Chapter 44:
Cronicas de Rigel
—”s-shiro... me siento pesada...”
Kaede intentaba una y otra vez, no podía, imposible. Finalmente, el cansancio de intentar tantas veces llegó; simplemente su cuerpo quería caer, aunque ella no cedía.
—”perdón... shiro, yo pensé que podría...”
Su voz quebrada estaba cubierta de vergüenza.
—”pensaste, kaede... pensaste...”
Simplemente ayudó a Kaede a acomodarse en el suelo, para después avanzar a unos metros de él.
Imponente, alto y corpulento, con un pelo largo y un rostro que daba miedo por tal seriedad, estaba el emisario de las llamas blancas, Kyou.
“Rigel no pelea, pero yo podría usar su fuerza...”
“Es inútil, no lo intentes” murmuró Rigel.
“Deja de escuchar mis pensamientos” dijo Shiro. Sin más, Rigel no tenía permiso de molestar.
Él se quedó parado, la mirada fija en el emisario.
“Kaede repetía unas palabras...”
Shiro elevó la mirada, sus ojos rojos determinados.
—”Okite, watashi no tegami…”
El éter se juntó y quería servirle; el viento se convirtió en su eje y los escombros se alejaban.
Sin más, empezó a estremecerse.
“Solo soy un don nadie, ¿por qué tengo que hacer esto...?”
Los murmullos de sus pensamientos eran distantes.
“¿Por qué piensas que estoy tan cerca...?”
Cerró sus ojos fuertemente, mientras su fuerza aumentaba; su cuerpo apenas lo soportaba.
Sin más, abrió los ojos, totalmente blancos.
—”Olvídalo... necesito un descanso, y estás en mi camino”
Sin más, el emisario empezó a reír.
—”Por fin decidiste tomar control”
El cuerpo de Shiro empezó a moverse como un juguete moldeable, como si se acostumbrara a sí mismo.
Sin más, el cuerpo de Shiro comenzó a moverse, buscando al emisario rápidamente.
—”Es inútil, tú vienes conmigo”
Extendió su mano derecha hacia Shiro, quien se acercaba con rapidez.
Shiro se deslizó al lado de su brazo, dando un leve salto; golpeó al emisario, quien no tuvo gran reacción, retrocedió unos leves pasos.
—”Maldito... no pensé que supieras golpear”
Sin más, el emisario alzó su mano izquierda, tomando a Shiro por completo.
Apretando su cuello, trató de terminar con todo.
“Duele, duele, duele”
“¿Esto es todo? Ayuda...”
“No... aún no...”
“¿Por qué...?”
“No quiero estar aquí...”
“Kaede...”
“Mizuki...”
“Yuzuki...”
“Que alguien me ayude...”
“Me duele...”
“Voy a vomitar...”
[...]
—”Suéltalo o considérate muerto”
“Eh...?”
A los pocos segundos, el cuerpo de Shiro cayó al suelo.
Kira estaba agachada a un lado, junto a los cuerpos de Vladimir y Ria, ambos inconscientes.
—”Ellos... ¿en serio los vencier-?”
—”Ahórrate las palabras, entrégate o los tres morirán”
El emisario retrocedió levemente, frunció el ceño.
—”Igualmente los matarías aunque me rinda, ¿no?”
—”¿Quieres descubrirlo?”
[...]
—”Qué tal si tú los matas y yo mato a esos dos, ¿eh?”
El brazo del emisario se alzó sutilmente y apuntó a Shiro y Kaede.
—”¿Crees que puedes hacerlo en mi presencia?”
—”¿Y tú crees que tú también puedes matarlos a ellos en mi presencia?”
Kira tenía la mirada fija en él, apretaba las manos y respiraba hondo.
El emisario simplemente dio otro paso atrás.
—”Solo tú y yo quedamos en pie, somos los más fuertes de aquí. ¿En serio quieres hundir la ciudad con sus habitantes refugiados?”
—”Eres un maldito que sabe aprovechar la situación”
Dijo Kira directamente, mirándolo con enojo creciente.
