]

—Lo sé, lo sé, pero si quiero permanecer en este lugar, tengo que hacerlo…

[¡No puedo dejarte hacer esto! ¡¡Eres un reencarnado, un elegido del destino! ¡No puedes rebajarte a limpiar… esto! ¡ABANDONA ESTE LUGAR INMEDIATAMENTE!]

Aric ignoró la alarma histérica del sistema. Sus ojos se humedecieron, pero no por la emoción, sino por el vapor tóxico que emanaba del inodoro.

[¡ESTE COLEGIO ESTÁ MALDITO! ¡¿QUÉ CLASE DE MONSTRUOS SON SUS ALUMNOS?!]

—Niños… solo… niños… —murmuró Aric con voz quebrada.

[¡ESO NO SON NIÑOS, SON BESTIAS! ¡BESTIAS SIN MORAL NI ALMA! ¡ESTE COLEGIO DEBERÍA SER CLAUSURADO! ¡¿QUÉ CLASE DE EDUCACIÓN RECIBEN AQUÍ?!]

El sistema, ahora sonando más como una madre preocupada que como una entidad todopoderosa, siguió con su diatriba.

[Estoy preocupado por ti. No quiero que termines como ellos. ¡¿qué pasará si te contagian su barbarie?! ¡Un día te sentarás en un baño público y lo dejarás igual! ¡No quiero eso para ti!]

[¡Hay manchas aquí que ni la ciencia moderna podría explicar! ¡Mira ese inodoro! ¡Parece que lo usaron como portal a otra dimensión! ¡Y ese olor…! ¡Aric, ese olor es ilegal en al menos tres sistemas estelares!]

—¡ME ESTÁS DESMOTIVANDO, MALDITO! —rugió Aric.

Cerró los ojos. Lágrimas rodaban por su rostro. No sabía si era por la toxicidad del ambiente o por la resignación absoluta de su existencia.

Finalmente, tras varios minutos de debate interno y externo, Aric decidió adoptar una estrategia militar: avanzar rápido, minimizar el contacto visual y rezar para que todo terminara pronto.

—Vamos… puedes hacerlo… piensa en el futuro…

Apretó los dientes, sujetó el paño y el cubo con fuerza...

Y limpió.

Luego de un tiempo indefinido, la puerta del baño se abrió y Aric regresó tambaleante a los pasillos del colegio. Su rostro estaba carente de vida, como el de alguien que ha visto suficientes horrores como para perder su humanidad.

El sistema no parecía estar mejor.

[Las manchas... se mueven... vi una sonreírme...]

[Las tuberías susurraban mi nombre... me llamaban...]

[Este baño es un nexo entre dimensiones. Nos han visto, Aric. NOS HAN VISTO.]

Aric lo ignoró. No tenía energía para lidiar con el trauma compartido. Solo quería dormir y olvidar.

Pero el destino es un bastardo cruel.

Una voz severa y rasposa lo sacó de su letargo:

—Ya era hora. ¿Por qué demonios tardaste tanto con un simple baño,? Hasta que no acabes todas tus tareas, no probarás bocado ni pensarás en descansar.

Aric reconoció la voz antes de siquiera mirarlo. No necesitaba confirmarlo. Era él.

El anciano encorvado con ropa de mayordomo.

Aric sintió un impulso primitivo, una necesidad casi biológica de agarrar a ese viejo por la nuca y sumergir su cabeza en los inodoros del baño hasta que su cuerpo dejara de patalear, ahogado entre la aberración que esos niños dejaban allí.

Y con ese pensamiento, sonrió. Sonrió como si estuviera recordando su sueño más feliz.

El anciano frunció el ceño. No sabía por qué, pero esa sonrisa lo incomodó profundamente.

—Maldita escoria… ponte a trabajar ya.

En el mismo instante en que el insulto salió de su boca, Aric sintió un dolor de cabeza atroz. Se dobló sobre sí mismo, llevándose las manos a la sien. Era como si una aguja incandescente estuviera perforándole el cráneo.

El anciano se giró sin más y, mientras se alejaba, escupió con desprecio:

—No olvides que no eres más que una basura común y corriente. La próxima vez que te encuentre vagueando, será el último momento de tu vida.

Y se fue.

En ese mismo instante, el dolor desapareció por completo.

Aric permaneció en silencio. Sus puños temblaban de rabia. Él sabía que esas amenazas no eran palabras vacías. Para ese anciano, él no era nada.

Un reemplazo fácil en una ciudad donde los desdichados abundaban.

«Un día, viejo de mierda… un día te haré pagar por esto.…»

Pero de pronto, una revelación le golpeó la mente y sus ojos se entrecerraron.

—Dime, sistema… —su voz sonaba como la de un detective acorralando a su principal sospechoso—. ¿Ese viejo es el primer peldaño en mi ascenso y el que reafirmará mi voluntad de recorrer el camino del Sistema del Abismo Carmesí?

El sistema se congeló. Si hubiera tenido rostro, habría pestañeado con expresión de nerviosismo.

[Eh… pff, no sé de qué hablas. Solo es un viejo decrépito cualquiera. ¡Existen muchas personas así! No veas fantasmas donde no los hay, amigo.]

Pero su tono lo delató.

Aric entrecerró más los ojos.

—Ya veo…

Se pasó la mano por el rostro, exhalando con cansancio.

—Entonces es así. El porqué reencarné en este cuerpo… es porque cumple todos los requisitos de un protagonista de novela de reencarnación…

[Oye, oye, no digas tonterías.]

—Eso significa que también hay antagonistas baratos diseñados para hacerme sufrir y motivarme a seguir El Sendero del Dios Masacrador sin saberlo…

[…]

—Dime… todo lo clásico del entorno de un protagonista de reencarnación también está presente en mi vida, ¿Verdad?

[...¡P-Por supuesto que no!]

Pero su silencio antes de responder lo vendió por completo.

Aric suspiró. Se pasó ambas manos por el rostro, masajeándose las sienes.

—Entonces es así… —murmuró con resignación.

El sistema tragó saliva.

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