Chapter 56:

CAPITULO 5 PARTE 10

Cronicas de Rigel


“¿Por qué tengo que ser yo...?”
“No tienes que ser tú... no estás solo.”

.....

—“Yo... Velka Alhena... soy la última de mi linaje... La señorita Alma Rigel me rescató en un oasis cerca de mi antiguo hogar...”

[...]

—“Solo me pidió una cosa a cambio de salvar mi vida, para construir una nueva... bueno, dos cosas.”

[...]

En ese lugar pacífico en el desierto, Velka tenía sangre deslizándose suavemente por sus brazos hasta caer en la arena. Estaba confundida; sus ojos azules oscuros, entrecerrados ante la vista que tenía, no podían evitar suspirar o jadear de vez en cuando.

Hace poco, un grupo de enemigos no detectados, con una gran cantidad de éter, arrasaron con lo que consideraba su familia, una familia que murió frente a ella hace unas horas.

Velka: “¿Por qué...? ¿Por qué...? Mamá... papá... h-hermana...”
Sus palabras quebradas en un llanto sutil solo hacían que su garganta se sintiera más seca; aparte de la sangre, también goteaban lágrimas.

Mientras lloraba en silencio, pasaba ligeramente sus delicadas manos por los raspones en sus brazos; su ropa estaba desgastada, y mucho tiempo en el sol le habría dejado quemaduras.

Sin embargo, su rostro fue cubierto por una sombra emergente. También pudo ver un calzado con su vista baja... apenas en ese momento pudo pensar que hace unos instantes se escuchaban pasos hacia ella.

—“¿Es... es el fin...?”

Velka elevó ligeramente la mirada, esperando lo peor: un asesino, un demonio como los cuentos, ¿algo peor tal vez? ¿O un milagro, como un sobreviviente?

Ese último pensamiento hizo que elevara la mirada por reflejo; las lágrimas se alejaban ligeramente de su rostro por el reciente viento. Una mujer desconocida estaba frente a ella, pero sus ojos verdes le veían directamente.

—“Hola, mi nombre es Alma Rigel. Por aquí la gente también se presenta así, ¿no?”
Pronunció el joven, presentándose con un tono tranquilo...

—“Ella... ¿no ve que estoy sangrando...?”
Pensó Velka, con una mirada tanto esperanzada como desilusionada.

Alma Rigel se acercó a ella, agachándose frente a Velka con una sonrisa ligera.

Rigel: “Tú... ¿eres Velka?”
Velka: “¿C-como me conoces...?”
Murmuró con la cabeza baja, con la voz quebrada.

Rigel: “Eso no es importante... La gente que arrasó con los tuyos está cerca, ¿quieres que te salve?”

La peli azul, con ambas manos, tomó fuertemente una de las manos de Rigel, quebrándose en llanto.

Velka: “P-por favor, señora Rigel... ¡yo puedo serle útil! ¡Sé mucho sobre cómo ser una buena chica, y-yo podría guiarla a la ciudad cercan-”

Rigel: “¿De qué tonterías hablas?”
Murmuró Rigel, levantándose y animando a Velka a hacer lo mismo.

Rigel: “Tú... con tu poder me ayudarás a salvar este mundo.”

Velka: “¿M-mi poder...?”

Rigel: “Ya no trates de ocultarlo, no hay a quién ocultarlo, Velka.”

Velka tenía la mirada como un espejo, a punto de quebrarse en llanto, pero la cálida mirada de Alma Rigel era tranquilizadora. Hasta que Velka no pudo evitar sentir una punzada, intuición; parecía que Rigel sentía algo similar.

Antes de que Velka actuara, Rigel tomó su muñeca, deteniéndola, y sonriéndole con confianza pura.

A lo lejos, múltiples encapuchados acechaban, algunos notablemente fuertes, bajos, débiles, altos, viceversa.

Velka tenía miedo creciente, temblando, sudando, temblando otra vez.

Velka: “E-este... Rigel, son ellos... ¡vámonos, por favor!”

[...]

Sin más, uno de los encapuchados, uno que tenía musculatura más alta que el promedio, alzó su mano derecha. Bajo esta, sus manos estaban arrugadas, pálidas; incluso resaltaban parte de las venas.
De sus dedos salían cristales rojizos que se extendían, convirtiéndose en un filo que atravesaría a Velka.

—“Yo... ¿moriré así...?”
Pensó mientras se perdía en la desesperación y el miedo.

[...]

