Chapter 62:

CAPITULO 6 PARTE 4: “Shiro Mimosa”

Cronicas de Rigel


Shiro estaba recostado en su cama, su espalda tocaba la pared y su mirada estaba perdida.

Sus ojos carmesí giraban ligeramente para observar la oscura habitación.

Bajo las mangas de la chaqueta verde que portaba siempre (el regalo de Kaede), Shiro usaba vendas que empezaban desde los hombros y terminaban en la muñeca de sus manos.

Al nunca tener mucho que hacer, le era entretenido, pero al mismo tiempo tedioso, tener que quitar el vendaje cada que tenía que ducharse y ponerse uno nuevo.

Shiro trató de levantarse de su cama, moviéndose ligeramente; sin embargo, se arrepintió rápidamente y regresó a la comodidad que le daba la cama.

—”¿Por qué...? ¿Por qué cuando Alma me abandonó por completo me he sentido mal...? ¿Y por qué su carta sigue conmigo...?”

Shiro elevó su mano derecha; al invocar la carta de Alma Rigel, inmediatamente esta soltó una chispa que representaba inestabilidad, desapareciendo al instante al mismo tiempo que sorprendía a Shiro. Su cabeza conectó con la pared fuertemente, causándole dolor.

Se recostó en la cama y puso su almohada blanca arriba de su cabeza, apretándola ligeramente con las manos por el dolor.

—”Duele... ¿por qué siento que esto duele más que el puño de ese Emisario...? Ah, claro... Alma me protegía...”

—”Yo... ¿qué tan débil seré ahora...? ¿Qué tan inservible seré mañana...? ¿Más que hoy?”

Shiro aflojó su cuerpo, soltando la almohada y quedándose boca abajo.

—”Tal vez... tal vez debí aceptar la propuesta de Touka cuando tuve oportunidad... volver a mi mundo, ¿eh? Esa oportunidad se esfumó...”

Shiro elevó levemente la mirada, encontrándose con un cuaderno en su mesa.

Lo observaba mientras recordaba la primera vez que estuvo ahí; esa noche Yuzuki trató de enseñarle algunas cosas, como el mar de almas.

—”El mar de almas...” —murmuró Shiro—.

—”Ese lugar... ¿qué habrá más allá de ese lugar...? Es como una frontera, ¿no...?”

Shiro cerró los ojos, pues su cuerpo dejó de reaccionar, pero su mente no; trabajó más que nunca.

Abrió los ojos; estaba boca abajo, todo estaba totalmente oscuro.

Sin embargo, todo eso cambió en un instante, como una grieta abriéndose poco a poco.

Su cuerpo descendía boca abajo; él veía ondear su cabello negro, su chaqueta y camisa ondeaban de la misma manera.

Shiro observó su alrededor; el ruido del caer y el viento era lo único que escuchaba.

Al tratar de ver hacia adelante, pudo observar grandes montañas entre el desierto. Al tratar de ver al lado opuesto, se encontró con la inmensa metrópolis de Solarin. Giró nuevamente, encontrándose con una inmensa estructura totalmente negra que tenía bordes plateados; parecía incluso más grande que el edificio promedio de Solarin.

Shiro desvió rápidamente su mirada en plena caída nuevamente.

El mar de almas.

Estaba tras las montañas; Shiro alzó ligeramente su mano hacia el mar de almas, como si hubiera sido ayer, recordando que tuvo contacto con esa agua en la batalla de Ritharion.

—”¿Debo ir ahí...?”

Shiro alzó aún más su mano hacia el lejano mar de almas, que a lo lejos aparentaba ser un mar normal.

—”Más allá de la frontera...”

Finalmente, la cabeza de Shiro estuvo por chocar con la arena, donde misteriosamente se reflejaba su propio pelo.

Shiro abrió los ojos; estaba recostado boca abajo en su habitación.

—”Un sueño...?”

Shiro se incorporó un poco, observando su habitación.

—”Pensándolo bien... Touka... Touka está aquí, ¿no...?”

Se levantó de su cama lentamente.

—”Aunque en realidad... ¿eso importa...? Ni siquiera sé dónde encontrarlo, y no sé si me tomará importancia... tal vez debería quedarme aquí.”

Shiro apretó los puños, y por impulso, empezó a correr repentinamente.

Abrió con fuerza la puerta de su cuarto.

Apenas empezó a correr por el pasillo, otra puerta se abrió.

—”S-Shiro...” —murmuró una voz femenina.

