Chapter 3:

Capítulo 3 La frontera

El Enlazador Definitivo


Mientras todo lo anterior ocurría, en un poblado fortificado, el cual estaba formado principalmente de casas de piedra, granjas ganaderas y algunas tabernas colocadas de forma desordenada sobre el terreno algo arenoso pero bastante más verde que el de la capital, con un pozo de agua y un pequeño foso de agua subterránea situados en la parte sur, se observaba la vida diaria de la gente de campo que allí vivía.

Dicho poblado estaba rodeado de una muralla fortificada con una pequeña puerta en el sur, los únicos accesos a dicha muralla se encontraban por fuera de ésta, los cuales estaban custodiados por soldados rasos de Sodran que patrullaban por la parte superior de la muralla y algunos custodiaban la entrada misma de los accesos.

Dichos soldados iban bastante bien armados para su rango con armaduras de cota de malla y protecciones de placas de acero por encima de éstas. Los mencionados, empuñaban armas de gran calidad y de todo tipo dependiendo de su función.

Sus cascos consistían en unos yelmos de acero reforzado que les cubría la cabeza y parte del cuello, los cuales, llevaban unido una cota de malla que le cubría toda la cara a los soldados dejando solo dos agujeros para los ojos, los cascos estaban adornados con dos franjas doradas, una en línea recta de la frente hasta la parte posterior del yelmo y otra en dirección horizontal de lado a lado del yelmo.

Al norte de dicha muralla se encontraba una enorme puerta que cubría toda esa zona hasta llegar a las dos cadenas montañosas que se encontraban a los lados de la parte norte del poblado, cubriendo todo ese lado como si se tratara de una muralla natural en combinación con la puerta, la cual, en éstos momentos se encontraba algo derruida y estaba siendo reconstruida.

Los accesos a la muralla sur, daban a entender que la muralla no estaba construida para defender al poblado sino para que en caso de que la puerta norte fuera destruida, se usara la muralla sur como método de contención adicional.

Por el medio de dicho poblado, en alguna ocasión, pasaba algún mercader de Maes con su carro de vapor al cual, le habían dejado pasar a cambio de pagar algunos Labros y de mostrar el sello de la Comisión de comercio cuyo diseño consistía en una chapa con forma de pentágono boca abajo con una bolsa y una moneda dibujadas en el centro (el labro es una moneda acuñada en plata de la isla de Treguelio, la acuñada en oro se llama delabro y vale diez veces más, con mil labros o cien delabros usted se puede comprar una casa antigua de cualquier pueblo de esta isla, finalmente, el decilabro es la moneda acuñada en cobre y su valor es equivalente a una décima parte del labro, el decilabro tenía el símbolo de un rombo en su cara y en su cruz un cuadrado, el labro tenía una estrella de cuatro puntas en su cara y en su cruz un círculo en relieve y el delabro tenía una estrella de cuatro puntas en su cara y en su cruz un triángulo y todas las monedas en el canto llevaban una simbología de puntos y líneas en relieve que verificaban su autenticidad. Aunque por lo general se usaban décimos de decilabro para compras menores o de productos de primera necesidad, estas monedas tenían el mismo diseño que el decilabro normal pero eran de la mitad de tamaño y se las solía nombrar simplemente como “décimos” por la gente de a pie.

-Guardia de la puerta de Rulna número 1: ¡Alto ahí un segundo! Ordenó al comerciante de Maes el cual llevaba un carro de madera movido a vapor.

El carro se trataba de una máquina de madera de seis ruedas y una lona de cuero que cubría el asiento del piloto, con un motor a vapor calentado por una base de aceite de combustión lenta haciendo que fuera innecesario el uso de carbón.

Para frenar la máquina, ésta disponía de una segunda chimenea de liberación de presión que liberaba el vapor sobrante hacia arriba mientras la cámara apaga-chispas apagaba las llamas de la caldera, todo se activaba, al accionar una palanca que también accionaba los frenos de las ruedas.

El estrafalario artilugio era manejado por un volante puesto en horizontal que movía las ruedas delanteras.

El comerciante llevaba una carreta de considerable tamaño enganchada a su máquina de vapor, en la carreta llevaba sacos de grano y patatas además de varios barriles puestos de pie sobre el carro.

-Guardia de la puerta de Rulna número 1: Tenemos que revisar el contenido de su carro.

-Comerciante de Maes: Ehm… sí… por supuesto… Respondió tratando de ocultar sus nervios.

Entonces dos de los guardias se acercaron apresuradamente al carro antes de que lo hicieran sus compañeros y empezaron a revisar los sacos y los barriles que llevaba el comerciante.

De los diez barriles que llevaba, solo uno estaba lleno de vino, los otros nueve llevaban cada uno a un harapiento dentro, los cuales, no movieron ni un músculo ante la mirada de los guardias…

-Guardia de la puerta número 3: Son diez barriles de vino, sin problemas. Comentó después de ojear el contenido de cada barril cerrando cada uno de estos al momento después de ojearlo.

-Guardia de la puerta número 4: Puede continuar, señor.

-Comerciante de Maes: Ehm… gracias… Respondió algo asombrado el comerciante de piel blanca y vestimentas típicas de la revolución industrial mientras reanudaba la marcha encendiendo la caldera con su mechero de aceite y chispa, echando agua en el depósito y accionando la maquinaria después de unos segundos del aumento de presión del vapor de agua.

La vida normal de cada día continuaba en el poblado de la puerta de Rulna con los granjeros haciendo su trabajo, sin embargo se palpaba el miedo en el aire, el panorama del poblado era algo desolador y algunas casas estaban siendo reconstruidas también de lo que parecía haber sido un ataque reciente, los comerciantes paseaban por las calles con sus mercancías en los carros y el sargento encargado de la zona se dedicaba a ordenar las patrullas del día.