Mientras cerraba los ojos, aceptando con terror su destino, se pudo escuchar un sonido vibrante; abrió los ojos por instinto.
Una persona que desconocía se paraba firme ante las dos, alzando con orgullo una carta que brillaba de un verde llameante, desviando fácilmente los cristales.

Rigel: “¡Así se hace, Touka!”
Gritó Rigel con orgullo.

Velka desvió su mirada temblorosa hacia Touka... su mirada se iluminó con esperanza, llorando de una especie de felicidad.

—“Ese chico... lo conocí ese día, silenciosamente, yo... lo observaba a diario, y ahora me doy cuenta de cómo su mirada... se hizo la de alguien que sufre en silencio. Ese día... e-este... yo... es incómodo decirlo, pero creo que... creo que le llaman enamoramiento a primera vista... Esa calma que me transmite... siento que nadie más podrá hacerlo.”

[...]

Los miles de hojas en los árboles se agitaban ferozmente, soltando un ruido creciente.
Velka se aferraba a las escamas de Rhydros mientras sus compañeros peleaban abajo. Tenía miedo, trataba de reunir el valor suficiente para bajar y pelear, pero se le hacía imposible... lo mínimo que pudiera hacer, lo haría sin dudarlo.

Velka: “Hice una promesa... si él muere, la promesa se romperá... no puedo dejar que eso pase.”
Murmuró con creciente determinación de una promesa que no planeaba olvidar.

Trataba de asomarse al suelo, pero Rhydros se agitaba entre los árboles; el pelo azul de Velka se movía ferozmente por su rostro y al aire, sus ojos se entrecerraban ante tanto viento.
—“Touka...”

[...]

Tenzou se impulsaba rápidamente entre los árboles de gran tamaño, su espada se movía conforme su instinto la guiaba.
Del lado opuesto, Renka de igual manera se impulsaba entre árboles, escondiéndose y tratando de atacar de algún modo.

Vael estaba entre esos árboles, quieto, sin mostrar gran interés o presión al pelear, mirando de reojo a sus contrincantes.

Vael: “La presión numérica puede jugar en contra fácilmente... o eso dicen por ahí.”

Bajó la mirada, elevó su mano derecha y chasqueó los dedos, un chasquido que resonó por todo el bosque, silenciándolo por un instante que parecía durar más de lo debido.

El aire se reunió de forma compacta, tomando el éter de su alrededor, comprimiéndolo en una sola masa, para así, al apretar su puño, hacerla explotar a todo su alrededor.

Todos los árboles fueron cortados, dejando descubiertos a Renka y a Tenzou.
Ambos detonaban una mirada de inseguridad, planeando su siguiente movimiento, desesperado, razonable, o hasta pensando qué hacer para no morir.

Las ramas gigantes y núcleos de la madera caían lentamente, pero de manera amenazante.

Tenzou endureció su mirada, clavando su katana en el suelo, la llenó de éter y la hizo explotar junto al fuego que acumuló dentro de ella: una mezcla de explosión de éter y llamas crecientes, rodeando a Vael con llamas amenazadoras.

Al mismo tiempo, Renka había alzado con orgullo su katana, llenándola de su propio éter; el color representante, morado, brillaba en su katana. Del cielo empezó a descender la convocación de su katana: un gran relámpago que caía amenazadoramente rápido hacia Vael.

Tenzou, por su lado, apretó el agarre a su espada clavada en el suelo, haciendo que el fuego se reuniera con Vael, tratando de rodearlo.

Vael se quedaba quieto, con la espalda arqueada y la cabeza jorobada, observando a sus oponentes con una mirada inquietante.

Los árboles cayeron, el relámpago impactó, el fuego se reunió.
El fuego abrazó a los árboles, el calor se propagó considerablemente; el relámpago causó una gran explosión justo cuando los árboles cayeron, un impacto colosal solamente para un enemigo.

—“¡Cuidado, cúbranse!”
Murmuró una voz de hombre que nadie se molestaría en descifrar en ese momento. Por reflejo, Renka invocó su carta y Tenzou la suya.

Toda la madera, fuego y chispas fueron desviadas en su eje por una colosal explosión del mismo aire.

Renka no se detuvo ante tal impacto, alzó la espada con ambas manos, y a su costado emergió una ráfaga llena de éter que tomaba forma de un rayo morado, yendo directamente hacia un Vael escondido en humo.

Tenzou siguió su ejemplo, elevando la mano derecha, invocando su carta y convirtiéndola en un intento de ráfaga de fuego.

Ambos ataques resonaban en el ambiente, el viento se alejaba y el calor se sentía.

