Chapter 47:
Cronicas de Rigel
Shiro, o quizá Rigel, abrió los ojos.
Él era ella, o ella era él. Alma Rigel había vuelto a este lugar.
Rigel se incorporó con lentitud, dejando que la brisa templada acariciara su piel pálida.
Su cabello negro, con un destello esmeralda que apenas se percibía bajo la luz incierta, caía en mechones suaves sobre su rostro.
Sus ojos verdes oscuro, profundos como el follaje de un bosque en penumbra, tenían una melancolía latente, como si siempre estuvieran viendo algo más allá de lo que cualquiera podía percibir.
Sobre su cuerpo, la túnica marrón que vestía se ceñía con naturalidad, una prenda de tela gruesa que se fundía con los pantalones en un diseño tradicional y práctico.
Su aspecto tenía algo de antiguo, como si no perteneciera a este tiempo, pero también emanaba una serenidad que contrastaba con la tristeza en su mirada.
A su lado, un hombre de figura esbelta y semblante pensativo mantenía la mirada clavada en un punto perdido.
Su cabello negro con sutiles reflejos esmeralda caía levemente desordenado sobre su frente, mientras sus ojos negros profundos parecían oscilar entre la nostalgia y la incertidumbre.
Su piel pálida contrastaba con la larga túnica marrón que vestía, similar a la de Rigel, una prenda sencilla pero digna, de tela gruesa y caída elegante, que se fundía con los pantalones en un diseño casi monástico.
Touka siempre había preferido la calma, pero en ese momento, su mente parecía demasiado lejos como para alcanzarla.
Alma Rigel elevó la mirada apenas.
No muy lejos, una mujer de cabello morado con bordes plateados se inclinaba sobre su espada, repasando con paciencia la superficie del filo.
Sus manos se movían con precisión, asegurándose de que cada centímetro de la hoja estuviera en perfectas condiciones.
Su cabello, recogido en una coleta que caía justo a la altura de su espalda, reflejaba la luz de forma tenue, dando la impresión de que fluctuaba entre la sombra y el brillo del acero.
Su vestimenta era funcional: un chaleco ajustado que le permitía moverse con libertad, acompañado de pantalones resistentes y botas diseñadas para el combate.
No llevaba adornos innecesarios ni detalles llamativos, solo lo necesario para el combate.
Su expresión era neutra, pero había algo en sus ojos que delataba una disciplina inflexible.
Renka no hablaba, solo dejaba que el sonido metálico del afilador hiciera el trabajo por ella.
A su lado, alguien más intentaba romper el silencio con palabras suaves y una conversación casual.
Sentada en la sombra de las ruinas, una joven de piel blanca mantenía una postura relajada, aunque sus ojos azul oscuro seguían con atención a Renka.
Su cabello, del mismo tono profundo que sus ojos, caía en ondas ligeras sobre sus hombros, enmarcando un rostro sereno pero perspicaz.
Su vestimenta era sencilla, con una blusa de mangas anchas y un pantalón gris, adaptado para la comodidad más que para la batalla.
Velka no parecía esperar respuesta inmediata, solo dejaba escapar palabras con la intención de llenar el espacio entre ellos.
A unos metros, una silueta colosal descansaba, su sola presencia imponiendo un peso invisible en el aire.
Un dragón de escamas gruesas y opacas, de una magnitud que hacía que hasta las ruinas parecieran pequeñas a su lado.
Su pecho se expandía con cada respiración profunda y lenta, y su mirada, aunque cerrada en ese instante, parecía capaz de perforar el horizonte con un solo destello.
Rhydros no necesitaba moverse para hacer notar su presencia.
Él simplemente estaba allí, y eso bastaba.
Frente a él, con los brazos cruzados, un hombre de cabello negro mantenía una conversación sin la menor preocupación.
Sus ojos, de un rojo oscuro intenso, brillaban con una determinación casi natural, el rasgo distintivo de aquellos que cargaban el linaje más fuerte de los Hinokami.
Vestía con ropa ligera, nada que restringiera sus movimientos.
Camisa sin mangas, pantalones holgados y vendas en los antebrazos, listos para amortiguar cualquier choque.
Tenzou no necesitaba armaduras ni ornamentos.
Para él, cualquier restricción era simplemente un estorbo.
Alma Rigel se quedó quieta, sus pies conectando contra la arena...
¿Por qué había un grupo tan peculiar formado...?
—No importa, a partir de estos momentos, Alma Rigel hará un repaso, y Shiro será testigo en primera persona de cómo pasó todo...
[...]
El ambiente estaba tanto tranquilo como tenso.
Touka se mantenía con la vista a la nada, un enigma en su mente no lo dejaba progresar, así que preferí no molestarlo.
Renka: "Oye, Rigel, ¿nos vamos ya? Escuchar hablar a Velka no es muy entretenido que digamos".