Los hombres campesinos de la zona vestían con togas y hábitos largos que les llegaban a los tobillos hechos de tela y de colores opacos con un cinturón y botas de cuero mientras que las mujeres vestían habitualmente vestidos sencillos y poco coloridos e iban con la cabeza completamente tapada por una tela que les cubría la cabeza hasta los hombros menos su rostro, solían llevar unos zapatos más sutiles en comparación a las botas de los hombres.

Algunas personas algo más adineradas del poblado y también algunos visitantes de Salro (La capital de Sodran) llevaban vestimentas más complejas basadas en una combinación de camisa, chaqueta tipo bata de estilo egipcio, una falda más adornada con cinturones de seda y algunas joyas y anillos a modo de pendientes, collares y brazales.

En el caso de las mujeres, por lo general solían vestir más llamativas que las campesinas con vestidos elegantes a veces completos a veces de dos piezas con bordados al estilo de los vestidos de boda de la india, algunas llevaban un mantón que les cubría por lo general uno de los hombros y también llevaban joyería típica de dicha moda.

Mientras la vida transcurría en aquella zona, en un recinto un poco apartado del pueblo, cerrado por un cerco de madera, con asientos de madera un poco elevados, desgastados y colocados en círculo alrededor de una gran explanada arenosa en la que también había un palco de madera elevado para invitados especiales.

En ese lugar, se aglomeraba una gran cantidad de personas entre los que había jugadores, camorristas, hombres adinerados y algunos campesinos de la zona y de otras zonas.

La zona estaba preparada para presenciar combates públicos a muerte en los que se apostaban algunas sumas importantes de dinero mientras que los espectadores camorristas solían ir habitualmente pagando la entrada simplemente por ver sangre e incitar a la lucha.

-Corredor de apuestas: ¡Hola a todos! Bienvenidos una vez más a la arena de Rulna, hoy, en esta mañana tan agradable tenemos a cinco participantes muy capaces que os presentaré a continuación.

Comentó un hombre de unos treinta años de cuerpo muy delgado, de 1,76 de altura, de piel algo morena de pelo negro algo alborotado con una barba perfilada en forma de punta en la barbilla vestido con una túnica de estilo egipcio marrón claro con su clásico cinturón la cual, le llegaba a los tobillos, con un collar de oro bastante ostentoso del mismo estilo que apoyaba sobre la túnica, dos pendientes en forma de aro y dos brazales dorados en las muñecas.

Dicho hombre iba escoltado por dos guardias de Sodran provenientes del propio poblado de Rulna.

-Corredor de apuestas: ¡Por un lado tenemooos! Al guerrero desertor de Maes, ¡¡Eeelll guerrero del escudo y la maza!! ¡¡El acorazado!! ¡¡El indómito!! ¡Esa piedra que te estorba en el zapato y que siempre te está pinchando o en este caso, golpeando! ¡Él es, Magnarto!

Entonces un hombre envuelto en acero con una armadura completa de placas de estilo europeo entró en el recinto por la puerta de madera, las únicas aperturas que se podían observar en su armadura, aparte de las uniones de las piezas articuladas, eran las rendijas de su casco, las cuales apenas dejaban entre ver nada de lo que había al otro lado.

De forma pesada y lenta el hombre de 1,55 metros de altura avanzó al centro alzando su escudo de un metro y su estrella del alba soltando un grito de guerra potente…

Tras el grito del hombre acorazado, todos se quedaron unos segundos en silencio…

-Público: ¡JAJAJAJAJAJA! ¡¡Magnarto!! Se hace llamar a sí mismo “Magnarto” JAJAJAJAJAJA Más bien Minirto jajajajajaja

-Corredor de apuestas: ¡Señoras y Señores! Bah… a quién pretendo engañar… ¡¡Señores principalmente!! ¡¡No subestimen a Magnarto!! ¡Lleva a sus espaldas cuatro victorias en individuales y dos en combate múltiple en esta misma arena y jamás ha conocido la derrota! ¡¡Ese hombre es una bestia se lo garantizo!!

La gente del público bajó el tono de sus burlas para empezar a susurrar las posibilidades de victoria del hombre y las posibles apuestas.

-Corredor de apuestas: ¡Eeell segundo viene del mismísimo imperio de Endigoumo! Se trata nada menos que del sabio de la espada ¡El maestro del baile! ¡¡El vagabundo borracho en la sombra con el que no querrías encontrarte en una noche de parranda!! ¡Reciban con un fuerte aplauso a… Zanshi Zui!

En ese momento, otros dos guardias de Sodran que custodiaban el evento lanzaron al borracho a la arena de cabeza haciendo que se cayera de morros contra el suelo.

Después de unos segundos de silencio…

-Público: JAJAJAJAJAJA ¡Miren ese viejo! Está tan borracho que no se tiene en pie jajajajaja no sé ni para qué se ha apuntado a participar si está que no puede jajajaja.

En ese momento el hombre de casi setenta años de 1,70 metros, de piel blanca, ojos y rasgos asiáticos, de pelo desordenado y lleno de canas, vestido con un hanfu (vestimenta típica china) desgastado de color marrón, pantalones marrones y unos zuecos de madera en los pies, con una espada dao en su lado izquierdo del cinturón y una pistola antigua de chispa en la parte derecha, se levantó recogiendo su bebida y bebiendo el último sorbo antes de sacar la dao y hacer unos hábiles y rapidísimos movimientos de exhibición dignos de un maestro del kung-fu.

-Público: Oye pues al viejo no se le da mal… pero el tipo de la armadura… está envuelto en acero… es difícil que le haga algo con la espada… Se escuchaba entre susurros.

-Corredor de apuestas: ¡Siiguienteee! Proveniente de ¡NUESTRA TIERRA! Sodran, ¡Eeelll arquero desterrado! ¡¡La flecha perdida!! ¡¡Ese tipo raro que te encuentras en un mal día andando por el desierto!! ¡Él es, “El merodeador de las arenas”!