Shiro ni siquiera la escuchó; sin pensarlo, presionó el botón, la puerta del ascensor se abrió, y Shiro Mimosa empezó a bajar hacia el primer piso.

Shiro tenía la mirada fija en la puerta; era la primera vez que salía al exterior en realidad, probablemente en todo el mes.

Cuando la puerta se abrió, Shiro caminó lentamente por el pasillo de bienvenida del departamento 9.

Todas las luces estaban apagadas; caminaba por una alfombra roja, y a los lados de esta, muchas sillas de espera vacías, entre ellas mesas con revistas probablemente viejas.

Shiro llegó a la puerta principal; al finalmente salir, se sorprendió.

Estaba en plena nevada; el viento chocaba con él, y la nieve estaba por todos lados.

—”Nieve...” —murmuró Shiro, observando el cielo.

Aunque en realidad tenía mucho frío, empezó a caminar.

Shiro empezó a recordar parte del viaje de Alma Rigel; en realidad había olvidado gran parte de ello este mes.

—”Un Hinokami... ¿maldición de la muerte...? Entonces... ¿estará vivo en esta época...?”

Shiro empezó a caminar más rápidamente entre la ventisca; las calles estaban vacías, por impulso empezó a ir algo más rápido.

Sus manos se movían rápidamente de lado a lado, y sus pies no dejaban de subir el ritmo.

Finalmente, empezó a correr de verdad.

Shiro corría sin parar por las calles de Erithan, no bajaba el ritmo.

Las calles estaban totalmente vacías; nadie sale en una tormenta como esta.

Él no se detenía, calle por calle, no sabía cómo ubicarse, pero sabía perfectamente dónde ir.

—”Touka... Touka... tú...”

Shiro dio una vuelta forzada en una acera, pasando rápidamente, demostrando su destacado físico para ser alguien “normal”.

—”Touka... el Hinokami... si ellos están vivos en esta época... ¿qué me asegura que el tipo que controlaba el éter no está vivo también...? ¿Y si tal vez es lo suficientemente fuerte para acabar con la ciudad...?”

Pensó Shiro mientras no paraba de correr, empezando a sudar ante el frío.

La gente dentro de los locales lo veía pasar: algunos asustados, otros preocupados, otros viéndolo como un ingenuo que se congelaría.

—”¿Por qué... por qué me preocupo yo y nadie más...? ¿Por qué solo yo puedo saberlo...? ¿Mimic...? ¿Velmira...? ¿Quiénes son ellos...? ¿Por qué Alma me dijo eso antes de irse...?”

—”¿Quién... quién se supone que es Mimic? ¿Velmira es una persona o es alguien que ya está muerto...? No... Alma no me dejaría de última misión encontrar a alguien muerto...”

Shiro siguió corriendo; cada segundo que pasaba era uno más que se sentía débil. Podría aguantar gracias a su resistencia física, pero es alguien normal, un humano común.

Al final, se paró en medio de un cruce de calles vacías, suspirando, jadeando del cansancio, pero siguió corriendo.

—”No puedo... ¿tal vez Touka sabe sobre Mimic...? ¿O tal vez conoció a Velmira si es que es humana...?”

Su paso fue repentinamente interrumpido por una mano que lo paró, simplemente posicionándose sobre su pecho.

—”Esta zona está restringida por actividad anómala reciente, por favor... espera, Shiro Mimosa...? ¿Qué haces aquí en medio de la tormenta?”

Dijo una voz que transmitía calma.

Shiro, levemente perdido mentalmente, elevó la mirada; se sorprendió ligeramente, un nombre que no podía olvidar.

—”Akira...?”

—”Sí, soy yo, tenía miedo de que no me recordaras, honestamente.”

Akira apartó la mano de Shiro.

—”No creo que la gente pueda olvidarte después de verte...” —murmuró Shiro.

Akira se rió ligeramente, siempre algo modesto.

—”Bueno, tal vez sea verdad... perdón, pero no puedes pasar por aquí, hay un investigador observando que pudo causar una alteración anómala.”

—”Entiendo...” —murmuró Shiro, observando a lo lejos el lugar donde quería ir; no pudo evitar sorprenderse y empezar a sentirse tenso.

—”Por si te interesaba, él es el investigador, se llama Touka Alhena, se presentó como un pariente lejano de Kaede, tal vez quieras conocerlo.” —dijo Akira.

En la otra calle, él estaba analizando el suelo; finalmente elevó la mirada hacia atrás, observando a Shiro... simplemente sonrió ligeramente.

Chaos
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