Chapter 50:

CAPITULO 5 PARTE 4

Cronicas de Rigel


Avanzando sin detenerse ni por un instante, el pueblo se había convertido en un campo de batalla sutil en sus calles de arena. En el ambiente se olía sangre y restos de fuego junto a leves cenizas por doquier.

Renka avanzaba rápidamente, su katana arrebatándole la vida a cualquier espadachín enemigo que se acercara. Con una mirada decidida, un salto sutil la convertía en una ráfaga de cortes potentes, derribando a los enemigos con agonía silenciosa.

Se detuvo en medio del pueblo, soltando algunos leves suspiros. Por más que fueran enemigos, eran gente contratada por su familia; gente que estaba muriendo en vano.

Renka volvió a alzar la espada lentamente, bajándola rápidamente a su costado, cortando el hombro ciegamente de un nuevo espadachín con la capucha característica que los representaba. Este no fue como los demás; se empezó a retorcer en el suelo, los gritos de agonía resonando en el campo lleno de cadáveres encapuchados.

Se tomaba el hombro con fuerza para contrarrestar el dolor y se cubría con su propio cuerpo, ocultando el rostro, aunque su desesperación era clara en sus gritos.

Renka estaba con la mirada perdida en él, viéndolo, analizándolo. ¿Lo disfruta? Antes de que siguiera divagando, el espadachín Hinokami dejó caer su katana sobre el encapuchado, terminando con su lenta muerte.

Tenzou, encargado de esto, elevó sutilmente su mirada a Renka.

Tenzou: "Oye... ellos no tienen la culpa. Por más que sean nuestros enemigos, deberías rematarlos."

Al terminar de hablar, elevó sutilmente la mano izquierda, chasqueando rápidamente. Una sutil llama apareció como barrera contra un encapuchado que intentaba atacar, quemándolo al instante al entrar en contacto con las llamas del Hinokami.

Renka, como de costumbre, los observaba con orgullo y desprecio. Alzó la mano derecha para invocar un rayo morado hecho de éter, una pequeña electricidad letal que viajó hasta el encapuchado, matándolo al instante al tocar su cabeza.

Renka: "Por más que hables así, los matas sin piedad, te burlas de ellos y los quemas."

Tenzou se rió en alto al escucharla.

Tenzou: "Bueno, bueno... prefiero reírme a pelear en tales circunstancias, porque es mejor eso que pensar que alguno de estos tenía una familia a la cual mantener."

Renka: "Mi familia no contrata gente con familia. Tienen sus modales al ser una familia ejemplar como la tuya."

Tenzou elevó su mirada al cielo.

Tenzou: "Los Hinokami y los Kaminari tienen sus reglas, ¿eh?"

Renka, con curiosidad natural, elevó su mirada junto a la de Tenzou, observando con calma.

El cielo empezaba a oscurecerse, y aunque el olor a sangre era fuerte, la presencia de Rhydros en el cielo era más imponente que cualquier otro olor.

Tenzou: "Nuestro dragón parlante tomó presencia... supongo que es hora de irnos."

Renka: "No nos dejarán ir sin pelear..."
Murmuró, tomando la katana con postura firme, lista para seguir atacando. Más espadachines emergían de las sombras, cumpliendo su cometido.

Tenzou fue el primero en avanzar nuevamente. Diez pasos eran suficientes para decapitar a un encapuchado sin que nadie se diera cuenta.

Renka: "Se supone que esto es divertido...? Que mi familia mande infinidad de espadachines por una miserable katana es despiadado... Les daré una lección, matándolos a todos."

Su cuerpo se movía con agilidad extrema. Al invocar su carta, parecía convertirse en un rayo que atravesaba el aire con un brillo morado forjado por el éter.

En un movimiento rápido, el rayo pasó entre los espadachines hasta llegar al lado de Tenzou. El cabello largo atado a una coleta se movía con el viento mientras su katana regresaba a la funda.

Renka: "No mires hacia atrás, por favor."

Tenzou: "Me lo imagino..."
Murmuró pensativo. Ambos empezaron a caminar entre cientos de cadáveres sin cabeza.

Renka: "No nos dejarán tranquilos, ¿verdad?"

Tenzou: "A mi parecer son infinitos... Me parece un buen reto. Nuestro objetivo será llegar al límite del pueblo, ¿qué dices?"

Renka: "Acepto. Vamos por ellos..."

Los enemigos aparecían por todos lados: techos, callejones, detrás, adelante, por todos lados. Algunos observaban con sutileza, otros con miedo, pero todos estaban ahí para pelear y recuperar lo solicitado.

Renka y Tenzou intercambiaron una ligera mirada. El Hinokami se mostraba confiado, alzando la cabeza y sonriendo sin contención. Renka lo observaba con los ojos entrecerrados, cerrando los labios. Un suspiro bastó para que ambos comprendieran que se entendían a la perfección.

Desenfundaron sus katanas, y los espadachines no perdieron tiempo en atacar.

El primero se acercó; Renka movió sutilmente la cabeza para dejarlo pasar y golpear su espalda con el codo, desestabilizándolo. Tenzou enterró su espada en la espalda del enemigo y la retiró a la misma velocidad.