En ese momento entró en la arena un hombre de 1,74 metros, con una armadura similar a la de los guardias pero sin protecciones de placas y con pantalones de cuero al cual no se le veía la cara por culpa de la cota de malla, iba con su arco preparado en mano y con varias flechas en su carcaj colocado a la derecha de su cinturón y también varias en la mano, en su casco llevaba una pluma del dios Lesio en la parte frontal que consistía en una pluma grande de gallo pintada de rojo.

-Público: ¿Un arquero? ¿Aquí? ¿Un arquero solo con entrenamiento normal? No creo que dure mucho… se escuchaba a lo lejos.

-Corredor de apuestas: ¡¡Yyy ahora le toca el turno al ratero salvaje sin patria!! ¡¡Al asesino a sueldo de los múltiples bandos!! ¡¡A ese tipo al que te gustaría partirle la cara si te lo encuentras de frente!! ¡Él es John, John el Escorpión!

-Público: Jajajajaja John el escorpión, que nombre más ridículo jajajaja ¡Calla! Ese tipo es duro de verdad… ya le he visto luchar en varias arenas, de hecho ha amasado una fortuna solo con eso y se dice… que lleva un veneno potentísimo en sus armas…

Solo un hombre en el público se carcajeó al escuchar ese nombre mientras que los demás casi temblaban al ver entrar a un hombre de 1,76 metros de altura con vestimentas de cuero negro al más puro estilo ninja pero con una cota de malla de acero bajo su chaqueta de cuero, algunas protecciones de placas de acero a modo de hombreras y espinilleras, dos guantes de cuero con protecciones de placas de acero en el dorso de la mano, dedos y en las muñecas cubriendo casi por completo sus brazos hasta algo antes del codo, llevaba una badana roja que impedía que se le viera la boca, sus ojos verdes aparentaban ser los de un hombre de aproximadamente veintiocho años, de piel blanca, su complexión física era bastante atlética y llevaba un sombrero negro adornado con una cinta roja que impedía que se viera su cabeza salvo parte de su pelo negro a media melena un poco más corto por los lados, que le caía por los lados y por atrás.

En su cinturón se observaban varios cuchillos kunai que parecían estar cubiertos de una substancia líquida y un par de dagas muy puntiagudas, algo largas y de hoja fina creados específicamente para apuñalar también cubiertas de la misma substancia.

-John el Escorpión: Venga… acabemos con esto cuanto antes… Comentó con voz terca.

-Corredor de apuestas: ¡¡Yyy finalmente!! Y no por ello menos importante… ¡El pirómano alquímico proveniente de Sodran! ¡El carbonizador renegado! ¡Aquel al que echan de todos los eventos por loco! ¡Recibamos aaa Crematorny!

Entonces, un hombre calvo, algo moreno, con rasgos faciales de psicópata desquiciado, de 1,70 metros y con las vestimentas de los alquimistas de la llama de Sodran entró en el recinto…

-Crematorny: ¡¡JAJAJAJAJA!! ¡¡QUEMAARR!!

Nada más pronunciar esas palabras, se metió un líquido inflamable en la boca y usando el cetro lanzador combinado con el líquido que tenía en la boca lanzó una potente llamarada contra los demás participantes los cuales se alejaron de él esquivando las llamas como buenamente pudieron.

-Crematorny: ¡¡CAGAAOS!! Puedo masticar vuestro miedo, os voy a incinerar a todos. Comentó gesticulando como un lunático.

-Público: Menudo pirado, no me puedo creer que esté pagando impuestos para financiar ese templo… Comentaron algunos entre el público.

-Corredor de apuestas: ¡¡MUY BIEN!! ¡¡Empecemos!! La primera apuesta corre a cargo del tipo más rico de los aquí presentes, el señor Risher, nuestro querido cobrador de impuestos fronterizo que cobra a todos los que entran en nuestra frontera.

-Público: ¡¡Y también a los que salen!!

-Risher: Sí pero a vosotros os cobro menos, ardidos de mierda, ¡Dejar de quejaros montón de basura!

Comentó con una sonrisa despótica un hombre de piel algo morena, gordo, de 1,72 metros, ojos marrones, vestido con atuendo de estilo egipcio de túnica blanca de manga corta, un turbante de rayas amarillas y negras que recubría casi todo su pelo rizado de color negro y una barba espesa que cubría buena parte de su redonda cara, llevaba también varios anillos en sus gruesas morcillas que tenía por dedos y abalorios de oro en el cuello.

-Risher: ¡Apuesto veinte delabros por la victoria del escorpión! Anunció en voz alta.

-Corredor de apuestas: ¡¡GUAU!! ¡Increíble apuesta señores! ¡Veinte delabros! ¡¡Veinte monedas doradas resplandecientes como el sol!!

-Risher: Si se va a apostar, mejor hacerlo a lo grande. Comentó con una sonrisa.

El público se quedó paralizado ante la terrorífica apuesta del recaudador el cual colocó los veinte delabros en la bandeja de apuestas.

-Público: Yo apuesto diez labros por el hombre acorazado, y yo cinco más, yo veinte por el escorpión…

Las apuestas se fueron sucediendo una tras otra mientras un ayudante del corredor de apuestas iba recogiendo las monedas.

Después de un rato de recaudación, las apuestas quedaron a cuarenta delabros por el escorpión, diez delabros en total por Magnarto, ocho delabros por el merodeador de las arenas, un delabro por Crematorny y un delabro por Zanshi Zui.

-Corredor de apuestas: Recuerden que al final del día, la mayor apuesta de las ganadoras se lleva su parte y el cincuenta por ciento de todo lo apostado a los perdedores y el otro cincuenta por ciento se reparte entre los demás apostantes minoritarios de la facción ganadora, a los cuales, también se les devuelve su parte apostada.

-Corredor de apuestas: El mayor apostante también se lleva un veinte por ciento de lo recaudado en las entradas, el otro ochenta por ciento se reparte a mitades entre los organizadores, en este caso yo y mi equipo y el ganador de la arena.

