Chapter 52:
Cronicas de Rigel
El palacio estaba a las afueras de una ciudad que todavía estaba alzada hace 50 años, alto y hecho de concreto bien trabajado. Cientos de pasillos o estructuras se podían revisar, en su mayoría vacías.
Flores moradas aparecían cada cierto tiempo, acompañando fotos de difuntos espadachines o antiguos pactos que formalizaron a la familia con un potencial abrumador, al nivel de la familia más fuerte.
Había una sala muy diferente a las demás, especialmente más cuidada. Había dos filas llenas de espadachines que tenían órdenes estrictas de estar quietos, diferenciando a los caballeros normales con armaduras y a los magos regulares.
Entre esas filas, dejaban emerger un leve paso en una línea amarilla en el suelo con bordes morados.
Una gran compuerta se abrió, revelando dos figuras que avanzaban sin prisa entre los soldados, avanzando hacia un trono.
Sin más, las dos se detuvieron a una distancia considerable de ese trono.
Su caballero albino estaba recogido por una coleta, alzando la cabeza. Renka observó el trono.
Renka: "Padre..." dijo en un murmuro firme, siendo rápidamente interrumpida.
"Desapareciste por 3 días. Ordené a soldados buscarte por toda la ciudad; trataron de extinguir un clan, nada nos asegura que no harán lo mismo con nosotros", dijo el padre. Su tono firme marcaba muchas cicatrices que había dejado atrás para ser digno de sentarse en tal lugar.
[...]
"Además, ¿quién es esta joven con ropa de vagabundo que te acompaña?"
Rigel: "Oye... a mí me gusta decirle ropa casual, gracias."
El padre se levantó del trono, su rostro ocultado por el resplandor de la ventana que dejaba entrar el brillo de afuera, solo dejando notar su armadura brillante.
"Te ganaste la confianza de mi hija y ahora tratarás de robarnos, ¿no es así? Esta aliada con quienes extinguieron el linaje de la famil—"
Rigel: "Hablas mucho, ¿puedes dejar hablar a tu hija?" dijo interrumpiendo su monólogo.
"He-eh... ¿me estás faltando el respeto, no crees?" dijo con algo de irritación.
"Renka, deberás reflexionar sobre confiar en extraños; ahora deberás entrenar todo el día y dile a tu amiga que se vaya."
Renka soltó un suspiro y su mirada se fue ligeramente al suelo.
Renka: "No tiene caso hablar contigo... seré directa, me llevaré la espada que debería portar y me iré de aquí."
[...]
"¿Perdón...? ¿Qué has dicho?" El murmullo del padre fue interrumpido por el hablar firme de la espadachina.
Renka: "Dije que me llevaré la espada que me sería heredada, y así me iré de aquí."
"N-no puedes llevarte una de las tres sagradas espadas, ¡así como así! ¡Fueron heredadas por generaciones para doblar el poder mágico del portador!"
"Te crié para liderar, no para deshonrar el legado", el padre siguió hablando, muy irritado con su firme tono.
Renka: "Justo por eso me la llevo, viejo."
"Mi mayor talento... lo que pides es inaceptable."
Renka: "¿Tu mayor talento...? Tengo 7 magos apuntándome de 4 lugares diferentes, me subestimas mucho y no te importo demasiado; a ti te bastaría tener otra hija, pero la espada no puede ser reemplazada con un conjuro estúpido."
Rigel: "¿Estás segura de que desafiarás a tu propia familia?" murmuró Rigel viéndola de reojo.
Renka, con una mirada tranquila, entrecerró los ojos.
Renka: "He esperado esta oportunidad mucho tiempo, tú me diste la excusa perfecta."
En un movimiento rápido, cientos de llamas abrazadoras se lanzaron hacia el dúo. No había piedad ante tal error de una futura heredera... pero no podrían con ella.
Rigel movió ligeramente su mano izquierda, invocando su carta verde, abrazando el fuego y alejándolo en direcciones incontrolables, destruyendo pilares como si nada, cayendo escombros a los lados, creando una conmoción que alertó a todos los guardias cercanos.
Renka: "Oye Rigel... ¿te importaría buscar la espada? Tú puedes detectar maldiciones o conjuros fácilmente, ¿no? Preferiblemente trae la que tenga el rayo atravesando una espada; aquí eso significa 'poder', por favor."
