Chapter 51:

CAPITULO 5 PARTE 5

Cronicas de Rigel


El dragón de escamas gruesas y opacas estaba tranquilamente descansando atrás de los espadachines. Su presencia cortaba la respiración de la mayoría de los encapuchados presentes. Entre ellos, emergió el caballero de armadura.

Este empezó a avanzar hasta llegar a un punto intermedio de ambos bandos, y en ese momento, Tenzou y Renka avanzaron hacia él.

Touka, al verlos, suspiraba de cansancio y se recostó en el suelo, listo para observar el enfrentamiento.

Velka, al ver su actitud relajada, no podía evitar sorprenderse.
Velka: "Señor Touka... está demasiado relajado, pero se ve cansado..."
Touka: "No te preocupes... a partir de aquí depende de ella."
Dijo con un tono sutil y reflexivo.

Rigel no podía evitar alzar la mirada para presenciar un duelo frente a sus ojos.

Cuando Renka y Tenzou llegaron al punto intermedio en la arena, Renka se posó a unos metros del caballero.

Tenzou se puso entre ambos, elevó ambas manos y habló con una sonrisa.
Tenzou: "Bien... esto es como un duelo cualquiera, el primero que caiga sin oportunidad de levantarse pierde."

Renka y el caballero mantenían la mirada en el otro. Por más que el tipo de armadura ocultara su rostro, su determinación y peso por la conciencia de la pelea era notable.

Tenzou: "Bien... preparados, listos... ¡peleen!"

La frase final fue algo parecido a detener el tiempo por un pequeño instante. Cuando Renka se impulsó hacia el caballero, todo empezaría con el primer choque.

El caballero elevó su escudo y bloqueó el avance de Renka. Esta desvió su cuerpo al lado izquierdo, al derecho, estaba energética y determinada a pelear.

El caballero alzó su espada plateada y trató de atacar la cintura de Renka con un movimiento rápido en su costado. Renka no dudó: saltó y su cuerpo rodó en el aire. No terminaba ahí: alzó su pierna y trató de patear con fuerza al caballero.

Este bloqueó la patada con su muñeca, un leve quejido de hombre resonando dentro de la armadura.

Renka dejó caer su pierna al suelo y retrocedió sutilmente.

Pero el caballero se impulsó hacia ella apenas retrocedió; la espada rozaba el cuello de Renka. Ella se mantenía tranquila ante tal ataque.

En ese instante, una carta morada apareció como escudo en su cuello, bloqueando la espada y creando un ambiente eléctrico alrededor con solo una pequeña chispa de su poder.

Cuando el caballero retrocedió, Renka tomó su espada con fuerza y se dispuso a atacar.

Renka avanzaba de lado a lado, pasando por los costados, arriba y abajo del caballero. Este hacía todo lo que podía: su escudo bloqueaba cortes letales que derrumbarían paredes, su espada desviaba estocadas que cortarían el viento.

El esfuerzo se notaba y su cansancio era notable. Renka, que ni siquiera sudaba, tomó la oportunidad.

Se alzó contra el caballero, y este, en un acto de desesperación, soltó el escudo y dedicó ambas manos a la espada, bloqueando el avance de la espada de la espadachina.

Y así, aunque retrocedieron levemente, un choque comenzaba. Renka atacaba rápidamente lado a lado; su cuerpo se movía como una hoja en el aire que cambiaba de lugar instantáneamente, su katana siguiéndola lado a lado y dejando de un lado el aire. El sonido de las espadas chocando ante los bloqueos constantes del espadachín era lo suficientemente fuerte para hacer pensar que la pelea acabaría en cualquier momento.

Sin más, Renka volvió a girar en eje en el aire rápidamente; el éter del aire arrimaba conforme sus movimientos. Su espada, como un filo descendente, golpeó al caballero, el cual bloqueó con su espada. El polvo se levantaba y hacía difícil la vista. Renka fue despiadada con su fuerza.

[...]

Cuando la arena se calmó, Renka tenía la mirada perdida en el suelo. Con un ruido resonante, el caballero soltó un grito de guerra y alzó su espada con cansancio.

Renka ni siquiera reaccionaba a sus movimientos. Sin más, alzó de manera libre su katana y desvió la espada con tal fuerza natural que se separó de las manos del caballero.

El caballero estaba algo atontado; sin espada no podía pelear. Antes de que pudiera pensar de más, Renka tomó su cabeza en la mano y lo estampó contra el suelo.

Los demás espadachines encapuchados no tuvieron más opción que abrirle paso hacia el dragón Rhydros, que, aunque su rostro no transmitía emociones, se notaba orgulloso.

Renka desvió sutilmente la mirada hacia abajo, al caballero derrotado.
Renka: "Dile a mi familia que se olvide de su katana; la usaré para salvar a este podrido mundo."
Dijo con un tono serio y demandante mientras avanzaba hacia Rhydros.

Seguido de ella, avanzó Tenzou, elogiando su batalla.

Rigel estiró el cuerpo con pereza y también empezó a avanzar.
Rigel: "Me saqué la lotería con este equipo..." murmuró confiada.

Touka se levantó y también empezó a avanzar.
Velka: "Impresionante... ojalá pudiera pelear así."
Touka la tomó del hombro para que empezara a caminar.
Touka: "Tranquila, ya verás cómo tu poder nos ayuda ahí dentro."
Velka: "S-si..."

Sin más, todos avanzaron hasta Rhydros.

Alma Rigel se plantó frente a ellos, con una mirada decidida.
Rigel: "A partir de aquí no hay regreso... cruzaremos hacia el otro lado del desierto y llegaremos hacia ellos."

Tenzou soltó una risa sutil, cerrando los ojos con orgullo.
Tenzou: "Me sigo preguntando cómo estás tan segura de que nos esperan ahí..."
Rigel: "Es un secreto, jeje..."

Y así, el principio del fin finalizaba, y todos se dirigían a la pelea final.

[...]

"Porque... ¿por qué tengo este poder?"
"Es más... es más una maldición que una bendición."
"Morí una vez cuando nos emboscaron... junto a Velka."
"Morí 3 veces cuando escapábamos... tuve que aprenderme el camino."
"Morí 2 veces cuando nos separamos... no es agradable."
"No quiero morir... es horrible... ni siquiera hemos llegado... tengo que ser fuerte, yo y Rigel somos los últimos caminantes, en parte es nuestro deber."

[...]

Chaos
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