-Corredor de apuestas: Hoy han venido a ver el combate doscientas veinte personas, a cinco labros por entrada hacen un total de mil cien labros o ciento diez delabros, por lo que el ganador de la arena se llevará la friolera de ¡¡Cuarenta y cuatro delabros!!

-Corredor de apuestas: Como todos saben, en estos combates ¡No hay normas! Y solo gana el último que quede en pie y si nadie sobrevive, la apuesta se cancela y se devuelve el dinero a sus respectivos propietarios anotados como apostantes con la cifra exacta que apostaron y por supuesto, el dinero de la entrada no se devuelve amigos jajajaja pues la entrada es para ver el combate a muerte.

Anunciaba animadamente el corredor de apuestas desde el palco.

-Corredor de apuestas: ¡¿Listos?!

Los participantes se colocaron cada uno en una esquina esperando a que diera comienzo el combate a muerte…

-Corredor de apuestas: ¡¡Comenzad!!

Nada más empezar el viejo de la dao sacó su pistola de chispa y disparó a la cabeza del pirómano haciendo que muriera en el acto.

-Público: ¡¡Nooo!! Gritaban dos hombres que al parecer habían apostado por él.

-Público: ¡Sí, vamos Zanshi, tu puedes viejales!

-Corredor de apuestas: ¡¡GUAU!! ¡¡Muerte instantánea y a la primera!! ¡Crematorny está fuera!

Los ayudantes tachaban de sus libretas a las personas que apostaron por Crematorny apartando su dinero a la bandeja de los perdedores.

Mientras tanto, las flechas del merodeador de la arena se dirigían hacia el viejo espadachín pero éste ya se había dado cuenta y en ese momento había dado un salto en el aire volando literalmente por encima de las flechas.

El público se quedó asombrado ante la capacidad de reacción y la agilidad del anciano…

Entonces, el anciano, nada más aterrizar, usando una patada de kung-fu logró hacerle la zancadilla al arquero para luego rematarlo en el suelo clavándole la dao en un ojo.

-Merodeador de las arenas: ¡¡AAAAGGHHH!!

Justo mientras todo eso pasaba, el hombre acorazado se lanzó de frente contra el escorpión el cual esquivó el primer mazazo horizontal del guerrero…

-John Escorpión: Cuidado hombre… ¿No ves que esa cosa hace daño? Comentó con su voz terca burlándose de su rival.

-Magnarto: ¿Ah sí? Respondió con sarcasmo.

-John Escorpión: ¡¡Síí!! Respondió con aún más burla.

El hombre acorazado lanzó un mazazo de esta vez cargando el peso del cuerpo hacia adelante esperando acertar al asesino pero este esquivó el golpe con un ágil movimiento lateral para luego inmovilizarlo sujetándole el brazo derecho con su brazo izquierdo para luego coger rápidamente la daga y apartando el escudo de su rival con el brazo que le quedaba libre, consiguió clavarle la daga entre las rejillas del casco haciendo que el guerrero acorazado se quedara paralizado décimas de segundo después de recibir el golpe, todo para finalmente, caer al suelo a plomo como si le hubieran arrancado la vida con un hechizo.

-John: Eres malísimo manejando la maza… me parece que solo ganabas combates gracias a que tenías una bonita armadura y un buen escudo. Comentó mientras dejaba que se cayera solo al suelo y se guardaba la daga para coger los kunai.

El público se quedó petrificado sobre todo con la muerte del guerrero acorazado.

-Corredor de apuestas: ¡Otros dos han caído! ¡Esto va más rápido de lo que esperaba! Comentaba con asombro.

Entonces en ese momento el escorpión empezó a lanzar kunais al viejo el cuál esquivó dos de ellos con dos movimientos de salto lateral demostrando una gran agilidad para su edad y otros dos los paró con la dao pero justo cuando se iba a acercar para asestarle un golpe con su espada, el escorpión soltó los kunais y cogió las dos dagas en posición de apuñalamiento y empleando la hoja y la guarda de una de las dagas, desvió la hoja de la dao para luego cortar el cuello del viejo con la otra.

El movimiento de corte fue tan rápido que aunque el viejo se apartó, no le dio tiempo a apartarse del todo y le hizo una herida superficial.

El viejo soltó la dao y un segundo después se quedó paralizado como le pasó al guerrero de la armadura y acabó cayendo redondo al suelo como si hubiera perdido de golpe su esencia vital.

-John: Je… buen intento señor… merece todos mis respetos. Comentó con su voz terca pero de esta vez de forma más solemne y amable.

El público se quedó helado ante el resultado de aquel combate, de tal forma que nadie dijo una sola palabra durante varios segundos.

-Corredor de apuestas: ¡¡Yyy el ganador es John el Escorpión!! ¡¡Señores!! ¡Menudo torneo! Rompió el hielo con sus gritos anunciando la victoria.

El público comenzó a aplaudir de menor a mayor intensidad y empezaron a silbar y a vitorear con fuerza al ganador…

-John: ¡Gracias! Gracias a todos. Respondió haciendo una ligera reverencia con el sombrero en la mano para luego volver a colocárselo y marchar hacia el palco.

-Risher: Jajajaja buena pelea, sabía que ganarías. Comentó con su sonrisa mantecosa.

-John: Bah… ahórrate los halagos y dame trabajo que es lo que tienes que hacer. Respondió.

Después de recoger su premio el asesino se fue a paso ligero hacia su yegua y se fue cabalgando hacia fuera del pueblo en donde se hallaba una cueva, observó que nadie le había seguido y dejó su montura fuera, se adentró en la cueva y descendió a lo más profundo con una antorcha encendida en la mano, en donde se encontraba una trampilla cerrada con llave tapada por un montón de piedras enromes.

Dentro de la trampilla tenía un montón de dinero que había ido recaudando de sus diferentes misiones y algunos eventos.