—”Tú querías hacer lo mismo. Me estoy ganando muchos enemigos últimamente... si quieres que ellos vivan, camina hacia mí y yo caminaré hacia ti; pasaremos al lado del otro y todo terminará”
Kira no dijo nada, simplemente dio algunos pasos y tomó el cuerpo inconsciente de Kaya.
Soportando el peso, empezó a caminar.
El emisario, sin mediar diálogo, hizo lo mismo.
En un silencio que marcaba la tensión del momento, caminaban sin mirarse, mientras la ciudad destruida y el mar cercano resonaban.
Y así, pasaron al lado del otro.
Kira dejó suavemente el cuerpo de Kaya a la par del de Kaede, y se quedó mirando a Shiro.
Tomó su cuerpo y lo acercó al de Kaede.
Sin más, miró sutilmente atrás.
—”Ambos queríamos asegurar a los nuestros y deshacernos del otro después, ¿no?”
El emisario se levantó levemente después de dejar a Vladimir y a Ria más alejados del campo destruido.
—”Las personas fuertes piensan parecido, ¿eh?”
Ambos dieron media vuelta y miraron al otro.
—”¿Cómo te llamas?”
—”Kira”
—”Yo Kyou, un gusto”
—”Te diré que el gusto es mío cuando mueras...”
Kira elevó su mano izquierda, levantando su guadaña sombría.
El emisario soltó una leve risa y elevó su mano derecha.
—”Bien, no pensé que fuera necesario el día de hoy...”
Un mandoble delgado emergió, colores plateados con toques brillantes azulados.
—”Muere aquí, Kira”
—”Tu cuerpo se lo daré a las almas del mar, basura”
Sin más, se impulsaron; el piso empezó a temblar ante tales fuerzas.
Kira alzó la guadaña; el emisario la desvió y levantó su espada. Kira se movió ligeramente al lado derecho, alzando su guadaña nuevamente.
El emisario interrumpió con el brazo derecho, bloqueando el avance de la guadaña.
Kira retrocedió y se elevó sutilmente en el aire, impulsándose hacia el emisario.
Alzó la guadaña; el emisario la desvió, Kira retrocedió y repitió los ataques.
El emisario desvió uno de los ataques, tomó la pierna de Kira tratando de someterla.
Kira elevó la guadaña y trató de cortar la muñeca del emisario.
Este interpuso su mandoble, y con la mano libre, Kira golpeó el rostro del emisario.
Ambos retrocedieron; la ciudad estaba en sus últimos momentos.
A lo lejos, el mar empezaba a entrar sutilmente en el puerto; la ciudad caía.
—”Se nos acaba el tiempo, demonio”
—”Agradezco el apodo, emisario...”
Kira se impulsó hacia él; el emisario retrocedió levemente.
Kira dio un leve salto en el aire, elevó su pierna y golpeó parte de la cabeza del emisario.
Este alzó su mandoble mientras recibía el golpe y trató de cortar a Kira.
Ella dejó caer su cuerpo para esquivar el ataque y se deslizó por el suelo, alzando su guadaña a los pies del emisario.
Un leve corte se provocó; este reaccionó y golpeó su mandoble contra el suelo como un martillo.
El emisario alzó el puño libre y golpeó el pecho de Kira, quien se deslizaba hacia él.
Kira retrocedía ante tal golpe, pero no cedió al suelo; estaba sudando levemente, su mirada oscura por concentración, un rostro cansado pero dispuesto a seguir.
Sin más, volvió a impulsarse.
El emisario atacaba, su mandoble se movía como un martillo, aplastando lo que se acercara.
Kira se deslizó entre el mandoble, intentando alcanzar al emisario.
Con su mano libre, este la tomó del pelo y la alzó.
—”Eres demasiado escurridiza, ¿eres un gato?”
—”Es la provocación más estúpida que he escuchado...”
Kira pateó el estómago del emisario, haciéndolo retroceder.
Soltando un leve quejido, este se levantó.
—”Me has golpeado más que yo a ti, pero... la cansada eres tú”
Kira no cedió, invocó nuevamente su guadaña y se propuso a seguir.