No era el único. Los demás se acercaban a grandes velocidades. Para ellos eran espadachines comunes, pero totalmente entrenados, capaces de matar a un soldado cualquiera.

Tenzou invocaba paredes llameantes aquí y allá; las llamas pequeñas acababan con cada enemigo que se acercaba, convirtiéndolos en cenizas al instante.

Renka movía su espada con una agilidad sobrehumana, rebanando hombros, piernas y estómagos con velocidad impresionante. Cada corte derribaba a otro enemigo. Su mirada se encendía con cada caída.

Sin detenerse, ambos comenzaron a correr. Renka deslizaba por el suelo y rebanaba a quien se interpusiera, dejando un rastro de cadáveres. El sonido de su katana cortaba el aire y cualquier respiración cercana.

Tenzou: "De verdad es un monstruo... qué bien elegiste a tus aliados, Rigel."

Tenzou también se movió, ágil y veloz, viajando por los techos para seguirle el paso a Renka.

Aunque avanzaban, los espadachines parecían infinitos. Tenzou se detuvo en un techo, sonrió sutilmente, listo para el reto. Cada enemigo que se acercaba caía nuevamente, esquivado con precisión y contraatacado letalmente. Ningún espadachín permanecía más de cinco segundos atacándolo.

Renka cayó a su lado, y ni Tenzou podía analizar cómo y cuándo hizo tales cortes letales.

Tenzou: "Esta chica... no para de llevarse el centro de atención sin darse cuenta."
Murmuró para sí mismo.

Renka: "No te distraigas con estas molestias. Tenemos que salir del pueblo; si no podemos con estas miserias, no podremos con lo que nos espera más allá."

Tenzou: "Tienes razón... bien, sigamos."

Ambos se dispusieron a seguir avanzando.

Mientras tanto, Rigel y Velka estaban dentro de una de las casas, buscando provisiones. Alma Rigel revisaba rápidamente comida, agua y cualquier recurso útil. Velka, detrás de ella, observaba las ventanas con nerviosismo.

Velka: "Señorita Rigel... ¿está segura de que estamos bien?"

Rigel: "Para nada. Espero que ningún espadachín loco se nos amontone de repente."

Velka tragó saliva, no eran palabras tranquilizadoras.

Velka: "Puedo preguntarles algo...?"
Dijo bajando la cabeza.

Rigel: "Seguro. De todos modos, estoy buscando y me aburro; aquí no hay nada más que recursos de mal gusto..."

Velka: "¿Cómo es que usted puede usar... maná?"

Rigel se tomó su tiempo para responder.

Rigel: "Pues... es como hablar otro idioma, ¿si me entiendes?"

Velka: "¿Otro... idioma?"

Rigel: "Ah, olvídalo. Es como que yo use el crayón verde y tú el azul; cosas diferentes hechas para distintos objetivos."

Los ojos de Velka se iluminaron y sonrió ligeramente.

Velka: "Ah... o sea que usted es diferente a mí. Entiendo, supongo que no puedo emplearlo."

Rigel: "Verás... el maná no es como el éter. No depende de la fuerza del alma, pero sí de preparación."

Velka ladeó la cabeza, tratando de comprender. Rigel suspiró y se levantó del polvo.

Rigel: "Mejor no me hagas preguntas que no puedas comprender."

Detrás de ellas, pasos se escuchaban repentinamente.

Rigel: "¡Velka, cuidado!"

Rigel invocó su carta con llamas verdes, lista para atacar. Pero Velka, impulsiva y asustada, lanzó su carta azul oscuro fuerte dos veces al espadachín, causando una explosión que destruyó dos casas cercanas.

Rigel reaccionó rápidamente, sacando a Velka de la zona antes de que fueran aplastadas.

Velka: "Yo... yo lo siento... mi poder vuelve a fallar."

Rigel: "Tranquila, tampoco tenemos que responsabilizarnos... vamos, salgamos de aquí."

Touka estaba en las afueras del pueblo, frente al desierto, observando aproximadamente diez espadachines con capucha. Entre ellos, uno con armadura plateada con detalles negros portaba espada y escudo.

Touka: "Entonces... ustedes vienen por esa espada, ¿no? Les sugiero no atacarme. Hay un dragón atrás de ustedes, aliado nuestro... no creo que quieran morir al instante."

Atrás de Touka, emergieron Velka y Rigel, decididas pero con la mirada firme. La presencia de Rhydros era suficiente para impedir ataques inmediatos.

Desde las alturas del pueblo, Tenzou y Renka aparecieron, ropas y espadas manchadas de sangre.

Renka: "He de asumir que tú eres el líder de quienes envió mi familia, ¿no?"

El caballero con armadura se mantuvo en silencio y asintió.

Tenzou: "¿Te encargas, no, Renka? Tienes una cuenta pendiente."

Renka: "Gracias por comprender..."
Avanzó junto al caballero.

Renka: "Si pierdo, pueden matarme y volver con su preciada katana. El dragón no interferirá."

Velka: "E-esto es malo, Rigel. Renka está en peligro..."

Rigel: "No te preocupes... no es un duelo que ella pueda perder."

El duelo final, que marcaría el verdadero inicio del final del viaje, empezaba.

Chaos
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