El asesino dejó allí buena parte de su botín y se llevó consigo algunos delabros para luego volver a Rulna...

Después de entrar en el pueblo, se dirigió con su montura a una de las múltiples tabernas de la ciudad, una gran taberna que se hallaba cerca de la puerta sur.

En el momento en que el asesino se empezaba a acercar a la taberna, bajó de su montura y comenzó a avanzar por la calle a pie cuando de pronto sintió como alguien se le acercaba sigilosamente…

-John: ¡Tu! ¿Qué estabas haciendo detrás de mí? Preguntó enfadado medio segundo después de coger por sorpresa del cuello de la ropa a alguien que estaba detrás de él y estamparlo contra la pared de una casa para luego ponerle la daga derecha en el cuello.

-Campesino: Na… nada… yo… solo… pasaba por aquí… Respondió un hombre desaliñado y harapiento vestido con una túnica y una capa de colores marrones opacos.

-John: ¡¿Ah sí?! ¡¿Y qué me dices de esto?! Preguntó mientras le cogía la mano derecha con su mano izquierda que le quedaba libre, levantándola, mostrando la daga que llevaba en la mano mientras le apretaba los tendones obligando al campesino a soltar la daga que llevaba.

-Campesino: Pe… perdóneme señor… yo…

En ese momento, dos compañeros del campesino que acababan de salir de los callejones para ayudarlo, al ver la escena, dieron media vuelta y regresaron sobre sus pasos tratando de disimular…

-John: ¡Eh! ¡¡Vosotros!! ¡Os he visto! ¡No huyáis! Bah… cobardes…

-John: Valla mierda de compañeros que tienes… mira que dejarte solo... Comentó con una sonrisa maliciosa.

-John: De todos modos da igual… porque…

-John: ¡Tú vas a morir ahora mismo! A no ser que me des una buena explicación por la que tú y tus amigos ibais a por mí. Cortó con una mirada extremadamente seria en sus ojos y volviendo a cogerle el cuello de la ropa con la mano izquierda mientras le seguía poniendo la daga en el cuello.

-Campesino: Yo… necesito el dinero para alimentar a mi familia…

-John: Ahh… ya… y yo necesito una licencia para matar ¿Sabes por qué? Porque me gusta mucho matar… es algo… como decirlo… si no mato a alguien… como que me frustro… ¿¿Sabes?? Comentó acercándole la daga al cuello al campesino aún más haciendo que el líquido de la daga casi rozara la piel del hombre.

-Campesino: ¡Por favor perdóneme la vida! Haré lo que sea ¡Se lo juro! Gritó haciendo que varios curiosos se acercaran además de los que ya estaban mirando y entre ellos, el sargento de la guardia y algunos guardias…

-Sargento de la guardia: ¡Eh! John, ya vale, déjale ir o nos veremos obligados a detenerte. Comentó con firmeza un hombre con una armadura similar a la de los demás guardias pero algo más adornada mientras los guardias rodeaban al asesino.

-John: ¡Tienes suerte de que haya venido…! Comentó dirigiendo una mirada intensa al campesino cuando de repente una voz enfadada interrumpió lo que iba a decir.

-Campesino: ¡¡A QUÉ CARBONES ESPERAN!! ¡¡MATENLO!! ¡¡MATENLO!! ¡¡¡MATENLOO!!! ¡¡Es un asesino!! ¡¿No lo ven?! ¡Está loco! ¡Agghh!

En ese momento el asesino, más enfadado que nunca le dejó sin aliento de un rodillazo en el estómago y se dispuso a degollarlo cuando de pronto…

-Sargento: ¡Basta! John… te he dicho que lo dejes ir… ¡¡AHORA!! Ordenó con rabia mientras algunos de sus soldados ya le habían puesto sus espadas en el cuello al asesino.

-John: Agh… está bieen… toma, coge tu estúpida daga… se te cayó al suelo… la próxima vez sujétala un poco mejor… Se burló con su voz terca en aquella incómoda situación mientras le lanzaba la daga al peso para que la cogiera al vuelo.

Después de unos segundos de silencio, el campesino recogió la daga que dejó caer al suelo…

-Campesino: ¡Tomaré tu vida a cambio de la de mi hermano! Gritó mientras corría hacia el asesino con el arma en la mano.

La guardia no fue capaz de reaccionar a tiempo y el campesino se lanzó directo contra el asesino pero en ese momento, el asesino le dio una patada lateral de taekwondo en el pecho derribando a este a mitad de camino…

-Campesino: Aghh… auuggh… Se resentía en el suelo.

-John: Serás tonto… ¿No te ha llegado con lo de antes? Comentó con su voz terca y en esta ocasión algo más ácida y burlesca que de costumbre.

-Sargento de la guardia: Detengan a este hombre. Ordenó a sus guardias señalando al campesino.

-Campesino: ¡¿Qué?! ¿A mí? ¡¿Por qué?!

-Sargento de la guardia: Quedas detenido por intento de asesinato. Comentó con dureza mientras sus guardias encadenaban a su interlocutor.

-Campesino: ¡¿Qué?! ¡NO! ¡El asesino es él! ¡¡Estáis comprados!! ¡¡Malditos guardias de mierda!! ¡¡No servís para nada!! Gritaba mientras se lo llevaban a rastras.

-Niño: Oye mamá ¿A dónde se lo llevan? Preguntó un niño que presenció la escena.

-Madre: Seguramente a las minas… es mejor que no preguntemos… venga, nos vamos. Comentó nerviosa mientras llevaba a su hijo de la mano.

-John: Anda, mira tú por dónde… agradezco su colaboración sargento Retonarf… Respondió con un tono amable y alegre inusual en él poniendo el sombrero en el pecho y bajándose la badana para que se le viera el rostro mientras hacía una ligera reverencia.

