Chapter 59:
Cronicas de Rigel
“En pocas palabras... ¿quieres saber qué pasó ahí, ¿no? De todos modos, me esforcé porque mientras estabas en trance no vieras todo... no quiero que lo veas”,
dijo Alma Rigel, resonando en la mente de Shiro.
Shiro estaba sentado en el balcón de su habitación de enfermería, tenía vistas hacia el desastre que quedó hecho en la mayoría de la parte baja de Ritharion.
Podía observar cómo, a lo lejos, los habitantes trataban de recuperar algo de los escombros, sin éxito.
—”Rigel... no, quiero decir... Alma, necesito verlo, si no... no creo que siquiera pueda dormir bien...”
Alma Rigel se rió ligeramente en la mente de Shiro.
“Nunca pensé que te verías tan interesado, aunque después de ver todo eso, tal vez deba decírtelo.”
—”¿Qué pasa...? Espera... ¡es verdad, yo conocí a Touka los primeros días que estuve en este lugar... tengo q-!”
Las palabras de Shiro fueron interrumpidas por unas frases que salieron de su mente:
“Touka es el abuelo de Kaede, así que técnicamente no te mintió cuando te dijo que era un familiar lejano.”
...!
—”Espera... ¿enserio? Quiero decir, ¿sigue igual de joven que hace 50 años...?”
[...]
Alma Rigel se quedó en silencio un momento. Por alguna razón, Shiro podía percibir que estaba preparando las palabras.
“Para eso te mostraré todo, desde cuando intenté sellar a Pandora, hasta cuando terminó todo.”
—”Está bien... ¿cuándo?”
“Ahora.”
—”E-eh? Espera, necesito descans-”
El cuerpo de Shiro se puso flojo, recostándose y cerrando los ojos, entrando nuevamente en un sueño.
La carta de Alma Rigel brillaba en ese espacio tan cerrado y abierto, un lugar donde no se definía qué paso te dejaría caer al vacío.
Pandora estaba entre las sombras, pasaban entre ella, la atravesaban, pero parecía que la cortarían en un movimiento falso.
A unos pasos, Alma Rigel la veía fijamente.
—”Se acabó, Pandora” —dijo Alma Rigel observando directamente a Pandora, sin pestañear.
Pandora observaba a su alrededor, buscando cualquier señal de vulnerabilidad.
—”¿Qué planeas hacer conmigo...?” —murmuró Pandora.
—”Te sellaré aquí y ahora. El mana es muy útil, permite hacer hechizos tan fuertes y diferentes que los de éter. Puedo sellarte si uso suficiente mana; lastimosamente el sello solo duraría 50 años, pero...”
“...pero voy a viajar con mi carta con un títere, así podré restaurar el sello antes de que el tiempo límite llegue...”
“...y así, una y otra vez, voy a viajar medio siglo todo el tiempo. Para mí será una hora, para ti será la eternidad, Pandora.”
Alma Rigel elevó su mano derecha, apuntando a Pandora.
—”Ríndete aquí mismo, Pandora... no, soy muy tonta pensando que sacrificarás tus ideales.”
Pandora retrocedió un paso, sintiendo que su pie se desbordaría. No fue así; estaba levemente sofocada.
—”Tonterías... ya no trabajo sola. Resucité a Vael con el demonio de las alas negras... hice que Selene hablara con la luna... hice que Kyou siguiera mis ideales, atrapándolo en un mar de ignoranci-”
—”Perdón Pandora, pero tus subordinados no me interesan.”
—”¿Los ignoras? Ellos llevarán al mundo la desgracia que yo no pue-”
—”Te olvidas de algo, Pandora” —dijo Rigel interrumpiéndola nuevamente—. “Te olvidas de que la sociedad evolucionará; cada año que pasará será un avance para los humanos...”
Alma Rigel empezó a hablar de forma más lenta, como una lección de vida o un recuerdo.
—”La humanidad... ellos tienen la ventaja: al tener una corta vida, siempre tratarán de superarse... Por ejemplo, Yuzuki Kaminari será más rápida al lanzar rayos que Renka Kaminari.”
—”¿Eh? ¿Quién es esa tal Yuzuki?”
—”Ni siquiera yo lo sé, Pandora... son nombres de aproximadamente los próximos 35 años.”
Pandora siguió escuchando con atención.
—”Sabes... en este lugar tan sombrío, no veo mucho, pero al mismo tiempo veo más que otros... ¿conque Touka estuvo muriendo una y otra vez para esto...? ¿Entonces no hicimos todo esto a la primera...?