Dijo con un tono desinteresado.
Rigel se rió ciegamente y empezó a caminar hacia un pasillo.
"Cuenta conmigo", murmuró mientras se alejaba en las penumbras.
"E-este... ¡atrápenla ahora!" murmuró el padre en el trono, alejándose por otro pasillo en la dirección opuesta rápidamente.
[...]
Cientos de guardias soltaban gritos de guerra y se acercaban al pasillo donde se alejó Rigel. A la velocidad de un rayo, Renka se interpuso en su avance; su mirada seria y malvada lo decía todo.
Renka: "Por fin puedo hacer lo que quiera... esta sensación de libertad es rara... y adictiva."
Cuando el primer caballero se acercó para atravesar a Renka, alzó la pierna con una precisión brutal y lo estrelló con tal fuerza que su armadura resonó como un tambor hueco, volando por los aires y arrastrando a otros soldados como piezas de dominó.
Renka: "Eso... vengan por mí."
Murmuró mientras preparaba los puños.
Rigel avanzaba rápidamente por el pasillo, doblando de vez en cuando, soltando suspiros; se reía entre ellos.
Rigel: "De verdad... no me gusta ejercitarme mientras detecto maldiciones... y esas tres espadas... están juntas, ¿no es peligroso?"
Rigel se tropezó con una mesa, soltando un quejido al caer, elevando la mirada atontada. Notó un retrato en la pared.
"Aquel que desafié a la familia, debe morir", murmuró leyendo el retrato de un espadachín entre relámpagos.
Rigel: "Vaya familia demente... ojalá los exterminen como hicieron con los Alhena... menos con cierta mujer que nos espera afuera", murmuró sin importancia, levantándose y siguiendo su camino.
Rigel: "¡Este palacio es un laberinto, me duele la cabeza!"
Volvió a doblar en un cambio de pasillo.
[...]
Por su lado, ella se movía entre ellos como una más, acabando con todo el que se atravesaba solo con sus piernas.
Renka: "Débiles... siempre me menospreciaban por ser rebelde, pero ahora caen ante mí..."
Renka se deslizaba entre ellos, elevando su pierna a uno y otro; las armaduras resonando mientras caían al suelo con una simple patada, era impresionante.
Cada caballero que caía era una espada impactando con un sonido sordo contra el suelo.
Desde lejos, los magos en posiciones específicas no encontraban un ángulo vulnerable. Después de un grito de orden, todos soltaron potentes ráfagas de fuego hacia Renka.
Ella, sin vacilar, elevó su mano derecha, invocando su carta morada. Dominó su espacio, invocando chispas de relámpagos a su alrededor, cortando perfectamente las ráfagas de fuego abrazadoras, dejándolas en direcciones indeseadas, destruyendo más pilares, dejando quemaduras o hasta impactando con algunos soldados.
Renka: "Tal vez Rigel ya la encontró... debería salir de aquí y esperarla."
[...]
Rigel abrió una puerta que le costó mucho esfuerzo al ser pesada, entrando y arrodillándose al suelo de cansancio.
Rigel: "Listo... ya desactivé la búsqueda, me siento mejor... 3 maldiciones fuertes en 3 espadas en la misma habitación... es como radiación, pero no a muerte."
Rigel se levantó después de hablar entre jadeos, viendo pilares pequeños donde posaban 3 espadas que se plantaban orgullosas junto a sus fundas.
Rigel: "Veamos... un rayo atravesando una espadita, ¿no? ¡Ah, aquí está!"
Rigel se acercó tranquilamente hacia una de las 3 espadas posadas en los pilares. Sin más, acercó su mano derecha al mango de la espada; al tomarla, sus ojos se abrieron rápidamente al darse cuenta.
El viento de la habitación se empezó a arrimar; la espada soltaba brillos rojizos de la maldición que portaba.
Rigel: "Tengo que... salir de aquí... y tú... ¡vienes conmigo!"
Con un último esfuerzo, tomó la funda de la espada y la introdujo ahí; un “clic” de alivio fue lo que la dejó caer al suelo para descansar un momento.
"Me voy de aquí... es hora de la carga pesada." Se levantó con más motivación, con la funda de la espada en mano, y se acercó a la ventana de la habitación.
Dejando ver la ciudad a unos kilómetros, saltó sin dudarlo.