Sus ojos verdes pronto se mezclaron con su rostro blanco y su pelo negro, peinado de raya al medio un poco hacia la derecha, con el pelo cayéndole ligeramente a la derecha al tenerlo más largo que el lado izquierdo, el cual, apenas se movía con el viento. Por otro lado, en la parte de la mandíbula y la cara mostraba unas arrugas ya cicatrizadas bastante remarcadas como si se hubiera quemado con algo.

El asesino mostraba una sonrisa maliciosa en su rostro mientras agradecía la participación del sargento…

-Retonarf: ¡Ahórrate los falsos halagos! Comentó quitándose el casco y revelando su algo moreno rostro, de pelo negro, corto y peinado hacia atrás con una barba puntiaguda a los lados de la cara, sus remarcadas facciones y algunas canas daban a entender que tenía sobre cincuenta años.

-Retonarf: La razón por la que no te hemos detenido es porque Risher te tiene aprecio y al parecer, no solo haces trabajos para él, sino que además le haces ganar dinero con las apuestas.

-Retonarf: Pero como vuelvas a montar jaleo te mandaremos a las minas ya sea de la capital o del Ordado, quedas avisado. Comentó con dureza mientras se acercaba al asesino dirigiéndole una mirada intimidante.

-John: Tranquilo, seré bueno. Comentó mostrando una sonrisa maliciosa.

-Retonarf: Más te vale. Respondió desenvainando la espada, pero para cuando la tenía desenvainada, el asesino ya había cogido su daga derecha y había parado la hoja del sargento de forma preventiva.

En ese momento el sargento apartó con rabia la daga del asesino y le apuntó obligando a este a levantar las manos mientras los demás guardias le apuntaban con la espada.

-John: Claro, como tu digas jefe, me portaré bien, ya veo que tienes muchos amigos… Comentó con su voz terca mirando de reojo a los guardias.

-Retonarf: Haznos un favor a todos y compórtate… solo te pido eso, que la cálida brisa te envuelva. Comentó al final de la frase a modo de despedida mientras envainaba de nuevo la espada, se colocaba el casco y hacía un gesto para que la guardia se retirara y volviera a sus patrullas habituales.

-Retonarf: Maldito cenizo de mierda… Comentó en voz baja con rabia mientras se marchaba.

-John: ¿Y yo qué iba a hacer? ¡Ahh! Si, ya sé, que cabeza la mía… Comentó para sí mismo mientras reanudaba la marcha hacia la taberna cercana a la puerta del sur.

Después de unos segundos de caminata, llegó a la puerta de una gran taberna que por fuera estaba hecha de piedra como la mayoría de los edificios de la zona y se parecía mucho a las demás tabernas solo que era mucho más grande.

-John: Por fin, El Ballet de Aracmera, que ganas tenía de llegar. Comentó para sí mismo mientras abría ilusionado la chirriante puerta de madera.

Dentro del local, nada más entrar por la puerta, se podía observar una barra a la derecha, en la cual, la dueña del local servía copas acompañada de una camarera mientras en el lado opuesto había un escenario, en el cual, que cuatro bailarinas vestidas con ropajes árabes de la danza del vientre bailaban para los clientes a los que ellas mismas dirigían constantemente sus miradas coquetas y sus gestos insinuantes mientras los hombres allí presentes, disfrutaban fervientemente del espectáculo con bebida y dirigiéndose de vez en cuando a las bailarinas pagando por un mejor espectáculo.

En el medio del local, las mesas estaban medio llenas en ese momento y las demás camareras servían los pedidos a los clientes las cuales, tenían también unas vestimentas muy llamativas aunque no tanto como las chicas del escenario.

Al fondo a la derecha de la barra, se observaba en las sombras a unos cuantos hombres armados y apoyados en la pared del local, que parecían estar vigilando que no pasara nada raro y también se podía ver, unas escaleras que iban a las habitaciones privadas.

El local carecía de ventanas en la planta baja y estaba tenuemente iluminado por candelabros de velas que colgaban del techo y lámparas de aceite por la pared.

La dueña del local nada más ver entrar por la puerta al asesino, dejó su función de camarera y salió corriendo a su encuentro.

-Aracmera: ¡Hola John! Me alegra ver que estás a salvo. Comentó una chica de veinte años de piel algo morena, de 1,64 metros de altura, de pelo negro largo, recogido en un moño y peinado hacia atrás dejando caer parte de su melena, con unos mechones sueltos en el flequillo, sus ojos tenían una tonalidad marrón clara y sus vestimentas constaban de un vestido negro de seda de manga larga que dejaba entre ver su excelente figura y que le llegaba desde los hombros, hasta medio camino antes de las rodillas, también llevaba encima de este vestido, un vestido blanco egipcio de tela algo más gruesa que le llegaba desde los pechos hasta los pies con dos aperturas en la cintura para las piernas y varios abalorios con los que se adornaba a mayores.

-John: ¡Wow! Hola Aracmy, cuánto tiempo. Respondió con una sonrisa.

-Aracmera: Y tanto, pasa y tómate algo.

En ese momento, el asesino se sentó a la barra a la espera de que le sirviera una cerveza.

Después de unos segundos...

-Aracmera: Y bueno por lo que he oído por parte de los halconeros, las últimas misiones te han salido bien y además acabas de ganar en el combate de la arena de este pueblo una vez más.

-John: Joder... malditos cotillas asquerosos... no pueden tener el pico cerrado... jejejejeje Comentó con cierto ánimo pero con fastidio.

-John: Pero bueno, creo que es evidente, ya sabes cómo funcionan las cosas en mi trabajo, si la cagas te matan, luego si estoy aquí es porque me va bien jajajaja.

-Aracmera: Ya veo, y... ¿Tienes algún plan para este día? Preguntó de forma insinuante.

-John: Pues mira... si que tengo uno, tengo el plan de montar a mi novia, todo el día y tooda... la... noche... Respondió haciendo énfasis en las últimas palabras.

-Aracmera: Espera... ¿No me digas que por fin tienes novia? Preguntó ilusionada y entusiasmada además de llena de curiosidad.