Para mí fue así, pero Touka... aún no lo entiendo. Un reloj... paradojas... otra versión mía... eso no tiene sentido.”
—”Entonces estaba en lo cierto, el tiempo estaba siendo alterado...” —murmuró Pandora para sí misma.
—”Gracias, Alma Rigel. Gracias a que te la pasaste hablando, comprendo muchas cosas...”
Pandora elevó su mano derecha hasta la altura de su pecho, invocando lentamente una carta negra con partes rotas, emanando oscuridad.
Tick tack, tick tack.
El reloj se había movido nuevamente, rápidamente, de atrás y hacia adelante. Alma Rigel lo movilizaba.
Finalmente, solo pasaron 5 segundos para que Pandora destruyera la carta.
—”¿Qué... qué estás haciendo?” —dijo Alma Rigel.
Pandora tenía una mirada pensativa y tranquila.
—”En estos momentos, estaba viajando entre líneas de tiempo... más bien, el futuro... Te descubrí, Alma Rigel, tu futuro títere... qué nombre tan raro...
Shiro Mimosa.”
Alma Rigel se tensó. Ella ya lo tenía todo planeado, pero se le estaba saliendo de las manos.
—”Entiendo, entiendo perfectamente... solo tengo que matar a ese chico. No creo que consigas tan fácilmente otro títere.”
Pandora invocó otra carta negra, más rasgada que la anterior.
Alma Rigel, por instinto, apretó su propia carta al mismo tiempo que la de Pandora.
[...]
Ellas estaban quietas, pero el reloj estaba moviéndose rápidamente mientras el tiempo pasaba. Sus cartas peleaban por él; no era el tiempo, pero era necesario.
Alma Rigel tensó la mirada, y Pandora esbozó una ligera sonrisa.
Finalmente, la zona donde estaban —que era totalmente oscura— se dividió rápidamente en una mitad llena de blanco, donde pensarías estar seguro al caminar.
—”Alma Rigel... tu plan fracasó.”
—”No... imposible... necesito... ¡lo tengo!”
Alma Rigel chasqueó, saliendo por un instante al bosque del infierno.
Touka... TOUKA...! ¡Apúrate y entra!
El mundo estaba algo distorsionado. Touka estaba en el suelo, cansado, mientras Velka le acariciaba el cabello, tratando de calmarlo. Ambos seguían en el escudo que provocó la carta de Velka.
En el exterior, Tenzou protegía con su propio cuerpo a Renka de los ataques imprecisos y devastadores del dragón Rhydros.
Vael recibía de lleno los ataques, igualmente Tenzou, pero ninguno de los dos era dañado externamente.
¡Touka... apúrate, MÁTALO!
La mente de Touka viajó cuando parpadeó. Las líneas de tiempo eran acomodadas como un rompecabezas.
—”Lo tengo... Shiro Mimosa... ¿Pandora le quitó el alma...?”
¡S-sí! ¡Necesito que traigas la carta de regreso! En estos momentos estás viajando al futuro, ¡¿entendido?! Tienes que matarlo para que la carta se active, así él revivirá y la carta se aferrará a traerlo a este lugar. Así será considerado un alma perdida.
—”Entiendo... nunca me vuelvas a pedir esto, estoy cansado.”
[...]
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Era una mañana fría del 7 de noviembre de 2016. Las calles de la ciudad se mantenían en su constante flujo, donde las horas parecían perder su significado. Las luces venían y se iban, una constante que marcaba el paso del tiempo sin importancia alguna.
A las 20:00, una figura solitaria caminaba por una calle desierta. Llevaba puesta una chaqueta verde oscuro que se fundía con su pantalón negro de corte holgado. Unos zapatos de un azul marino completaban su atuendo.
Su cabello negro caía desordenado sobre su frente, sin que le importara mucho su aspecto. No era alguien que se preocupara por su apariencia.
Lo que sí destacaba eran sus ojos, de un rojo carmesí que sobresalía incluso entre las sombras de la noche.
Su nombre era Shiro, un joven de 17 años que estaba por terminar la preparatoria. En esas fechas finales, las clases pasaban a ser lo menos importante para alguien que, como él, ya había alcanzado el mínimo para aprobar.
Esa noche, salía de una pequeña tienda con algunas golosinas y una bebida en mano, listo para otra noche de rutina.
Shiro, algo alto para su edad (1.80 metros), caminaba por las calles extrañamente vacías. Su cuerpo, delgado pero firme, avanzaba con tranquilidad.
Al pasar al lado de un callejón, Touka ni siquiera habló: atravesó su corazón con su propio brazo, matándolo instantáneamente.