El emisario se impulsó hacia ella, moviendo rápidamente su mandoble de lado a lado.
Kira solo podía bloquear y tratar de contraatacar.
Finalmente, ambos impusieron mayor fuerza en el choque y terminaron separándose ante una leve explosión en el suelo.
El mar empezaba a salir, el mar de almas… susurros constantes aparecían, un sonido leve acompañando la pelea.
Kira tenía la mirada algo borrosa, estaba dando pelea, pero algo así constantemente… le emocionaba. Era la pelea que buscaba.
—”Okite, watashi no tegami…”
—”Espera, ¿en serio...?”
Los escombros salían disparados, el viento se alejaba y el éter le tenía miedo.
Entre el pelo en su frente, dos grandes cuernos negros aparecieron.
—”Muere aquí y ahora, Kyou...”
Kira se impulsó; el piso empezaba a desmoronarse ante tal fuerza.
Su mano libre se alzó ante el estómago de Kyou, traspasándolo.
Kyou golpeó fuertemente el rostro de Kira, alejándola, rodando por el suelo, el mar de almas tocándola.
Los susurros eran cada vez más altos, desesperantes, ardientes, amenazantes.
Kira se levantó, sonriendo maliciosamente, su mirada fija en el emisario.
—”Muere...”
Se impulsó nuevamente; era constante, se repetía: golpeaba, esquivaba, era golpeada.
Su cuerpo no cedía, y el emisario no se movía más de lo necesario.
El emisario alzó su espada, llenándola de llamas azules.
—”Muere aquí y ahora, maldita demonio... pensé que los tuyos ya no existían”
—”Mala suerte para ti, maldito...”
Kira se acercó, moviéndose torpemente de lado a lado.
El emisario alzó su mandoble, buscando dónde golpear; se movía muy rápido.
Kira se alzó y su guadaña conectó con el hombro del emisario.
En un leve grito de dolor, retrocedió y chasqueó los dedos; los portales azules se hacían presentes alrededor.
Kira simplemente los miraba, emocionada, expectante por pelear.
—”Sí... sí... más... ¡muere!”
Kira empezó a correr nuevamente; la pelea no terminaría.
Cortaba ciegamente las llamas azules que se acercaban desde los portales, su objetivo era uno: matarlo.
“Espera... ¿no estaba haciendo algo...?” Su guadaña desviaba el mandoble del emisario.
“Creo que olvidé algo...”
Incrementó la fuerza nuevamente en el choque; el piso cada vez bajaba más.
A este punto, el mar de almas tocaba los pies de ambos, y sutilmente los cuerpos de los caídos.
“Es verdad... estoy peleando”
Kira se cortó parte del brazo; la sangre caía pero se elevaba rápidamente, directa hacia el emisario.
La mayoría impactaban; algunas las desviaba y otras las esquivaba. Su sangre eran gotas que acompañaban al mar.
Sin más, el emisario se agachó con la mirada gacha.
Kira empezó a reírse mientras caminaba hacia él; sus piernas temblaban, su brazo sangraba y tenía sangre en el rostro.
Una sádica, a punto de alzar la guadaña y marcar el final:
—”Eres débil, emisario... el demonio que acecha soy yo...”
Su voz perdida en el abismo; sin más, su guadaña se alzó frente a él.
Fue interrumpida; el brazo dañado del emisario apretó su guadaña, la sangre cayendo de su palma.
—”Como pensé... eres exageradamente fuerte, pero tan mediocre mentalmente en ese estado!”
El emisario alzó su puño y la golpeó fuertemente, el cuerpo de Kira cayendo al piso, o más bien, al agua del mar de almas.
—”Estoy mojada... ¿qué estaba haciendo?”
Kira se incorporó suavemente, sus cuernos volviendo a un tamaño pequeño oculto bajo su pelo.
Algo atontada, subió la mirada; el emisario dañado frente a ella.
—”He de admitir que si te controlaras, probablemente ya tuvieras la victoria... pero tus defectos juegan en contra...”
Sin más, el tablero cambia rápidamente; el mar de almas empezaba a adueñarse poco a poco de Ritharion.
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