Cuando el humo se disipó lo suficiente, se observó ligeramente el rostro de Vael moverse.
Ese instante, solo ese instante, causó cualquier tipo de miedo en Renka y Tenzou, tratando de alejarse lo más posible en ese momento.

Un segundo de pérdida, un ataque de pérdida, un miedo colosal, una batalla posiblemente ya decidía para ellos.

Ambos ataques de los espadachines explotaron y se disolvieron en ataques múltiples potentes.
El fuego chocaba con los árboles, las chispas chocaban con el suelo o cielo; Rhydros moviéndose con entusiasmo para esquivar todo esto, entre su vuelo, abrió su hocico y liberó casi instantáneamente, a la velocidad de un rayo, una ráfaga de energía solar cargada de maná, como una chispa de luz.

El rayo cegador impactó en el humo donde estaba Vael, la explosión destruyendo más el ambiente.
Rhydros siguió moviéndose entre los árboles.

Velka, por su parte, aún temblando, nerviosa, pero llenándose de determinación, elevó sus manos, tratando de no caer de las escamas de Rhydros.

Velka: “Yo también... quiero ayudar.”
Murmuró de forma tímida; cuando su mano empezó a brillar por invocar su carta, tuvo miedo.

—“No... no lo hagas.”
Murmuró de forma demasiado lenta el dragón; esa sola frase atemorizó a Velka, pero le trajo conciencia.

Velka: “E-está bien... seguiré el plan...”

[...]

Velka: “E-espera... ¡qué hace él ahí...!”
—“...el joven Touka...”
Murmuró Rhydros.

En el suelo, entre árboles gigantes, mientras Renka suspiraba y mantenía la postura temblorosa, y Tenzou jadeaba mientras apretaba los puños, Touka tenía su carta verde llameante al lado de la cabeza de Vael.
Entre el humo, se podía notar ese momento fijo.

Vael le miró de reojo, cerrando los ojos.

Vael: “Interesante... ¿cómo sabías que estaría aquí...? Mas bien, ¿cómo sabías que atacaría...?”

Touka no respondió, su mirada siguió fija en Vael.

Vael: “Inténtalo.”

Touka suspiró; grave error.
Apenas soltó una bocanada, el éter lo traicionó: fue arrastrado como basura por el aire hacia un árbol cercano, chocando con fuerza.

Todos los presentes prestaron atención a eso.

Renka: “¡Oye, ¿qué haces?! ¡Levántate y vuelve a retroceder!”
Gritó Renka de forma desesperada.

Tenzou: “¡Eso mismo, el plan era que Renka y yo pelearíamos directamente!”

Vael se rascó la nuca mientras observaba a un Touka impactado con atención; parecía llegar rápidamente a una conclusión.

Vael: “Tú... eres peligroso, mi batalla individual es un desperdicio... Los humanos son débiles, pulen técnicas de por vida solo para perecer ante un ser que tiene un poder mayor, un don de nacimiento.”

[...]

—“Es... es hora, mi última ronda...”
Pensaba Touka.

Con un poco de dolor, se levantó del suelo.

Touka: “Renka... Tenzou... pelearé con ustedes, no me importa que opinen.”

Renka, aunque sorprendida, sonrió.

Renka: “Como quieras... hay que ir en serio antes de morir.”

Tenzou no respondió, simplemente se determinó aún más, sonriendo ante las adversidades.
Y así, la pelea comenzaba.

[...]

En otro lado del bosque, ellas dos yacían paradas, mirándose fijamente.
Alma Rigel permanecía tensa sin ocultarlo, atenta a su entorno; el mínimo cambio sería fatal.

Pandora: “Qué aburrida... con razón el otro se fue.”
Rigel: “No hables de mi amigo como si lo conocieras...”

[...]

Ella se movió ligeramente, ladeando la cabeza.

Pandora: “Eres muy tonta, Rigel...”

Rigel bajó la guardia.

Rigel: “¿De qué hablas, Pandora?”

Esta sonrió ligeramente.

Pandora: “Parece que... hemos repetido esta conversación unas cuantas veces... Siento que el reloj del tiempo está averiado... pero sin estarlo, como si alguien lo retrocediera para que marque la misma hora...”

Rigel estaba confundida, mirándola directamente a los ojos.

Rigel: “¿Perdiste la cabeza...?”

Pandora: “Tú perdiste a todos tus compañeros menos ese tal Touka, ¿no?”

Rigel: “¿C-como lo sabes?”

Pandora: “Eso no importa, pero...”

[...]

Pandora: “Es hora de detener este juego.”

Chaos
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