Velka se levantó rápidamente, moviendo la cabeza de lado a lado.
Velka: "De verdad... ¡te faltan modales!".
Renka por su parte, invocó sutilmente una carta para guardar su katana, viendo de reojo hacia arriba.
El cielo tenía leves nubes.
Renka: "Bien... ¿cuál es nuestro primer paso?".
Atrás de ella, su cuerpo se movió por instinto ante un aura tan fuerte acercándose, pero... solo era él, Tenzou Hinokami, con una leve sonrisa.
Tenzou: "Nuestro primer paso es conseguir algo de comida, ya que pelearemos cont—".
Renka: "¿Comida para qué? Almorzamos, nos vamos y ya".
Velka se paró entre los dos.
Velka: "Este... la comida es muy importante para vivir".
Alma Rigel empezó a caminar, solo ello detuvo la discusión.
Ella daba pasos sutiles hacia el dragón, llegando a estar cerca, acarició sutilmente sus escamas.
Rigel: "¿Estás listo para volar?".
Touka también empezó a caminar, siguiendo el ejemplo de Rigel.
Llegó atrás de ella.
Touka: "Oye... ¿no es muy llamativo ir montando un dragón por ahí?".
Dijo con una sutil mirada llena de desconfianza.
Rigel le dio la espalda al dragón, viendo a su grupo reunido, alzó las manos al cielo.
Rigel: "¿Por qué se comportan así? ¡Somos el grupo que salvará al mundo! Por eso vinieron conmigo, ¿no?".
Rigel los miraba con una leve sonrisa y los ojos entrecerrados.
Tenzou sonrió con determinación, y alzó el puño, imitando a Rigel.
Tenzou: "¡Marquemos nuestros nombres en la historia!".
Renka miraba con los ojos bien abiertos a Tenzou, los labios entreabiertos, sonrió ligeramente y alzó su mano junto a la de Velka.
Renka: "De verdad... seguro moriremos".
Velka: "Para eso viniste, ¿no?".
Le sonrió ligeramente, un cruce leve de miradas.
Touka estaba entre ellos, con la mirada perdida a la nada.
—¿Por qué...?
Una especie de pitido salía de su oreja, totalmente perdido... alguien tocó su hombro, unas manos suaves y delicadas.
Rigel: "¿Listo, compañero?".
Touka observó de reojo a Alma, sin más, asintió con la cabeza.
Ella le sonrió ligeramente y volvió a caminar hacia el dragón, sus escamas gruesas y opacas de un azul oscuro y líneas verdes brillantes.
Ella alzó la mano frente al rostro imponente del dragón.
Rigel: "¿Nos permites... subirnos?".
[...]
Rhydros: "Sí...".
Ese tono imponente elevó todo el desierto, hasta los más valientes sentirían miedo ante tal voz.
Renka: "Vaya... es verdad que puede hablar".
Tenzou: "Yo te lo dije, ¿no?".
Renka: "Es que a ti no te creía".
Velka avanzó entre ellos, algo pensativa, se acercó al dragón.
Velka: "¿Cómo puedes hablar sin mover los... labios?".
Rigel: "Creo que... es parte del hecho de que puedan hablar, supongo. Además, creo que no pueden mover los labios a la misma rapidez que nosotros".
Todos se acercaron al dragón, listos para partir.
Touka: "Tenemos que ir a la ciudad más cercana a preparar algunas cosas y nos iremos".
Rigel: "Rhydros, ¿puedes dejarnos cerca y quedarte cerca del Mar de Almas para partir? No creo que a los habitantes de ese pequeño pueblo les guste ver un enorme dragón".
Sin más, el imponente soltó un gran rugido en forma de aceptación.
Velka se tapó los oídos ante tal ruido.
Tenka: "P-¿por qué hace eso si puede hablar...?".
Tenzou: "No preguntes, dentro de todo es un dragón".
[...]
"Y así, nuestro viaje comenzó.
Me costó reunir tanta gente, quiero decir...".
"Tenzou Hinokami, ese tipo... da miedo, es demasiado fuerte. Tuve que ir a hablar personalmente con la familia, si no fuera porque son personas que les importa la humanidad, estaríamos sin él".
"Después, Renka Kaminari... una familia hecha para criar espadachines. Renka escapó solo para venir conmigo... es la única con sentido de la justicia en su familia, o eso creo".
"Velka Alhena... Alhena... ese apellido, querían masacrar a todo el cual lo portara, no conozco los detalles, pero hay un mito que heredan cartas... y que era peligroso. Encontré a Velka en toda esa masacre, la traje conmigo".
"Y el dragón... es un secreto".
"Sin más. Yo, Alma Rigel, me dispongo a relatar mi viaje nuevamente".
Please sign in to leave a comment.