Mientras caía, Renka estaba justamente en ese lugar, viéndola caer entre cadáveres de caballeros.
"Rigel... ¿es que quiere que la atrape?" murmuró en un tono tranquilo.
Rigel: "¡Rhydros, Velka, ahora!" murmuró con felicidad y tranquilidad.
En ese instante, una figura que estaba totalmente escondida e indetectable emergió, un dragón de escamas gruesas y opacas emergiendo en el aire, tomando a Rigel.
Velka: "S-señora Rigel... ¡eso es demasiado imprudente!" Velka estaba sentada con cuidado encima de Rhydros, agarrando sus escamas con fuerza; su voz temblorosa dejaba saber que claramente montar un dragón no es su costumbre.
Rhydros descendió al suelo rápidamente, soltando un rugido dominante hacia el palacio Kaminari, el cual aterrorizó totalmente a cualquier caballero, todos escondiéndose detrás de las compuertas.
Rigel: "Así me gusta, Rhydros, esos cobardes te tienen miedo."
Rhydros: "Objetivamente... no me sorprende." Su voz tan gruesa y lenta era digna de su forma; su boca llena de colmillos no se movía, podría ser perfectamente telepatía.
Renka: "El dragón habla..."
Velka: "T-tranquila, a mí también me cuesta acostumbrarme..." murmuró jugando con sus dedos.
Renka, con confianza después de cruzar miradas con el dragón, en un movimiento ágil se subió al lado de Rigel y Velka.
Renka: "Así que tú eres Velka... un placer, Rigel me habló de ti."
Velka: "La señorita habla de mí... sobre qué...?"
Rigel: "No es momento para una charla para establecer vínculos..." Su dedo apuntó a las partes altas del palacio, donde aproximadamente diez magos preparaban un solo hechizo potente, listos para lanzar una especialidad de manual, una onda expansiva de fuego.
Rigel: "Encárgate, Velka."
Velka: "S-sí, señora."
Se levantó y con técnica elevó ambas manos, doblando los codos para que sus palmas miraran hacia el palacio. Dos cartas azules abismales aparecieron y empezaron a cargar rápidamente éter.
Renka: "Un hechizo... de una carta abismal..." murmuró, antes de darse cuenta.
Renka: "E-espera, ¡destruir el palacio sería demasiado!" murmuró en un tono demandante.
Rigel: "No te preocupes..."
Velka seguía concentrando su energía; el viento rápidamente empezó a alejarse del lugar, y las cartas se elevaron y se juntaron en el cielo, explotando en una onda de éter de color azul abrazadora, llegando hasta la flama creciente por el conjuro de los magos.
Sin más, la habilidad de Velka ignoró completamente el palacio, y tal onda solo se centró en la flama creciente. Aunque rodeara el palacio, lo ignoró completamente, y cuando la ráfaga caliente explotó, dejó rastros por el palacio.
Velka: "Mis habilidades solo harán daño a quien yo desee..." murmuró mientras se sentaba nuevamente.
Renka: "Qué poder tan abrumador... puedes confundir fácilmente al enemigo y hacerlo dudar."
Velka: "Gracias... me presento formalmente, eres una Kaminari después de todo... soy Velka Alhena, un gusto."
Renka abrió los ojos impactada por alguna razón.
Renka: "¿Es broma, no? Extinguieron a los Alhena hace poco."
Velka: "La señorita Rigel me salvó..."
Rigel se rió orgullosamente, elevó la mirada.
Rigel: "Yo también me presento como es debido, soy Alma Rigel."
Sin más, Rigel le dio una pequeña palmada a las escamas de Rhydros, contacto que probablemente no sintió al ser tan colosal.
Rigel: "Vamos, Rhydros, llévanos donde nos espera Touka, tenemos que ir a hablar con el Hinokami... ¿cómo se llamaba?"
Velka: "El señor Tenzou."
Rigel: "Ah, sí, ese prodigio."
Renka: "Espera, veré si entiendo... ¿no te conformas con llevar a la última Alhena y yo, la prodigio actual de los Kaminari...?"
Rigel: "Ya te hablé de nuestro objetivo, ¿no?"
[...]
Sin más, el dragón se empezó a alzar y se empezaron a alejar en el cielo, empezando a acercarse al desierto.
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