Touka tomó de los hombros a Shiro, arrastrándolo hacia dentro del callejón.
“Perdón por hacerte hacer esto, Touka, prometo que te lo recompensaré.”
“No me molestes...”
Touka dejó el cuerpo de Shiro Mimosa en el callejón. Mientras se formaban charcos de sangre, empezó a inspeccionarlo sin piedad.
Sacándole cosas, por accidente empezó a mover el cuerpo del moribundo. Sin remordimiento, tiró un pedazo de hueso cerca de la entrada del callejón.
Al revisarlo, encontró su cartera; sin importancia, la dejó ahí.
Finalmente, encontró un pedazo de vidrio en sus bolsillos. Al tomarlo y apretarlo, las anomalías empezaron.
El reloj se movía nuevamente.
[...]
tick tack
Ultimo Reinicio.
Era una mañana fría del 7 de noviembre de 2016. Las calles de la ciudad se mantenían en su constante flujo, donde las horas parecían perder su significado. Las luces venían y se iban, una constante que marcaba el paso del tiempo sin importancia alguna.
A las 20:00, una figura solitaria caminaba por una calle desierta. Llevaba puesta una chaqueta verde oscuro que se fundía con su pantalón negro de corte holgado. Unos zapatos de un azul marino completaban su atuendo. Su cabello negro caía desordenado sobre su frente, sin que le importara mucho su aspecto. No era alguien que se preocupara por su apariencia.
Lo que sí destacaba eran sus ojos, de un rojo carmesí que sobresalía incluso entre las sombras de la noche. Su nombre era Shiro, un joven de 17 años que estaba por terminar la preparatoria. En esas fechas finales, las clases pasaban a ser lo menos importante para alguien que, como él, ya había alcanzado el mínimo para aprobar.
Esa noche, salía de una pequeña tienda con algunas golosinas y una bebida en mano, listo para otra noche de rutina.
Shiro, algo alto para su edad (1.80 metros), caminaba por las calles extrañamente vacías. Su cuerpo, delgado pero firme, avanzaba con tranquilidad hasta que, al cruzar un callejón, algo blanco atrapó su atención. Sin pensarlo demasiado, desvió su mirada hacia el lugar, sintiendo una leve curiosidad que lo empujó a adentrarse en el callejón.
Al agacharse para investigar, notó un objeto pequeño y frío, de superficie lisa, entre las sombras. Lo levantó con dos dedos de la mano izquierda, la que no sostenía la bolsa de sus compras. Sintió el peso del objeto en su mano, una sensación que lo incomodó ligeramente. Sin embargo, no le dio mayor importancia y dio un paso más adentro del callejón.
De repente, algo chocó contra su zapato, una sensación líquida, diferente a lo que uno podría esperar de un simple charco. Shiro no prestó atención en un principio, pero la incomodidad lo invadió cuando comenzó a percibir un olor extraño en el aire. A pesar de sus dudas, avanzó un poco más, empujado por su afán de resolver el misterio.
Al llegar a su destino, vio una cartera en el suelo. Al abrirla, encontró grandes cantidades de dinero, que rápidamente guardó en sus bolsillos.
Fue entonces cuando una mosca golpeó su mejilla. Un gesto natural de molestia lo hizo voltear hacia el sonido, pero lo que vio lo paralizó. Un escalofrío recorrió su cuerpo, y por un momento, no pudo moverse.
Lo que había frente a él era un cuerpo desmembrado, irreconocible. La piel estaba rota, los huesos expuestos, y la sangre cubría todo el suelo. El olor que antes había notado ahora era insoportable. El miedo lo envolvió en un instante, y su respiración se volvió errática.
En un acto automático, dejó caer la bolsa de compras, que resonó con un sonido sordo al chocar con el charco de sangre.
Shiro... shiro... shiro... mimosa, Shiro Mimosa... ese es tu nombre.
Alma Rigel cambió los recuerdos de todos, absolutamente todos, en el futuro de 50 años próximos.
“Touka es uno de los trabajadores que ayuda a las almas perdidas a llegar al mar de almas.”
Al viajar al futuro, se combinan los recuerdos.