-Aracmera: ¡Cuéntame! ¿Cómo es ella? ¿Cómo os cono...?

-John: Me refería a mi yegua... Respondió de forma cortante.

-Aracmera: Ahh... Respondió con desaire después de quedarse unos segundos en silencio.

-Arcamera: Pero... una pregunta... ¿No tienes ya mucho andado por el mundo? Haber... no sé... creo que va siendo hora de que dejes el negocio del asesinato y...

-John: ¿Y forme una familia? JAJAJAJAJAJA que ideas más tontas tienes... el asesinato es mi vida, no voy a poder dejarlo nunca ¿Entiendes? Respondió con seriedad.

-John: Y por supuesto una mujer y niños no estarían seguros a mi lado, hoy sin ir más lejos me acabo de enfrentar a un idiota que buscaba venganza.

-John: No, definitivamente mi vida es seguir por mi cuenta hasta el final.

-Arcamera: ¿Y qué va a pasar con el dinero que ganaste?

-John: No se... quizá en mi lecho de muerte se lo regale a los huérfanos... ¡YO QUE SÉ!

-Arcamera: ¿Y si te matan?

Ambos se quedaron unos segundos en silencio...

-John: ¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJA!! Que pregunta más estúpida... ¡Conmigo no van a poder! ¿No ves que soy el mejor? Respondió con soberbia.

-Arcamera: Ya... quizá deberías pensar en la posibilidad...

-John: Si... bueno... supongo... ya veremos...

-Arcamera: Lo digo porque en estos momentos además estamos en guerra... yo por ejemplo tuve suerte de salir de Tarenfro antes de que iniciaran el ataque los de Maes.

-Arcamera: Si no hubiera sido así, ahora estaría muerta seguramente, por tanto no es imposible.

-John: Ya... ya sé por dónde vas... pero... yo siempre me fijo de a dónde voy, no soy tan tonto. Respondió algo pensativo.

El asesino tomó el último sorbo, pagó con dos décimos y se dispuso a salir de la taberna.

-John: Nos vemos Arcamy... Comentó con cierto desaire y algo triste.

-Arcamera: Vale ¡Vuelve pronto! ¡Y que la cálida brisa te envuelva! Respondió con una sonrisa.

El asesino respondió con un gesto con la mano mientras caminaba hacia la salida sin mirar hacia ella.

Mientras tanto, algo lejos de allí, en una casa abandonada en una esquina del pueblo…

-Risher: Entonces ya está todo preparado… según mis soldados de la entrada, esos asesinos ya han pasado de la puerta y solo falta que lleguen a la puerta norte de Salro.

-Risher: Aquí tienes el dinero para “el pago” de los soldados, espero por el bien de nuestro negocio, que tus asesinos cumplan con su parte. Comentó entregándole un saco enorme con cientos de delabros a un hombre encapuchado con traje y guantes blancos.

-Hombre de blanco encapuchado: Descuida, hemos… enviado a los mejores. Comentó echándose el saco a la espalda resintiéndose por el inconmensurable peso de este.

-Risher: Agradezco que al menos no tengo que pagarles yo, ya me llega con el dinero que me toca poner para los soldados.

-Hombre blanco encapuchado: Todo sea por el nuevo mundo. Comentó con decisión.

-Risher: Ya… espero grandes beneficios a largo plazo en ese “nuevo mundo” que lo sepas. Respondió algo incómodo con la situación mientras miraba a la puerta de vez en cuando esperando que nadie le viera.

-Hombre blanco encapuchado: Los tendrás, eso está garantizado.

-Risher: Vale… ya lárgate… y asegúrate de que no te vea nadie… Comentó de forma apurada y nerviosa.

El hombre de blanco se marchó escondiendo el saco de dinero bajo la manta de su carro tirado por caballos para luego hacerle una reverencia a modo de gesto de respeto al recaudador de impuestos.

Mientras tanto…

-Comerciante de Maes: ¡Vale! Hasta aquí os llevo, bajaros ya mismo. Comentó nervioso mientras abría los barriles en los que se ocultaban los harapientos.

-Harapiento 1: Oye… el trato era llevarnos dentro de la capital… Comentó uno de los hombres blancos harapientos que acababa de salir de uno de los barriles.

-Comerciante de Maes: Sí pero, no pienso volver a pasar por lo que he pasado en el otro control.

-Comerciante de Maes: Bastante tengo con haber tenido que unirme a la comisión de comercio pagando una tasa solo para seguir comerciando en Sodran para que ahora me ejecuten por contrabando de personas.

-Comerciante de Maes: No sé qué clase de contactos tenéis para que me hayan obligado los de la comisión a llevaros hasta aquí.

-Comerciante de Maes: Pero una cosa está clara, no me voy a jugar el cuello ni una sola vez más, lo de Rulna estuvo muy cerca de acabar mal.

-Comerciante de Maes: ¡Venga! ¡TODOS FUERA! No quiero volver a veros. Expuso enfadado mientras reanudaba la marcha dejando a su suerte a los harapientos en medio de las arenas de Sodran.

Mientras tanto, esa misma mañana, durante los acontecimientos de Rulna, en la ciudad de Lajous, un territorio del sur de Maes, relativamente cercano a la puerta oeste de la frontera de Sodran, pegado más al oeste con el imperio de Endigoumo y con el mar.

Una ciudad que estaba formada por cuatro distritos dentro de sus murallas, al noroeste, se encontraba el distrito industrial en el que se procesaban las materias primas para la fabricación de todo tipo de útiles, dicha zona era una zona meramente constituida por empresas de producción en masa y en esa misma zona también nos encontramos el cuartel y las diferentes fábricas de armas y maquinaria militar.

Al noreste, nos encontramos el distrito del viajero, con la estación del tren de vapor, el cual, tenía una vía para entrar y salir por la puerta norte, la cual, se dividía en paso para tren, paso para vehículos a vapor y paso a pie.

En dicho distrito, estaban también ubicadas la mayoría de las posadas y tabernas, este distrito estaba muy cerca del distrito industrial por lo que era muy usado también por los trabajadores para llegar al trabajo o para tomar algo después de salir.

En el centro nos encontramos con el río de los tres puentes, conocido así por sus tres puentes levadizos de los cuales, el del medio tenía vías para que pasara el tren en dirección a Tarenfro saliendo por la puerta sur.

Cerca de dicho río, nos encontramos la planta de distribución de agua a presión la cual distribuía agua potable a presión a los diferentes edificios de toda la ciudad que tuvieran contratado el servicio, también se distribuía agua para los retretes (esta última no potable y con tuberías dirigidas al mar) y también calefacción a vapor además de vapor a presión funcional que se almacenaba en los colectores de presión de cada edificio y que se usaba para conectar diferentes motores que funcionaban con vapor de agua a presión como los de las lavadoras por ejemplo las cuales se enchufaban con una manguera de acero del motor a la válvula y después, al accionarla con una palanca que la abría, el vapor de agua hacía fuerza y movía el motor de dichas máquinas.

Todo esto era para aquellos que tuvieran contratado el servicio de agua viniendo todo incluido además de que dicho vapor funcional también se usaba para tener activos los cañones de vapor que defendían la muralla de la ciudad (aunque estos disponían de generadores de vapor a presión independientes por si acaso la central distribuidora era destruida)

En la parte más cercana al muro, al oeste del río, nos encontramos un pequeño embarcadero con varios barcos que llevan a sus pasajeros al puerto que se encuentra fuera de las murallas y también permite llevar en barco a quién lo desee de lado a lado de la ciudad atravesando el rio.

En el sureste nos encontramos el distrito urbano, un distrito con una parada de tren y un embarcadero cerca del lago para facilitar el acceso al distrito industrial y al distrito del viajero.

En este distrito se encuentran decenas de casas unifamiliares o de varias plantas construidas de madera al igual que las tabernas del distrito del viajero, en ese distrito también nos encontramos con los diferentes comercios de la zona, edificios fabricados de madera en los que se vendían todo tipo de productos, en esta zona también nos encontramos algunos parques y campos entre otras zonas de juego.

Finalmente en el suroeste, nos encontramos el distrito administrativo, un distrito en el que se encontraban los distintos edificios del gobierno, escuelas, la universidad, la biblioteca y el ayuntamiento.

Todos ellos fabricados de piedra de granito igual que la estación y las fábricas, las calles del distrito administrativo estaban adoquinadas con mármol dándole un toque muy distinguido a las calles, mientras que los distritos industriales y del viajero estaban asfaltados con alquitrán y el distrito urbano estaba sencillamente sin asfaltar y se veía la piedra, tierra y hierba además de algunas huertas cercanas a las casas de los que vivían allí y alguna que otra pradera dentro de las murallas lo cual daba una sensación agradable y tranquila.

Los tres puentes estaban fabricados de hierro y su sistema de elevación era por motores de vapor y por sistemas de presión hidráulica.

Los soldados rasos de Maes que patrullaban las calles y la muralla se dividen en dos secciones, la infantería, los cuales eran soldados armados con armas blancas de acero y armaduras de placas con escudos muy grandes y resistentes.

Su función principal es aguantar los golpes de los soldados enemigos simple y llanamente.

Y su función extra era la de acabar con la vida de algunos soldados enemigos si podían pero su función principal es la de aguantar los golpes, sin embargo, eran la gran minoría.

Por otro lado, estaban la mayoría de los soldados de Maes, se trataba de los mosqueteros, los cuales, usaban mosquetes con un sistema mecánico de tambor de revolver para recargar las balas, el cual, estaba colocado justo después del gatillo.

Dichos mosquetes también tenían una botella con gas metido muy fuertemente a presión gracias a la poderosa maquinaria industrial a vapor de Maes, la cual, estaba situada en una cavidad circular en la culata del arma.

Finalmente, dichos mosquetes disponían de una cámara de presión justo antes del gatillo que se llenaba con el gas a presión de la botella de la culata.

En cuanto la flecha indicadora de presión, que medía la presión de la cámara que se encontraba en esa zona justo antes del gatillo marcaba su valor máximo, el mosquetero podía disparar la bala a la máxima potencia, siendo esta, capaz de atravesar fácilmente escudos y armaduras de placas.

Cuando el gatillo se accionaba, la cámara de presión se abría de golpe liberando todo el gas a muy altas presiones a través del fino cañón del arma y cuando el gatillo regresaba a su posición de reposo, el tambor giraba y colocaba la nueva bala, sin embargo cabe destacar que la cámara de presión se abría y cerraba, en nanodécimas de segundo o incluso antes por lo que después de realizar el disparo, la cámara se cerraba mucho antes de que se hiciera el cambio de bala del tambor.

En ese momento la cámara de presión se volvía a llenar de gas en apenas nanodécimas también haciendo que la flecha indicadora volviera a su valor más alto casi de forma instantánea (a no ser que el arma estuviera estropeada, que era el motivo por el que llevaba ese indicador) por lo que la velocidad de disparo era de medio segundo que era el tiempo que le llevaba al tambor girar.

El alumbrado de la ciudad, hogares y diferentes edificios se hacía mediante el reparto a presión de gas biológico salido de la central de reparto de agua a través de unas tuberías metálicas a unas lámparas de gas que la gente de la ciudad podía encender dentro de sus casas abriendo la llave del gas correspondiente a cada lámpara y prendiendo la lámpara con sus mecheros de aceite y chispa (siempre que tuvieran contratado el servicio, había quién prefería tener lámparas de aceite portátiles por su casa).

Por otro lado, llegada cierta hora de la noche, los barrenderos locales se encargaban de hacer el trabajo de encendido de las lámparas de gas de las calles, colocadas en las paredes de las casas y edificios y también en mástiles metálicos a dos metros de altura.

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