Tick tack, tick tack
ces que no le interesaban resonaban shiro en estado prácticamente ciego, pero por más raro que le parezca todo, su vista vuelve, este está volteado flotando en un pasillo, en vez de paredes, había infinitas líneas que se movían de forma etérea
—"fuiste difícil de encontrar" menciono una voz melancólica a su lado izquierdo, shiro volteo como pudo la vista a ese lado, pelo negro largo y un pelo que caia hasta casi sus ojos, por alguna razón, le recordó a él, esta persona tenía ojos verdes
shiro hablo, un tono calmado pero preocupado
—"tengo nauseas, estar así es raro... me bajas, ¿por favor?"
el hombre rio levemente, el volvió a hablar, una voz que era rara comparada con su leve sonrisa
—" darás un paseo, no tengo porque darte explicaciones y estas obligado"
aunque después de unos segundos, él dijo
—"una persona que no podrás ver hoy quería decirte algo" dijo de forma desinteresada, shiro, que no entendía nada, pero por alguna razón, seguía calmado, dijo
—esta bien, que cosa...?"
el hombre de pelo negro agito sus dedos como si controlara una marioneta simple, shiro fue lanzado fuera del pasillo, ahora ondeando junto las lineas etéreas y moviéndose, escucho el mensaje
—ten un buen día, y una buena noche" escucho antes de salir lanzado por las líneas etéreas amarillas como si fueran olas [...]
Cuando Shiro Mimosa se fue, Touka hablo
—” contenta, Rigel? En estos tiempos todo es diferente parece... son más tecnológicos... ¿la sociedad puede avanzar tanto en medio siglo...?”
—Supongo que si... Touka, quédate un poco más ahí, por favor... si no, estaremos combinando tiempos
—” a que te refieres...?”
—Debemos esperar a un Touka que se quede en esos tiempos, asi podrás volver... quédate un poco mas [...]
—” entiendo, Alma Rigel”
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—” Pandora... aunque tengas el Alma de Shiro Mimosa, el en medio siglo viajara hacia aqui, y no puedes detenerlo... e jugado mucho con las lineas temporales, y mi Mana tiene solo cantidades para sellarte y dejame vivir... asi que vete de aqui, nos vemos en... 50 años”
Pandora empezo a retroceder
—” imposible...”
Alma Rigel elevo su carta, dejando que esta se descontrolara, empezo a lanzar pequeñas chispas, como si estuviera a punto de reventar
—” Pandora, demonio disfrazado de humano... te ordeno quedarte sellada por el tiempo máximo que es ordenado...”
Sin más, Pandora simplemente desapareció con un sonido de “plop”
Finalmente, Touka volvió a su cuerpo original, todo paso mientras el parpadeaba, un solo segundo Velka le seguía acariciando el cabello entre lagrimas
A las afueras de su escudo, el cuerpo de Tenzou quien protegía a Renka, era remarcado con marcas violetas bajo sus mangas, y el cuerpo de Vael igual
—”la maldición de la inmortalidad...” murmuro Velka mientras seguía llorando
—“alto... Alma... ¿tu querías esto...?¡ no, no, no, no, no...!”
Alma Rigel se mostró finalmente ante su versión dividida
Alma Rigel estaba totalmente quieta, frente a ella, una versión literalmente hecha de sombras acechaba
—” según entiendo esto fue porque el éter de mi cuerpo no soportaba que usara tal fuente como la mana... entonces mi cuerpo se dividió, dejando un éter corrupto con mente propia...”
Finalmente, ambas Rigel descendieron al mundo, Rhydros finalmente había parado de lanzar sus ataques destructivos, ya no era un bosque, era un campo de guerra totalmente destruido
Renka estaba atónita y confundida, observando las marcas bajo las mangas de Tenzou, a punto de llorar
Vael estaba confundido y enojado visiblemente, bajo su nuca, una marca morada que resaltaba ya nunca moriría
—” perdón a todos por meterlos en esto... Velka, Renka, saquen a Touka y a Tenzou de aquí, Rhydros los defenderá... esto es un posible adiós”
—” y Velka... no olvides las promesas que me hiciste” dijo Rigel finalmente, plantándose frente a su versión corrupta
—”si te derroto no servirá de mucho para el futuro, no...?” murmuro pensativa mientras ambas caminaban hacia la otra
Mientras el grupo menos Rigel se esmeraban en escapar, finalmente todos dieron un paso al arenoso desierto, dejando atrás el campo de batalla destruido
Al instante, todos tras ellos exploto, grandes cantidades de éter volaban por los aires, mientras las sombras trataban de tragarlo todo, la fuerza destructiva de color verde arrasaba con ello, un choque constante que no terminaría pronto [...]
Finalmente, el grupo se alejó lo suficiente... lo siguiente, fue que su mente viajo como la vez pasada, solo que... no fue directamente a su presente, estaba boca abajo, parecía caer, estaba tranquilo sorpresivamente
Frente a Shiro Mimosa, estaba Alma Rigel, viéndose fijamente
—”Shiro Mimosa... no volveremos a vernos”
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